Más de mil regantes de toda España analizan en Huelva en su XIII Congreso Nacional el sector tras la reforma energética

Más de mil regantes de toda España se darán cita en Huelva a partir del próximo martes en el marco de su XIII Congreso Nacional, con el objetivo de analizar la situación actual de la agricultura de regadío, dentro de un contexto marcado fundamentalmente por el impacto de la subida de las tarifas eléctricas, máxime tras la reforma energética aprobada hace ya casi un año.

Más de mil regantes de toda España se darán cita en Huelva a partir del próximo martes en el marco de su XIII Congreso Nacional, con el objetivo de analizar la situación actual de la agricultura de regadío, dentro de un contexto marcado fundamentalmente por el impacto de la subida de las tarifas eléctricas, máxime tras la reforma energética aprobada hace ya casi un año.

Este foro, organizado por Fenacore y la Comunidad General de Regantes de Palos de la Frontera (Huelva), supondrá, según señala en una nota la organización, el primer cara a cara del sector con la nueva ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, en medio de un largo proceso negociador con el Ministerio de Industria que consiga dar con un fórmula tarifaria que evite a los agricultores pagar todo el año por un servicio que sólo utilizan durante la campaña de riego.

Los regantes insisten en que con las tarifas actuales, su actividad está condenada a desaparecer debido a que es imposible amortizar los costes derivados de la modernización de regadíos. Con los nuevos sistemas, se ha reducido un 20 por ciento el consumo de agua, pero se ha disparado la demanda energética, pasando de un consumo medio de 206 kilowatios hora por hectárea a más de 1.560 kWh/ha.

Teniendo en cuenta que los proyectos se diseñaron de acuerdo a unos costes eléctricos que posteriormente se han multiplicado exponencialmente, la factura de la luz para el regadío se ha encarecido en los últimos seis años casi un 90 por ciento. Sólo los costes fijos —los que se pagan se utilice o no el servicio— han subido más de un mil por ciento, elevando a 700 millones de euros anuales el gasto energético del sector.

Ante esta situación, el Congreso Nacional de Regantes analizará la necesidad no sólo de adaptar los proyectos ya ejecutados a un nuevo escenario tarifario, sino también de introducir cambios en la segunda fase del Plan Nacional de Regadíos (Horizonte 2015) para garantizar la competitividad de la agricultura, trasladando el binomio agua-energía a un primer plano.

Según el presidente de Fenacore, Andrés del Campo, "hasta ahora para evaluar la viabilidad económica de la modernización se perseguía prioritariamente una eficiencia hidráulica y hoy el objetivo es conseguir una doble eficiencia: energética e hidráulica. Por eso, para transformar las más de un millón de hectáreas que están pendientes, el binomio agua-energía ha de ser primordial a la hora evaluar su sostenibilidad".

Uso de aguas subterráneas

Por otro lado, a falta de la aprobación del plan de Júcar y a raíz de la polémica del plan del Alto Guadiana con el Acuífero 23, el encuentro abordará el uso de aguas subterráneas por parte de las comunidades de regantes, abogando por el uso alternativo —utilización conjunta de aguas superficiales y subterráneas—, ya que al explotar las aguas subterráneas cuando los caudales o los recursos superficiales son menores, se consigue un aumento de la garantía del suministro.

Para Fenacore, este tipo de uso conjunto es el que presenta más posibilidades en España, ya que supone un ahorro considerable en volumen de agua utilizada, en energía consumida, en mejora del acuífero y en ahorro de costes de todo tipo, como puede ser el mantenimiento de instalaciones.

El regadío,

Mucho más que alimentos

Las externalidades positivas del regadío serán también asunto de debate. De esta forma, este foro destacará la necesidad de proteger un sector que además de estratégico para la economía, aporta múltiples beneficios al conjunto de la sociedad y el medio ambiente más allá de la producción de alimentos.

Por poner sólo algunos ejemplos, "los cultivos emiten oxígeno a la atmósfera y actúan como auténticos sumideros de CO2, contribuyendo a reducir el efecto invernadero. Además, reducen la erosión y la desertización del suelo; producen materias primas para biocombustibles y fijan la población al medio rural, evitando el éxodo a los núcleos urbanos", afirma Del Campo.

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