El Real Madrid gana la Décima por no perder la fe ante un Atleti que aguantó hasta el final

El portero y capitán del Real Madrid, Iker Casillas, levanta la décima copa de Europa del Real Madrid, lograda en Lisboa tras derrotar en la prórroga 4-1 al Atlético de Madrid.
El portero y capitán del Real Madrid, Iker Casillas, levanta la décima copa de Europa del Real Madrid, lograda en Lisboa tras derrotar en la prórroga 4-1 al Atlético de Madrid.
EFE
El portero y capitán del Real Madrid, Iker Casillas, levanta la décima copa de Europa del Real Madrid, lograda en Lisboa tras derrotar en la prórroga 4-1 al Atlético de Madrid.

Hace 40 años, el Atlético de Madrid tenía una Copa de Europa ganada cuando un gol en el descuento del cuatro del equipo rival, que iba de blanco, forzó la reanudación, pues entonces no había prórroga. En ese 'replay', aquel equipo, el Bayern de Múnich, le metió cuatro goles al Atleti. Pues cuatro décadas después, ocurrió algo parecido. Al Atleti le empataron en el 93 y el equipo de blanco acabó marcando cuatro goles. La historia es a veces caprichosa.

Y qué decir de los campeones. El Madrid tuvo siempre fe, tuvo más el balón, tuvo más ocasiones. Mereció la victoria y demostró que no se rinde nunca. Por fin alcanzan la Décima. El Madrid se quita la presión para el futuro.

El partido empezó feo. El Real Madrid disfrutaba de la posesión y el Atleti a lo suyo, a lo de todo el año:  presión, trabajo, esfuerzo. Los rojiblancos sufrieron, no obstante, un varapalo muy pronto. A los nueve minutos, el milagro de la placenta de yegua se esfumó. Diego Costa fue sustituido. Alinearlo fue un error que Simeone pagaría caro. Apenas había dado tiempo a verlo en acción, pero parecía inseguro. Simeone no lo dudó. Quería jugar con 11 y tal y como pasó en Barcelona hace siete días, dio entrada a Adrián.

Y al igual que en Barcelona, el Atleti no pareció acusar el golpe. No creaba ocasiones claras, más allá de un par de centros de Juanfran que despejó la zaga madridista. Tampoco creaba peligro el Madrid, cuyos dos atletas, Cristiano y Bale, estaban algo desconectados de sus compañeros. Así, los ataques blancos consistían en colgar balones, que o bien salían fuera o eran despejados.

Pero en el minuto 33, el partido pudo cambiar. Tiago cometió un grave fallo en una entrega al sacarla desde atrás y Gareth Bale la cazó. El galés avanzó con el balón, se internó en el área, amagó para que Courtois se venciera, y cuando lo tenía todo a su favor, disparó fuera.

El siguiente fallo grave lo cometió un jugador del Real Madrid y el Atleti no lo desaprovechó. Córner a favor del Atleti. Despeja la defensa blanca y en la frontal, Gabi vuelve a cabecear para meterla en la olla, donde se había quedado Godín, que pudo rematar. El cabeceo no tenía mucha fe, pero se dio la circunstancia de que Casillas hizo una salida horrorosa, dubitativa. Intentó rectificar pero su estirada no evitó que el balón entrara. Por si acaso, Raúl García había remachado.

Era el 36 y el partido estaba como el Atleti deseaba. Aguantó los diez minutos restantes con comodidad e incluso con un remate peligroso de Adrián desde, cómo no, otro córner.

En la segunda parte, salió mejor el Atleti. Muy activos Adrián y Villa, los asturianos tuvieron unos minutos en los que comandaron a un Atleti valiente, bien apoyado por Koke y Gabi en la media. El Madrid despertó cuando en el 55, Cristiano Ronaldo tuvo una triple ocasión, iniciada en un lanzamiento de falta que Courtois despejó a córner.

Viendo que la cosa no funcionaba, Ancelotti dio entrada a Marcelo e Isco por Coentrao y Khedira, buscando más profundidad y más control de balón. En efecto, el Madrid atacó con más peligro, pero el Atleti no dejaba de inquietar gracias a Adrián y a base de forzar saques de esquina.

Final de infarto

No obstante, el Atleti dio un pasito atrás y el Madrid, combinando mucho más, llegó al área de Courtois con mucha frecuencia. La respuesta rojiblanca, la habitual: despejar, despejar y despejar. Los ataques merengues eran cada vez más intensos. Ancelotti quemó naves: entró Morata por Benzema. Los atléticos empezaban a acusar el cansancio. Godín sacó una casi bajo de palos... se avecinaba final de infarto.

Y vaya si lo fue. Kuipers añadió cinco minutos y en el 93, cuando la fe madridista se diluía, llegó un córner y Sergio Ramos, que ha hecho un final de temporada de nivel Balón de Oro, remató pegado al palo derecho. Courtois no llegó y la afición madridista entró en delirio. Había prórroga.

Al tiempo extra llegaba el Atleti extenuado y el Madrid con una dosis de fe gracias al gol del de Camas. Comenzó la prórroga con ambos equipos dándose una pequeña tregua. El Atleti la necesitaba y el Madrid, superior en lo físico y en lo mental, se lo podía permitir.

A poco que apretaban los blancos, creaban peligro. El Atleti veía los penaltis como único objetivo. Aun así, el Madrid dejó pasar todo el primer tiempo de la prórroga.

Y es que parecía que el Madrid marcaría cuando quisiera. Es lo que ocurrió. En el 110, Di María (que fue elegido mejor jugador de la final) protagonizó una jugada personal, disparó y Courtois despejó. El rechace, alto, lo cazó Bale con la cabeza y lo marcó. Un gol que valía una Copa de Europa. En el 118, en un partido en el que nadie corría, Marcelo marcó de jugada individual. Un minuto después, Cristiano forzó un penalti que anotó él mismo. Goleada quizá demasiado abultada, pero ya daba igual. Se acabó el tran-tran de la Décima. Al Atleti le queda el sabor de una temporada dulce.

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