Proliferan los movimientos de lucha social y desobediencia civil auspiciados por la PAH y el 15-M

  • Tienen en común la desconfianza hacia los "poderes fácticos".
  • La crisis, los recortes y los desahucios han provocado el fenómeno.
  • Okupas y entidades de barrio y plataformas contra proyectos urbanísticos municipales tienen una larga tradición en Barcelona.
Imagen de archivo de una protesta de los indignados.
Imagen de archivo de una protesta de los indignados.
EFE
Imagen de archivo de una protesta de los indignados.

Movimientos alternativos, de desobediencia civil, de lucha social, antisistema,... los ciudadanos de Barcelona hace décadas que se organizan para combatir a unas estructuras que no les convencen pero en los últimos años han proliferado tomando un nuevo empuje a raíz del movimiento de los indignados. Se inspiran en el 15-M pero también en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y las asociaciones de barrio contra proyectos urbanísticos.

Estos movimientos tienen en común la lucha social al margen del sistema establecido, pero con muchos matices. Un ejemplo del fenómeno es la plataforma Desobeïm 2014 (Desobedecemos 2014), que reúne una larga lista de entidades movilizadas contra los recortes, la ley del aborto, la llamada ley mordaza o la reforma del Código Penal.

«Ante una situación en que hay tantas injusticias por parte de los poderes fácticos, la única vía es la insumisión», expone Rolando d'Alessandro, miembro del colectivo Somos 27-M, creado para denunciar la carga policial de hace tres años para desalojar a los indignados de pl. Catalunya.

Según d'Alessandro, se trata de «un sentimiento de deber cívico» y confirma que «cada vez hay más gente que se organiza» para protestar, ya sea okupando y gestionando espacios como Can Batlló, ya sea entrando en política, o bien «sencillamente no cumpliendo la ley».

El movimiento okupa tiene profundas raíces en Barcelona, donde ha sido respetado y repudiado a partes iguales por los vecinos. Existen casos de colaboración exitosa entre los barrios y los centros autogestionados que imparten charlas, cursos y actúan como dinamizadores sociales y culturales. Quedan para el recuerdo el Casal de Joves de Gràcia (Torrent de l'Olla) o la mítica Hamsa (Hostafrancs), símbolos del movimiento squatter ya desalojados. Desde estos centros se ha canalizado buena parte de la organización antisistema y de desobediencia civil.

Tampoco hay que olvidar reivindicaciones puntuales que pasaban por la desobediencia. Hizo fortuna el #novullpagar contra los peajes, que terminó con miles de multas a conductores que se negaron a abonar las tasas de las barreras. Al aplicar la subida de tarifas del transporte público, a principios de año, se mostró especialmente activa la plataforma Stop Pujades del Transport Públic, que llegó a bloquear cada miércoles, durante meses, las estaciones de metro más concurridas y hacía una llamada a no pagar el billete para protestar contra el tarifazo.

La opción política de Podemos

Los miles de votos recogidos en Barcelona ciudad por el partido Podemos confirmaría esta tendencia al alza: concretamente, fueron 27.445 sufragios, el 4,7% del total, provenientes, sobre todo, de barrios con más paro y pobreza, en los distritos de Nou Barris, Sant Martí y Sant Andreu.

Así lo analiza, también, Rosario Cunillera, una de las fundadoras de los Yayoflautas. «Somos hijos del 15-M», recuerda esta activista de 70 años, y añade que se movilizan «en contra de este sistema, que lo llaman democracia y no lo es». Comenzaron protestando contra los recortes y sus reivindicaciones se extienden ahora a otros ámbitos, como la vivienda o la libertad de expresión, relata Cunillera.

«Son movimientos de reacción ante una agresión que la gente siente que proviene del sistema», aclara Daniel Raventós, profesor de Teoría Sociológica en la Universitat de Barcelona. «El punto de inflexión fue a comienzos de la crisis», explica, cuando se iniciaron las medidas de austeridad contra la crisis.

¿Por qué han proliferado? «Se ha conseguido avalar moralmente el paro de los desahucios» y ahora se percibe que la movilización «tiene una utilidad», aclara Raventós.

Incluso la Federació d'Associacions de Mares i Pares d'Alumnes de Catalunya (FaPaC) llama a la desobediencia y ha creado un Manual de resistencia activa para que las Ampas no cumplan la Ley Wert.

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