La búsqueda de un padre suicida gana el premio Descubrimientos de PhotoEspaña de este año

  • La fotógrafa Mariela Sancari pegó carteles en las calles de Buenos Aires buscando a personas parecidas a su padre, muerto cuando ella tenia 14 años.
  • Nunca logró ver el cadáver porque el hombre se suicidó o por motivos religiosos y la falta de esa imagen la ha acercado a la fantasía de que quizá viva.
  • Colocó un estudio portátil en la plaza en la que jugaba de niña y retrató a los hombres que se acercaron a colaborar en el proyecto de recuperación de la memoria.
Una de las piezas del proyecto "Moisés", de la fotógrafa argentina residente en México Mariela Sancari
Una de las piezas del proyecto "Moisés", de la fotógrafa argentina residente en México Mariela Sancari
© Mariela Sancari
Una de las piezas del proyecto "Moisés", de la fotógrafa argentina residente en México Mariela Sancari

El cartel, una hoja fotocopiada similar a cualquier se busca de los que abundan en un mundo en que desaparecer es cosa brutal y común —sólo en los EE UU, la cifra es de aproximadamente 2.300 al día y unas 900.00 al año—, mostraba la foto en blanco y negro de un hombre de ojos saltones, moreno y de aspecto resuelto. El texto, del que conviene respetar el uso adecuado de las letras capitulares, añadía: "SE BUSCAN hombres entre 68 y 72 años de edad y con ojos claros, parecidos al señor de la foto, para formar parte de un proyecto fotográfico. Interesados comunicarse al 15 36097839 o presentarse en la plaza COLOMBIA (Suárez y Brandesen / BARRACAS) de lunes a viernes entre 11 y 14 horas".

Tras el cartel, que la fotógrafa Mariela Sancari (Argentina, 1976) distribuyó por todas las calles que pudo de Buenos Aires, hay una historia que tiene tanto de exorcismo como de búsqueda, de terror como de cariño: un ejercicio fotográfico sobre la recuperación de la figura perdida del padre para paliar la cicatriz sentimental interior que deja, como dice la autora citando uno de los dictados de la tautología, "no ver el cuerpo muerto de nuestros seres queridos", lo que "impide aceptar su muerte", dado que "contemplar el cuerpo inerte de la persona fallecida nos ayuda a superar una de las etapas más complejas del duelo: la negación".

Sancari, que acaba de ser anunciada con el proyecto como la ganadora del Premio Descubrimientos de la edición de este año de PhotoEspaña, necesitaba recobrar la figura de su padre, muerto en 1990, cuando ella y su hermana gemela tenían 14 años. Las niñas nunca vieron el cadáver y ni siquieran conocen el por qué de esa ocultación familiar. "Nunca supe si porque había sido un suicidio o por dogmas de la religión judía o ambas", explica de manera concisa y sin querer entrar en detalles que pertenecen a la esfera de lo íntimo y no requieren ser revelados.

"Dudar de su muerte"

El disimulo, fuera cual fuese el motivo, hizo daño a las Sancari. "No haberlo visto [el cuerpo] nos ha hecho dudar de su muerte de muchas maneras. La sensación de que todo fue una pesadilla y la fantasía que ambas tenemos de que nos lo vamos a encontrar caminando en la calle o sentado en un café nos ha acompañado todos estos años". De ese martirio nace Moisés, el proyecto de restauración de una memoria incompleta titulado —no podía ser de otra manera— con el nombre de pila del padre desaparecido.

En 2013 a la fotógrafa, que vive desde 1997 en México, país al que las hermanas y su madre se trasladaron en un "viaje sin rumbo" que Sancari narró en El caballo de dos cabezas, una crónica de la vida "suspendida en el tiempo" en que quedó la familia tras el suicidio del padre, le concedieron una beca a la creación del gobierno mexicano. No tuvo que pensar demasiado para decidir en qué deseaba invertir el importe de la ayuda: regresó a su barrio natal y se dispuso a buscar a su padre.

Edad similar a la que tendría el padre

El punto de partida fue sembrar las calles con los pasquines de se busca —que también publicó en algún diario—, pidiendo la participación de hombres que tuviesen entre 68 y 72 años, una edad similar a la que tendría Moisés Sancari de estar vivo y guardasen algún parecido físico con el suicida. Instaló un estudio portátil fotográfico en una de las plazas en las que jugaba cuando era niña para esperar la llegada de los hombres a los que otorgaría la condición metafórica de Moisés.

Eso es Moisés: una serie de retratos fantasmáticos de una persona que no está pero podría estar, una representación mental imaginaria provocada, en este caso, por el deseo. "Una vez leí que la función primordial de la ficción es favorecer la evolución, forzándonos a ser conscientes y convertirnos por un momento en la otredad a nuestro alrededor. Yo creo que la ficción nos ayuda a mostrar la bodega interminable del inconsciente, permitiéndonos representar nuestros deseos y fantasías", dice Sancari con palabras que suenan a grito y plegaria al mismo tiempo.

El proyecto, que la autora presentó a la sesión de visionados de Descubrimientos PHE celebrado en el Centro de Arte Alcobendas de Madrid, fue elegido como el ganador por el jurado —Ann Christin Bertrand, comisaria de fotografía de C/O Berlín; Raphaëlle Stopin, directora artística de Hyères Festival (Francia), y Greg Hobson, director del National Media Museum de Bradford (Reino Unido)—, que analizó los trabajos presentados en Madrid, Caracas y São Paulo.

Hermanas atadas por el cabello

Moisés consolida a la fotógrafa como dueña de una mirada cercenante como un escalpelo, la misma que había mostrado en El caballo de dos cabezas, donde la reunión de objetos familiares —el mechero dorado del padre, el cuenco de porcelana donde la abuela cebaba mate...— se yuxtaponen con retratos de las hermanas que intentan ser proyecciones de su conexión —atadas una a la otra por las trenzas del cabello, besándose como novias...—.

"La ausencia se volvió presencia entre nosotras, fortaleció un vínculo entre las dos que ha dado lugar a un complejo universo de significados y roles, de recuerdos e ideas borrosas que terminan por tejer un universo cifrado entre la ficción y la realidad (...) Quiero reflexionar sobre la identidad y la memoria y las múltiples formas en que se ven afectadas por el tiempo y el espacio. La naturaleza y el primer hogar son un regreso a la niñez, a la adolescencia, a ese momento de la pérdida de papá que nos dejó como suspendidas en el tiempo", explica la fotógrafa en el statement del proyecto.

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