Cataratas Victoria, el estruendo de las aguas del río Zambeze

Las cataratas Victoria precipitan con estruendo las aguas del río Zambeze.
Las cataratas Victoria precipitan con estruendo las aguas del río Zambeze.
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Las cataratas Victoria precipitan con estruendo las aguas del río Zambeze.

A medio camino entre Zambia y Zimbabue, las cataratas Victoria precipitan con estruendo las aguas del río Zambeze. Ninguna fotografía es suficiente para describir esta maravilla de la naturaleza.

Un lejano murmullo que no cesa resuena en el corazón del Parque Nacional de Mosi-oa-Tunya, en el país africano de Zambia. El rumor se convierte en certeza cuando nos aproximamos al impresionante abismo de las cataratas Victoria, un espectáculo producido por las aguas del río Zambeze al desplomarse por los 108 metros de caída libre que cincelan la frontera con el vecino Zimbabue. Un caprichoso accidente geográfico que deja al diminuto visitante sobrecogido ante la inmensidad de la naturaleza.

Si bien no constituyen el salto de agua más alto del mundo -el Salto Ángel, en Venezuela, ostenta este récord, con 979 metros-, las cataratas Victoria conforman la cortina continua de agua más larga del planeta, con 1,7 kilómetros de extensión que, en su época de máximo caudal, arroja hasta 500 millones de litros de agua por minuto.

Ello convierte el lugar en un paraje de absoluta singularidad que, ya en 1855, dejó prendado al escocés David Livingstone: fue el primer europeo en descubrir las cataratas y el hombre que las bautizó con el nombre de Victoria, en honor a la monarca del Reino Unido.

Los sonrientes guías locales no tardan en confesar, con orgullo, el aprecio que guardan las gentes de Zambia por el doctor Livingstone, no solo por dar a conocer al mundo esta maravilla natural que hoy es Patrimonio de la Humanidad, sino por defender los derechos de los pueblos conquistados por el imperialismo.Tal es el cariño que le profesan, que tras la descolonización del país la ciudad de Livingstone es la única en todo Zambia que aún conserva el nombre inglés otorgado por los británicos al municipio.

‘El humo que truena’ significan, en lengua local, las palabras mosi-oa-tunya, que dan nombre al espacio natural que alberga las cataratas en su vertiente zambiana. El sonido del agua es verdaderamente ensordecedor, aunque su intensidad varía mucho en función de la época del año. La temporada idónea para ver las cataratas probablemente sea entre junio y octubre, en pleno invierno y primavera austral.

Noviembre, diciembre y enero constituyen la estación seca, época en la que se pueden apreciar con detalle los sinuosos antojos geológicos de las cataratas. Durante estos meses no gozan de gran esplendor, así que conviene acudir al lado de Zimbabue para verlas con mayor caudal. Y en abril y mayo el nivel del río está en tal apogeo que el salpicar de las aguas provoca una densa  nube de humo que dificulta la visión.

Aunque en realidad la época idónea depende de lo que uno quiera hacer allí. En el Zambeze, apodado como ‘el río suerte o muerte’, puede practicarse uno de los raftings comerciales más famosos -y peligrosos- del mundo. Esto solo es posible cuando el caudal del agua es menor.

Y los más intrépidos preferirán también esta época para poder darse un chapuzón en la Piscina del Diablo, una alberca natural a la que se accede en barco y que, cuando el río baja, permite bañarse en las aguas del Zambeze, literalmente al borde del abismo de las cataratas. Así que la fecha perfecta para visitar este paraíso es más bien cuestión de gustos o amor por la adrenalina.

Cómo organizar el viaje

Como todo paraíso que se precie, llegar hasta él no es sencillo, y hay que preparar el bolsillo. Para visitarlas desde Zambia, se vuela hasta Livingstone. Para verlas desde Zimbabue, hasta la ciudad de Victoria Falls. En ambos casos, lo habitual es hacer escala en Johannesburgo (Sudáfrica), y arribar a Johannesburgo desde España significa hacer escala en Dubái, El Cairo o alguna ciudad europea. Así que el día y medio de viaje en avión es prácticamente inevitable, y el precio del billete de ida y vuelta rara vez desciende de los 1.000 euros en los meses de mayor esplendor de las cataratas.

La oferta hotelera es variada, pero no demasiado extensa. Hay establecimientos tipo lodge por unos 50 euros la noche, pero la mejor experiencia será dormir en alguno de los hoteles ubicados dentro del recinto de las cataratas. En ellos, las cebras y jirafas campan a sus anchas, el rumor del agua se escucha continuamente y el precio de la entrada al recinto (20 dólares en Zambia y 30, en Zimbabue) ya está incluido en la estancia. Eso sí, la tarifa no bajará de 300 euros la noche.

Las carreteras, los vehículos, la gente descalza o los elefantes que vagan junto a las calzadas recuerdan al turista que se halla en el continente africano. La seguridad es un asunto importante, por lo que no viene mal asegurarse los traslados y el acceso a los recintos con una agencia local.

Para pasar de Zambia a Zimbabue -o viceversa- y ver las cataratas desde ambas vertientes, habrá que pagar un visado de 50 dólares. Y además es necesario llevar la cartilla internacional de vacunación (yellow card), ya que la vacuna de la fiebre amarilla es obligatoria para transitar entre países como Zambia o Sudáfrica.

La propuesta de actividades para entretener la estancia es muy diversa: rafting, bungee jumping, pesca o rutas en quad, entre las deportivas; vuelos en helicóptero (200 $/persona) o en microlight; viajes en barco (25 $); safaris de uno (200 $) o varios días; excursiones a pie o cenas en trenes ambientados en la era victoriana -como el Royal Livingstone Express, en la imagen-. Y, por supuesto, largos paseos por la senda que recorre las cataratas. Prepara el chubasquero, porque te vas a mojar.

La cataratas se desploman formando una densa nube de gotas de agua. A la derecha, puesta de sol sobre el río Zambeze y los jardines del Royal Livingstone Hotel, por donde cruzan las cebras. Bajo estas líneas, el tren de época Royal Livingstone Express.

Datos prácticos

  • La mejor temporada: quizás sea entre junio y octubre.
  • Cómo llegar: La escala en Johannesburgo es inevitable, y probablemente deberás hacer noche. Desde allí, dos horas de vuelo hasta las cataratas.
  • Alojamiento: El Royal Livingstone o el Victoria Falls son los mejores hoteles.
  • ¿Desde qué país verlas? El lado de Zimbabue proporciona quizás mejores panorámicas, pero desde Zambia pueden verse mucho más de cerca. Los precios y hoteles son similares en ambos países.
  • Documentación: Además del pasaporte, es obligatoria la cartilla de vacunación, con la vacuna de la fiebre amarilla. También es recomendable vacunarse contra la hepatitis A y tomar un profiláctico contra la malaria.
  • Moneda: Lo más sencillo es llevar dólares estadounidenses (posteriores a 2006; los anteriores no los aceptan). Los euros apenas se utilizan, pero están muy bien valorados en las propinas.
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