El testigo, Gonzalo López, trabajó como minero durante 7 años en mina Conchita, donde coincidió con Emilio Suárez Trashorras.

"No estuve de pareja con él (...) sí con Raúl Gonzalez, pero sobre un mes nada más", ha asegurado el testigo.

Según ha relatado Gonzalo López, el primero que se cambiaba era quien cogía los explosivos que necesitaba para el tajo diario, sin que fuera apuntado en ningún registro.

Sin control alguno

"No se anotaba nada. A veces creo que sí se preguntaba (...) Al final del mes, por los metros que habías trabajado te descontaban de la nómina los explosivos que habías gastado", ha asegurado el testigo, afirmando que estaba en el convenio laboral.

"Si no se usaba todo no se devolvía. A lo mejor te quedaban 2 ó 3 kilos, y se guardaban por allí para no bajarlo a los polvorines y volver a usarlo otros días (...) lo dejábamos en el tubo de ventilación", ha afirmado el testigo, justificando esta práctica ya que nadie les avisó de que tenían que devolver o destruir el explosivo sobrante.

"No había ningún control con relación ahora", ha declarado el minero. "En los 7 años en los que trabajé en la mina, solo vi una vez a la Guardia Civil, pero nunca por dentro de las galerías", ha asegurado el testigo.

A preguntas de la defensa de Emilio Llano, el testigo ha asegurado que si hubiera faltado una cantidad importante de explosivos no se podía haber seguido trabajando en la mina,