La hija de la asesina confesa de Isabel Carrasco observó el crimen desde la ribera del río

  • Un testigo explica que Carrasco se desplomó tras el primer disparo y que la asesina confesa disparó otras dos veces cuando ya estaba en el suelo.
  • Tras ejecutar a su víctima, dio marcha atrás hacia el Paseo de la Condesa, se reunió con su hija, le entregó el arma homicida y emprendieron la huida.
  • Un policía jubilado que paseaba junto a su mujer y que fue testigo del crimen, fue clave en el esclarecimiento del crimen.
Un ramo de flores y varias velas recuerdan a la presidenta de la Diputación de León y del PP provincial, Isabel Carrasco, en el lugar en el que fue abatida a tiros por una mujer.
Un ramo de flores y varias velas recuerdan a la presidenta de la Diputación de León y del PP provincial, Isabel Carrasco, en el lugar en el que fue abatida a tiros por una mujer.
EFE/ José Luis Cereijido
Un ramo de flores y varias velas recuerdan a la presidenta de la Diputación de León y del PP provincial, Isabel Carrasco, en el lugar en el que fue abatida a tiros por una mujer.

Montserrat Triana M., de 35 años, en prisión provisional por la muerte la presidenta de la Diputación de León , observó desde la ribera del río Bernesga cómo su madre, María Montserrat G., de 55, abatía a tiros el pasado 12 de mayo a Isabel Carrasco, según fuentes de la investigación. Así se desprende de la declaración de una testigo que presenció toda la secuencia del crimen, cometido cuando la presidenta de la Diputación de León y del PP provincial atravesaba una pasarela peatonal sobre el río Bernesga para dirigirse a la sede de su partido.

Según han precisado fuentes de la investigación, esta testigo ha declarado que la joven no estuvo en ningún momento sobre la pasarela y los veinte metros que separan el inicio del puente, que une el Paseo de la Condesa con la Avenida de Salamanca, con el lugar exacto en el que fue abatida Carrasco, los recorrió en solitario su madre.

Ha añadido que María Montserrat, que llevaba la cara cubierta con un pañuelo azul, siguió a Carrasco por la pasarela y cuando ésta se encontraba hacia la mitad le disparó por la espalda a escasa distancia. La testigo sostiene que a causa de ese disparo Carrasco se desplomó y recibió otros dos tiros en el suelo. Tras ejecutar a su víctima, dio marcha atrás de nuevo hacia el Paseo de la Condesa, se reunió con su hija, le entregó el arma homicida y ambas emprendieron la huida a paso rápido pero con aparente calma.

En este momento entró en acción un personaje clave en el esclarecimiento del crimen, un policía jubilado que paseaba junto a su mujer y que también fue testigo del crimen. Este agente jubilado ha declarado ante la Policía que fue consciente desde el primer momento de la identidad de la víctima y decidió seguir a las dos mujeres. En un momento dado, ambas se separaron y optó por seguir a la que había visto efectuar los disparos.

Mientras tanto se había puesto en contacto telefónico con la Policía y les iba comunicando la situación de la mujer hasta que ésta llego a la Gran Vía de San Marcos, se introdujo en un Mercedes deportivo y se sentó en el asiento del copiloto. Allí fue detenida e identificada y transcurridos unos minutos llegó su hija, que se había separado de su madre para deshacerse del arma homicida, que depositó en el coche de Raquel G., de 41 años, una policía local de León con la que mantiene una estrecha amistad, y que también esta imputada por este crimen, según las fuentes.

Testigos presenciales afirman que Montserrat Triana y Raquel se vieron en la calle poco después del crimen en lo que no parecía un encuentro casual, como han declarado ante la Policía y la jueza que instruye las diligencias del caso. Las tres están ya en la prisión provincial de la localidad leonesa de Mansilla de las Mulas, muy próxima a la capital, imputadas por homicidio, atentado contra la autoridad y tenencia ilícita de armas.

La instrucción se centra ahora en tratar de determinar la implicación de esta agente en el caso, a la que jueza envió a prisión el pasado viernes tras una declaración plagada de "incongruencias" y en la que no supo ni pudo justificar cómo llegó el arma a su poder ni por qué tardó treinta horas en entregarla en comisaría.

Los investigadores aseguran que María Montserrat y su hija llevaban años alimentando su odio hacia Isabel Carrasco, a la que acusaban de haber despedido a la segunda de la Diputación de León en 2011.

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