Parma, museos del buen comer: del tomate, del parmesano y ahora también de la pasta

  • El recién inaugurado Museo de la Pasta se sitúa en la Corte de Giarola y dentro de las llanuras del Parque Fluvial del Taro.
  • Este producto "a priori" simple ha marcado el desarrollo de todo un país.
  • Barilla es el gran fabricante de pasta italiano que en buena parte ha promovido y que ha donado gran parte del material que compone hoy el museo.
Espaguetis en el Museo de la pasta de Parma.
Espaguetis en el Museo de la pasta de Parma.
EFE
Espaguetis en el Museo de la pasta de Parma.

Como macarrones, en espaguetis, tallarines, ñoquis o de las mil y una formas que puede adoptar, no hay duda de que la pasta es la "reina" de la cocina italiana, un símbolo más del país que desde ahora cuenta con un museo en Parma (norte de Italia), dedicado a toda su repercusión e historia.

"La pasta es uno de los elementos de identidad de la cocina italiana. Las recetas de la pasta en Italia son diversas e innumerables, así como las formas de ésta que se combinan con tantos condimentos", dice el vicepresidente de la Asociación de Museos de la Alimentación de Parma, Albino Ivardi.

Situado en la Corte de Giarola, una antigua granja medieval que pertenecía a unas hermanas benedictinas hasta la llegada de Napoleón, y dentro de las llanuras del Parque Fluvial del Taro, el recién inaugurado Museo de la Pasta  rinde homenaje al alimento base de la dieta italiana. Historia, ciencia y arte se combinan para presentar a este producto "a priori" simple pero que ha marcado el desarrollo de todo un país.

Así se observa a cada uno de los pasos que se dan para recorrer este museo, en el que se pasa de la prehistoria a la actualidad, del trabajo manual al mecanizado y de las primeras grafías publicitarias a todo el imaginario cultural en el que la pasta se ha insertado. "El objetivo es contar la historia de las antiguas generaciones que se fatigaron y sudaron tanto y con tanta voluntad e inteligencia para regalarnos este gran producto que hoy es protagonista de nuestra economía y de nuestra mesa", explica Ivardi.

Por ello, antiguos molinos y simples rodillos o cortadores que representan a la antigua producción casera dan paso a sofisticadas maquinarias y herramientas o variopintos carteles y anuncios ya pertenecientes a la era industrial y contemporánea. "Toda esta historia corre el riesgo de perderse, tenemos tan asumida la pasta como producto que no caemos en la cuenta de todo lo que ha conllevado detrás, por eso son necesarios los museos para explicarlo, en especial a los jóvenes", declara.

Ivardi destacó que de los 15.000 visitantes que pasaron el pasado año por los Museos de la Alimentación de Parma –tomate, parmesano, salami de Felino y jamón, a los que ahora se unen el de la pasta y el del vino– cinco mil eran estudiantes. Con este nuevo Museo de la Pasta, la asociación que los dirige prevé incrementar el número de visitantes en otros cinco mil.

Barilla es el gran fabricante de pasta italiano que en buena parte ha promovido y que ha donado gran parte del material que compone hoy el museo. "La idea original de este museo, de hecho, parte de Pietro Barilla, de quien fui asistente durante mucho tiempo y que murió hace 20 años. Él me decía: 'Nos tocará a nosotros hacer un museo que cuente la historia del importante alimento italiano', y así ha sido", recuerda.

El Museo de la Pasta se sitúa en el piso superior de la misma finca donde se encuentra el Museo del Tomate, otro producto clave en la gastronomía italiana y vital en la economía parmesana. "La pasta y el tomate son un clásico de la cocina italiana que hemos exportado desde Italia a todo el mundo (...) Hoy se cuentan por centenares los países donde hay restaurantes italianos que siguen esta tradición donde la pasta como primer plato es verdaderamente la reina", remarca Ivardi.

La apertura de la Cantina y Museo del Vino eleva a seis el número de museos de los alimentos y cerrará por el momento este circuito que homenajea a la gastronomía italiana. "Pasta, tomate, queso, jamón, salami y vino. Yo creo que si me apura para vivir y disfrutar realmente no necesitamos más", concluye sonriente y satisfecho Ivardi.

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