John Deakin, el fotógrafo más loco, borracho y brillante de la bohemia del Soho londinense

  • Inquietante, alocado y dictatorial, Deakin fue el gran cronista de los antros de los artistas, actores y escritores de la capital inglesa durante los años 50 y 60.
  • Íntimo amigo de Francis Bacon, a quien hizo las fotos de los trozos de carne de vacuno, el fotógrafo exigió antes de morir que el pintor identificase su cadáver.
  • Un libro y una exposición reviven la obra de uno de los retratistas más personales y salvajes —casi siempre trabajaba absolutamente borracho— del siglo XX.
Famoso retrato de Francis Bacon, íntimo amigo del fotógrafo John Deakin
Famoso retrato de Francis Bacon, íntimo amigo del fotógrafo John Deakin
John Deakin / Vogue copyright © 2014 The Condé Nast Publications Ltd
Famoso retrato de Francis Bacon, íntimo amigo del fotógrafo John Deakin

"Nunca me interesaron los retratos lucrativos. Pude hacerlos, pero no quiero ese dudoso esplendor", escribió en una ocasión John Deakin (1912-1972), uno de los fotógrafos ingleses del siglo XX con personalidad más abrasiva y peores modales. Los muchos amigos que soportaron sus borracheras, arranques de mala uva, olvidos y desplantes, definieron a la perfección la duplicidad del carácter del artista. "Como la Ceniciente y sus malvadas hermanastras en una misma persona", resumió el gran pintor Lucian Freud en la que quizá sea la descripción más plástica sobre Deakin.

Despedido dos veces de la revista Vogue y dos veces vuelto a contratar —en las cuatro ocasiones por el mismo director—, capaz de hacer retratos penetrantes hasta el alma mientras estaba totalmente borracho, habitante de los tugurios más dantescos y bohemios del Soho de Londres durante las décadas de los años cincuenta y sesenta e íntimo amigo de quien quizá sea, con perdón de Picasso, el artista plástico más influyente del siglo XX, Francis Bacon, a quien Deakin retrató en 1952 con el bestial y pertinente añadido de dos mitades de un cuerpo de ternero deshollado, el fotógrafo es objeto ahora de una doble recuperación que le presenta como uno de los retratistas ingleses más personales y salvajes del siglo XX.

Un guiño al alcoholismo

Por un lado, se edita un libro biográfico con un título que hace un guiño al alcoholismo, Under the Influence (Bajo la influencia), escrito por Robin Muir, el exeditor de Vogue citado en el párrafo anterior, y publicado [176 páginas, 175 fotos, 29,99 libras esterlinas] por Art/Books, y por otra se expone John Deakin and the Lure of the Soho (John Deakin y el atractivo del Soho), una antología de la obra del retratista que está en cartel hasta 13 de julio en la Photographer's Gallery de Londres.

Excesivo, enloquecido, incapaz de afrontar su trabajo bajo los mandatos, no siempre lógicos ni consustanciales a la genialidad, de la organización y el orden —para pagar tragos empeñaba el equipo fotográfico que le cedía Vogue—, decir que la obra de Deakin es inquietante no hace justicia a la bestialidad y el horror de unos retratos de los que parece manar la sangre de los modelos a quienes gustaba llamar "víctimas" y tratar con maneras y modales de dictador.

"Ganas implacables de joder a los demás"

El cantante y escritor George Melly, uno de sus grandes amigos, le definió como "un borrachín vicioso, de inventiva malicia y tantas ganas implacables de joder a los demás que es sorprendente que no haya terminado ahogardo con su propio veneno".

Casi todos le perdonaron porque era "el fotógrafo de los ojos extraordinarios", como decían de él los críticos por sus afiladas escenas de calle en Londres, París y Roma y, sobre todo, por los retratos radiográficos y de gran inventiva que hizo al círculo de bohemios que se congregaban en el Colony Room, el pub que daba cobijo y bebida a los artistas más sedientos y canallas de la fauna londinense de mediados del siglo pasado.

Dylan Thomas, Peter O'Toole...

Además de Bacon y Freud, allí empinaban el codo con frecuencia diaria, escritores como Dylan Thomas y Kingsley Amis —padre de Martin Amis—, artistas entonces principantes en busca de lecciones de los maestros (Damien Hirst, Tracey Emin) y luminarias del teatro y el cine como Peter O'Toole.

A todos los retrató Deakin, que fue, como apunta la biografía, "pródigo y descuidado con su talento". Aunque podía vivir como una estrella gracias a las fotos de moda, algunas inolvidables, que publicó en Vogue, prefería indagar el glamour de los inadaptados y los heterodoxos que exprimían, como él, la aparente infinitud de la noche y el alcohol. Era un artista grotesco, romántico y gótico, pero tenía una innata capacidad para extraer la fuerza emocional de los retratados y su "triste dignidad", como apunta la biografía.

"El horror de una foto de pasaporte"

Nacido en 1912 y fotógrafo autodidacta desde los veinte años, quiso ser pintor pero el arte del lienzo quizá le resultaba escasamente automático y prefería capturar imágenes que contuvieran "el horror de una foto de pasaporte" y la elegancia de un estudio psicológico.

En 1972 le diagnosticaron cáncer de pulmón, fue operado y murió a los pocos días de un ataque al corazón. En una póstuma decisión de mala baba, declaró en el hospital que su familiar más cercano era Francis Bacon, por lo que el pintor debió acudir a la morgue a identificar el cadáver. "Me pareció muy adecuado hacerlo", dijo el artista, "y muy de John la salida".

El libro Under the Influence es la primera biografía pormenorizada del fotógrafo. Además, incluye muchas fotos y hojas de contactos, entre ellos una gran cantidad que son inéditas y nunca se habían mostrado. Destacan especialmente los retratos a personas anónimas que hizo en las calles de Londres y París y que muestran a Deakin como dotado de una mirada delicada e inmediata.

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