La Junta destina 266.000 euros a la receta electrónica, que se pilotará desde verano en Valladolid

El Consejo de Gobierno ha autorizado a la Consejería de Sanidad la contratación, por 266.200 euros y hasta el año 2017, del software de aplicaciones J2EE, necesario para poder poner en marcha antes de que acabe este año el proyecto de receta electrónica en la Atención Primaria de Castilla y León, iniciativa que se pilotará desde este verano en Valladolid.
Medicinas, Medicamentos, Fármacos
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EUROPA PRESS
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El Consejo de Gobierno ha autorizado a la Consejería de Sanidad la contratación, por 266.200 euros y hasta el año 2017, del software de aplicaciones J2EE, necesario para poder poner en marcha antes de que acabe este año el proyecto de receta electrónica en la Atención Primaria de Castilla y León, iniciativa que se pilotará desde este verano en Valladolid.

En concreto, el proyecto ya está diseñado y se encuentra en fase de explotación y prueba, de manera que se pondrá en marcha este verano en las oficinas de farmacia de una zona básica de salud ubicada en la provincia de Valladolid.

Así, en función de los resultados obtenidos, se iniciarán las inversiones y actuaciones necesarias para garantizar que los centros sanitarios de Sacyl y las farmacias puedan conectarse a la aplicación informática del Sistema Nacional de Salud, necesaria para la interoperabilidad entre todas las comunidades autónomas.

Las disponibilidades presupuestarias marcarán el año que viene la implantación progresiva de la receta electrónica en Atención Primaria, en Atención Especializada y en todas las oficinas de farmacia de Castilla y León.

La necesidad de contratar esta licencia informática es disponer en Sacyl de un servidor de aplicaciones de alto rendimiento, alta disponibilidad y escalable para poder proveer los servicios de dispensación asociados al proyecto de receta electrónica, pudiéndose alcanzar 1.600 farmacias de forma concurrente.

Historia clínica única

Las ventajas de la implantación del sistema de receta electrónica son múltiples, la primera de ellas un avance significativo en el desarrollo de la historia clínica única, unificando la prescripción en atención primaria y en atención especializada, con repercusión en la mejora de la asistencia al paciente, han señalado fuentes el Gobierno autonómico.

En segundo lugar, un ahorro en papel de más de 400.000 euros anuales, al suprimirse las recetas tradicionales. Se consigue también más tiempo para que los médicos puedan dedicarse a otras tareas clínicas. Además, los profesionales podrán acceder a una base de datos de prescripción, facilitando su trabajo.

Otra ventaja consiste en la potenciación de la labor de los farmacéuticos como agentes de salud, así como la colaboración entre profesionales, médico y farmacéutico, mejorando la atención del paciente.

Este sistema permitirá además una reducción de la frecuentación de los pacientes a los centros de salud, que en algunas regiones llega al 40 por ciento. En todo caso, en Castilla y León no se espera un impacto tan elevado, dado que el módulo de prescripción informatizado actual ya permite la impresión de recetas para un periodo de seis meses en el caso de tratamientos crónicos.

La receta electrónica permite una mejora de la seguridad del uso de los medicamentos y mayor control de estos, con disminución de errores, ya que el farmacéutico dispondrá de mecanismos que garanticen la dispensación del producto prescrito, evitando así los errores de dispensación asociados a la prescripción tradicional.

Por último, se consigue la interoperabilidad con las aplicaciones de receta electrónica de otras comunidades, con la disponibilidad de información cruzada sobre datos de prescripción y dispensación, lo que posibilita la realización de análisis, impactos y estudios de utilización de medicamentos.

El esquema de funcionamiento de la receta electrónica es muy sencillo: comienza con la visita del paciente a su médico quien, por medio de la tarjeta sanitaria, accede a su historia clínica, realiza un diagnóstico y, si procede, marca el tratamiento que podrá ser de corta o larga duración. El médico emitirá la hoja de tratamiento que entregará al paciente, en la que figuran todos los medicamentos y cómo debe tomarlos.

El paciente acude a la farmacia con este documento y su tarjeta sanitaria. El farmacéutico pasará la tarjeta por un lector, accederá al tratamiento y dispensará el medicamento. En el caso de que se trate de un paciente crónico, cuando se le agote el envase volverá a la farmacia sin tener que ir de nuevo al médico, puesto que sus datos ya constarán en el sistema.

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