Su trayectoria hiperrealista nació en 1996. Una de sus esculturas, Pinocchio, formó parte de una exposición de la pintora Paula Rego (su suegra), y allí recibió una propuesta para formar parte de un grupo de trabajo. Aceptó y un año después la Sensation Young British Artists from Saatchi Collection de Londres pasó a la historia por sus contenidos transgresores: una Virgen del porno, niños con penes en vez de nariz o representaciones de asesinos en serie.
‘Dead Dad’
A pesar de la agresiva competencia en la muestra londinense, Mueck se hizo un hueco que le otorgó portadas internacionales: la obra Dead Dad era la recreación de su padre muerto (a menor tamaño que el original, simulando los 21 gramos del alma que pierde el cuerpo sin vida). Hasta la fecha ha creado 35 obras en una década. Y si uno se acerca a las que están vivas, parece que aún respiran.
* CACMálaga. C/ Alemania, s/n. De martes a domingo, de 10.00 a 20.00 h ininterrumpidamente. Gratis.
Atrapado entre muñecos
Niñez y juventud entre cuerpos de materiales inertes. Así ha pasado Mueck gran parte de su vida. Nació en Melbourne (Australia) en 1958 y se crió en una familia de fabricantes de muñecos. Con semejantes genes paternos, el artista ya empezaba a crear muñecos con sus manos y a trastear con los materiales que un día le harían un imprescindible del arte moderno. Desde esos comienzos hasta la actualidad –vende cada pieza por un millón de euros–, por sus manos han pasado las marionetas de programas televisivos infantiles como Los Teleñecos o Barrio Sésamo (dedicado a ellos estuvo una década) y los efectos especiales de películas como Dreamchild y Labyrinth. Ahora, no cabe duda, su arte es mucho más rico.
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