Josemari, excura casado en 1971: "Me siento tan sacerdote como cuando me ordené hace 56 años"

José María Lorenzo, sacerdote que se casó hace 40 años.
José María Lorenzo, sacerdote que se casó hace 40 años.
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José María Lorenzo, sacerdote que se casó hace 40 años.

El pasado 27 de mayo, el papa Francisco dio un paso histórico al dejar abierta la posibilidad de suprimir el celibato de los sacerdotes. El sumo pontífice recordó que la soltería de los curas "no es un dogma de fe en la Iglesia Católica", que en los ritos orientales éstos pueden casarse y que "la puerta está siempre abierta" para tratar el tema. Aunque dejó también claro que ésta no es una de sus prioridades de su papado —"hay otros temas sobre el tapete"—.

"El celibato es una regla de vida que yo aprecio mucho y creo que es un regalo para la Iglesia". Y es que pese al histórico paso, el Vaticano no parece dispuesto a iniciar una revolución, si atendemos a las manifestaciones del papa Francisco. Los movimientos parecen ir más encaminados a abrir el debate sobre el matrimonio de los religiosos, y alejarse de posiciones dogmáticas más duras, como eran las mantenidas por los anteriores pontífices.

Precisamente esta predisposición a modificar el derecho canónico católico llegaba pocos días después de que un grupo de 26 mujeres enviaran una carta al papa en la que le solicitaban una revisión de la disciplina del celibato. Este grupo de mujeres habían vivido o vivían una relación sentimental con un sacerdote y querrían hacerlo sin ocultarse. Inicialmente la curia romana evitó comentar este escrito, si bien ha sido el propio Bergoglio el que ha respondido.

La reclamación de estas 26 mujeres se une a la que desde hace décadas mantienen los llamados religiosos secularizados. Aquellos que, una vez que evidenciaron su imposibilidad de continuar siendo célibes, fueron obligados por la Iglesia a abandonar la práctica sacerdotal. En España, donde no hay datos oficiales actualizados y solo estimaciones de los propios colectivos, son entre 6.000 y 7.000 hombres, muchos de los cuales se han organizado a través de asociaciones como la Federación Estatal de Secularizados (FES).

"Con el derecho canónico se ha hecho una muralla"

Uno de estos activistas por los derechos de los curas casados es Josemari Lorenzo, religioso cercano ya a los 80 años, bloguero y residente en Vitoria. Su historia es similar a la de otros muchos curas, que sin perder ni un ápice de su sentimiento católico, han tenido que apartarse de la labor sacerdotal regular tras contraer matrimonio. Así, aunque apoya la existencia de religiosos célibes, también reclama una apertura de la Iglesia que permita el sacerdocio de hombres casados.

"Me casé hace más de 40 años. Me di cuenta de que el celibato no era lo mío y me entró una depresión profunda", explica este religioso, que reconoce que aquella decisión le conllevó entonces ser sometido a la ignominia, vejaciones y humillaciones, así como otras consecuencias negativas de tipo social. "A pesar de mi secularización nunca he dejado el sacerdocio, sino el ministerio, la clerecía. Me sigo sintiendo tan sacerdote como cuando me ordené hace 56 años", reinvindica.

En su opinión, el paso dado por el papa Francisco "no tiene valor en el sentido de que no ha dicho nada concreto. Eso sí, ha roto el tabú que había sobre el tema, y se va a empezar a discutir". Así, cree que como hiciera en su momento el papa Juan XXIII, tratará de impulsar modificaciones en el sentido de eliminar prohibiciones como esta, aunque "no lo hará como Juan XXIII, ya que a él se le echó encima la curia vaticana. Bergoglio lo hará en sintonía con los obispos, que en su mayoría fueron nombrados por Juan Pablo II y Benedicto XVI", añade.

¿Llegaremos a ver curas casados? Lorenzo no se muestra demasiado optimista en su caso: "No voy a ver el final del celibato. No se puede retirar de un plumazo. Se conserva por una cuestión económica, porque con 1.000 euros, por ejemplo, puede vivir un sacerdote, pero no una familia", indica, al tiempo que prevé que se darán pequeños pasos progresivos en esa dirección.

"Ordenar a los catequistas de África, por ejemplo, puede ser un primer paso. En la práctica ya hacen una labor similar a la de un cura", prevé este religioso. Su idea es que después podrían ordenarse los diáconos, que son más de 100.000 en todo el mundo, "y un tercer paso podría pasar por ordenar a los religiosos secularizados como yo", estima.

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