El lucrativo arte de Jeff Koons, el niño bonito del arte moderno, invade el museo Whitney

  • La exposición del "niño bonito" del arte moderno es la primera que ocupa por completo las cuatro plantas del museo neoyorquino.
  • Tiene financiación del Bank of America y de la cadena sueca H&M, que pondrá a la venta un bolso conmemorativo con uno de los perritos del rey de la banalidad.
  • La retrospectiva, que abarca treinta años de obras polémicas y muy rentables, vendrá luego al Pompidou y al Guggenheim de Bilbao.
Los elementos decorativos horteras son constantes en la obra de Koons
Los elementos decorativos horteras son constantes en la obra de Koons
Whitney Museum of American Art, New York © Jeff Koons
Los elementos decorativos horteras son constantes en la obra de Koons

Es el niño bonito del arte moderno y se ha convertido en multimillonario —dicen que sólo superado en fortuna personal por Damien Hirst entre los artistas vivos— explotando la banalidad. Vende en las subastas a precios de otra galaxia, firma objetos tan improbables como un perro floral para el patio de entrada de un museo vasco, una porcelana de Michael Jackson y su chimpancé (4,2 millones de euros en la puja), pleitea al puro estilo reality con su ex esposa Ciccolina, veterana del porno y la política radical y, hace nada, mostró el culo y casi los genitales en un desnudo frontal mientras hacía máquinas en un gimnasio.

Ahora coloca 150 obras para llenar hasta la capacidad máxima los 2.500 metros cuadrados de las cuatro plantas, es decir, todas, del museo Whitney en Jeff Koons: a retrospective (Jeff Koons, una retrospectiva), una exposición con la cual la pinacoteca neoyorquina se despide de su edificio —la pinacoteca de arte moderno estadounidense está en proceso de traslado a las orillas del Hudson, donde el arquitecto Renzo Pianno les ha diseñado una nueva sede— echando el resto.

Mal gusto pero sin pasarse

Para la retrospectiva de Koons, la mayor dedicada al artista del mal gusto pero sin pasarse —150 obras además de un seto gigante floral en el cercano Rockefeller Center—, los gestores del museo han aprovechado el tirón comercial de poderse presentar como descubridores de la superestrella, a la que exhibieron antes que nadie, hace ya 35 años, y a la que dedican, por primera vez en la historia, toda la superficie del museo, y han encontrado promotores encantados de aparecer como patricios.

Dos firmas tan poderosas en sus sectores como Koons en la venta de mercancía vulgar presentada como arte han acudido al llamado. Por un lado, el Bank of America, la tercera empresa más grande del mundo en valor de mercado —acusada por la Fiscalía de fraudes hipotecarios y otras malas prácticas financieras—, y, por otro, la cadena sueca de moda pronta H&M, que ha anunciado la fabricación de una edición limitada de un modelo de bolso con uno de los perritos de globoflexia que son signos de identidad de Koons.

La exposición estará abierta al público hasta el 19 de octubre para luego viajar a otros dos museos que proclaman la koonsmanía —el Pompidou de París y el Guggenheim de Bilbao, que la ha comprado entre el 5 de junio y el 27 de septiembre de 2015—. El contenido es completista, abarca treinta y tantos años de obras polémicas y rentables que algunos consideran una burla y otros una sublimación. A esta altura de la historia, la polémica está bastante rebajada y, como ha escrito algún crítico, Koons es "descarado, bastante entretenido y tan digerible como un paquete de M&Ms".

"Hacemos lo que queremos"

En la gala inaugural, un desfile de vips, Koons dijo: "Esto es lo que quiero a mis 59 años: compartir mi viaje, mi diálogo con el arte, con otros artistas, con la comunidad en general". El creador, que al menos tiene la humildad de dedicarse a la obviedad cuando hace declaraciones, añadió que su obra parte de "ejercitar la libertad que todos tenemos, la libertad como individuos que hacemos exactamente lo que queremos".

Entre las obras expuestas está el Balloon Dog, subastado el año pasado por la cifra récord de 42 millones de euros; piezas de las Banality Series, realizadas a finales de los años ochenta, cuando Koons respondió a las críticas sobre su pobre mensaje artístico publicando anuncios en los diarios de más tirada en los que confesaba que es una "mala influencia" y "explota a las masas"; los tanques de agua con pelotas de baloncesto en suspensión, y el proyecto Made in Heaven, donde apareció desnudo junto a su entonces esposa Cicciolina.

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