Estocolmo exhibe cien cuadros del pintor Nils Dardel, el 'David Bowie sueco' de los años 20

  • Dandi, ambiguo y de tendencias autodestructivas, el artista flirteó con el surrealismo, pero se consagró como pintor de la 'era del jazz'.
  • Viajó mucho, bebió sin respiro pese a estar enfermo del corazón y tuvo relaciones impetuosas y de escándalo con hombres y mujeres.
  • Es uno de los mejores pintores suecos del siglo XX.
"El dandy moribundo", el óleo más conocido de Nils Dardel
"El dandy moribundo", el óleo más conocido de Nils Dardel
© Nils Dardel/BUS2013
"El dandy moribundo", el óleo más conocido de Nils Dardel

Cuando pintó Den döende dandyn (El dandi moribundo), el artista Nils Dardel acababa de cumplir 30 años. El óleo, su obra más conocida, representa a la figura yacente de un muchacho pálido y de aspecto andrógino vestido con un apabullante traje verde con chaleco blanco. Una mano reposa en el corazón y con la otra sostiene un pequeño espejo con el que quizá haya querido aprobrar la prestancia con que afronta la muerte. Tres mujeres y un hombre le lloran. Una de ellas se dispone a cubrir el cuerpo con un sudario de tonos vivos.

El cuadro, de estilo postimpresionista, es un autorretrato de Dardel. Queda claro no sólo en el aspecto físico del joven moribundo, similar al bello y siempre atildado artista sueco, sino en la premonición del título, una especie de declaración visceral del artista, uno de los mejores pintores suecos del siglo XX y un personaje atormentado, ambiguo y con tendencia a la autodestrucción.

Cronista apasionado de los locos años veinte

Poco conocido fuera del país nórdico, la exposición Nils Dardel och der moderna tiden (Nils Dardel y los tiempos modernos), en el Moderna Museet de Estocolmo hasta el 14 de septiembre, reúne un centenar de obras del pintor, la mayoría óleos y dibujos, así como diseños escénicos y de vestuario para ballet y una amplia colección de fotografías. Entre las obras que se han elegido para la muestra están las más emblemáticas del artista, un cronista apasionado de la era del jazz de los locos años veinte.

Aunque llevó una vida revoltosa y de ajetreo —era bisexual y sus aventuras y desventuras fueron difundidas en más de una ocasión públicamente— y se comportaba con temeridad —bebía hasta extremos nada recomendables dada la enfermedad del corazón que padecía como secuela de la escarlatina que padeció a los 17 años—, la muestra quiere demostrar que Dardel "no era sólo un excéntrico dandy en los salones de la alta sociedad", sino un artista de alcance comprometido con las vanguardias, viajero incansable —durante la revolución bolchevique estaba en Rusia, recorrió toda Europa y visitó Extremo Oriente, los EE UU y Sudámerica—, cosmopolita y defensor de una idea "moderna" y sin represiones de la existencia.

"Combinación salvaje de risa y lágrimas"

Para el comisario de la muestra, John Peter Nilsson, en el arte de Dardel se daba "una combinación a menudo salvaje de la risa y las lágrimas, la seriedad y la locura" que quizá tuviera que ver con sus contactos y flirteos iniciales con el dadaísmo y el surrealismo, sobre todo en París, ciudad que visitaba con frecuencia. No se dejó llevar por estas escuelas, sino que prefirió un postimpresionismo menos complejo y matizado por un elegante simbolismo.

"Presentaba en sus obras su propia vida privada y la de los individuos modernos e independientes con los que se relecionaba, en un juego de roles y creación y recreación de identidades, al igual que creó para sí mismo un personaje, el dandi democrático", añade Nilsson, que ve en el artista sueco un precursor de David Bowie y su gran variedad de alteregos, "inspirada sin duda por la escena radical y libre que prevaleció en torno a la I Guerra Mundial, la misma frontera que cruzó artísticamente Dardel".

Muerto prematuramente a los 55

Muerto prematuramente a los 55 años, a Dardel no le preocupaba en absoluto estar a la última ni abrazar la última. Prefería utilizar mitos ambivalentes y hacer de la banalidad una tragedia o viceversa. Entre las obras de la exposición hay algunas donde esta dualidad resulta palpable. En Visit hos excentrisk dam (Visita a una dama excéntrica, 1921), Crime passionele (Crimen pasional, 1921) y Vattenfallet (La cascada, 1921) hay una escandalosa alegría pero también el latido, menos visible pero presente, de un drama macabro.

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