Baja la población de abejas: ¿Qué cultivos peligran? ¿Cuánta culpa tienen los insecticidas?

  • Puede provocar la caída de un 90% de la producción en cultivos como manzanas, almendras, melones, sandías, calabazas, calabacines, melocotones o kiwis.
  • Greenpeace calcula que la facturación dependiente de los polinizadores asciende a más de 2.400 millones de euros anuales en España.
  • Ecologistas y apicultores piden eliminar los insecticidas por tratarse de la principal causa de su desaparición, atacando a su sistema nervioso.
  • En los últimos veinte años se ha pasado de un 8% anual de desaparición a un 30-40% y la población de mariposas se ha visto reducida a la mitad.
  • Una incorrecta polinización disminuye la cantidad y calidad de los productos que se cultivan, por lo que influye en un tercio de la alimentación mundial.
Una abeja, polinizando una flor.
Una abeja, polinizando una flor.
GTRES
Una abeja, polinizando una flor.

Las abejas agonizan en España y la situación pone en riesgo importantes cultivos. Insecticidas, contaminación o especies invasoras amenazan la existencia de estos polinizadores y, como consecuencia, de muchas plantaciones. Según un informe de Greenpeace, hasta un 70% podrían desaparecer en los próximos años si no se toman medidas inmediatas. Manzanas, almendras, melones, sandías, calabazas, calabacines, melocotones o kiwis son las principales plantaciones en alerta por una situación que podría provocar la caída de un 90% de la producción en los próximos años e incluso su desaparición, peligrando una base importante de la alimentación y, cómo no, de la economía nacional.

Los 319 tipos de insecticidas que marca la organización son el principal factor en este desastre natural. Son productos sistémicos, que tratan la semilla y pasan a la corriente de la savia de la planta llegando a todas partes de ésta. También en las flores. Cuando las abejas recogen una parte de este insecticida, que en algunos casos no produce la muerte inmediata sino problemas en el sistema nervioso, se desorientan y se pierden, no llegando a la colmena. Las que llegan se van debilitando y, con el frío, como el volumen es muy pequeño, no son capaces de mantener la temperatura suficiente en la colmena y mueren. "La mortandad se ve en invierno, pero el problema viene porque antes se debilitan", asegura Ecologistas en Acción.

En ese mismo sentido se manifiesta Jesús Asorey, Secretario General de la Asociación Gallega de Apicultura. "Son el principal problema, porque se ataca su sistema inmunitario y convierten las enfermedades en más agresivas". Según esta asociación, a raíz de la utilización de los insecticidas neurotóxicos, en 1994, la desaparición de las abejas ha pasado de un 8% a un 30-40% cada año. Un dato directamente proporcional al uso de estos productos nocivos, que aumentó en un 56% entre 1990 y 2010, según Greenpeace, quien alerta de otros polinizadores en peligro, como las mariposas, que han visto reducida su población a la mitad en los últimos 20 años.

"Observamos que hay menos que antiguamente. La población disminuye, las colmenas tienen cada vez menos vigor, y esto viene pasando en los últimos cuatro o cinco años", añaden en la Asociación de Apicultura de la Comunidad de Madrid (Apiscam), que calcula que en nuestro país hay aproximadamente dos millones y medio de colmenas.

La Unión Europea ha intentado intervenir en estos datos prohibiendo algunos tipos de sustancias tóxicas que se utilizan en maíz, algodón, girasol y colza. Sin embargo, según Jesús Asorey, no es suficiente. "La medida no va a dar mucho resultado, porque se sostienen en la tierra y se pueden utilizar en invernaderos", y recordando que la medida entró en vigor el 1 de diciembre de 2013 y estas sustancias permanecen por dos años. De ellos depende un tercio de la alimentación mundial, de ahí su importancia más allá de la miel, pero su desaparición es imparable en las actuales circunstancias y sin medidas radicales. "Hay que eliminar y prohibir esos productos, porque si no acabamos nosotros con ellos, acaban ellos con nosotros".

Los insecticidas no son el único factor en este drama medioambiental. La degradación de los ecosistemas y el acceso que tienen las colmenas a la floración espontánea donde pueden recoger pólenes de diferentes tipos es esencial. "Son un buen bioindicador de la degradación del ambiente", explica Ecologistas en Acción. Hay muchas zonas en las que se plantan con monocultivos, no hay zonas de vegetación espontánea, y el acceso al néctar es muchas veces reducido. A esta ausencia de zonas de vegetación espontánea se suma un ácaro a través de la abeja asiática, una especie invasora. Pero la Asociación Gallega de Apicultura le resta importancia porque considera que las enfermedades que le provocan se agravan por una deficiencia en el sistema inmunológico inducida precisamente por los insecticidas.

Los cultivos, en peligro

En estas condiciones el ecosistema se tambalea y tres cuartas partes de los cultivos para el consumo humano están en jaque. El trabajo de los polinizadores influye en la calidad y cantidad de los productos que se cultivan, por lo que su desaparición repercutiría en las cosechas de alimentos muy importantes. Por ejemplo, los almendros se verían reducidos en un 50% si no tienen una buena polinización. En ese sentido, Greenpeace asegura que España tendría que ser "el principal defensor de estas especies", ya que es el segundo productor mundial de almendras, el tercero en fresas y el cuarto en melocotones y nectarinas, todos ellos entre los sectores más vulnerables a la falta de polinización.

Según el informe de Greenpeace, esta situación puede amenazar al sector económico español dependiente, cuya facturación asciende a más de 2.400 millones de euros anuales. La ONG, con datos de 2011, estima que el beneficio económico por la polinización superó los 878 millones de euros en Andalucía, 321 en Cataluña, 249 en Murcia, 194 en Aragón y 183 en Extremadura, las comunidades con mayor impacto. Por sectores, la reducción de la población de abejas afectaría en primer lugar a los frutos secos, seguidos por el sector frutícola y el hortícola.

Cambio en el modelo agrícola

Para combatir esta situación, la propuesta de ecologistas y apicultores es cambiar radicalmente el modelo agrícola, pasando de una agricultura convencional que está dirigida al monocultivo, a una agricultura más ecológica, aportando incluso zonas donde se deje una floración espontánea/silvestre que sea fuente de alimentos de néctar y pólenes.

Desde Ecologistas en Acción explican que hay una gran dependencia de herbicidas en la agricultura nacional, y denuncian que lo que se vende por parte de las grandes compañías químicas es que es imposible hacer otra agricultura que no sea con pesticidas. Sin embargo, hay una 'contradicción', ya que cada año se están aumentando las hectáreas dedicadas a la agricultura ecológica. "La demanda de productos ecológicos está aumentando, así que parece que cada vez hay más agricultores que están dando el paso hacia una agricultura más respetuosa".

Tener un 30% del territorio agrícola dedicado al cultivo ecológico sería celebrado por Greenpeace, quien propone ampliar a 7,6 millones las hectáreas dedicadas a ello para una agricultura sostenible. Un tipo de agricultura que no solo facilite la vida de la abeja, sino que deje de perjudicar al propio ser humano reduciendo los alimentos y aumentando las enfermedades graves.

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