«Tenemos buenos profesores y excelentes científicos con ganas de trabajar y eso se nota en las convocatorias de subvenciones, donde casi siempre quedamos en las posiciones más altas», afirma Miguel Moya, decano del centro.

Este nivel de investigación necesita espacio «y sin embargo de eso andamos muy mal», reconoce Moya. Los despachos son pequeños y los becarios tienen que turnarse para utilizar las instalaciones porque se han dado casos en los que una misma habitación tiene que ser compartida por una veintena de personas.

«Es lo más problemático», señala Rosario Muñoz, de tercero de Psicología. «Aquí también dan clase los alumnos de Filosofía y muchas veces también tenemos problemas con las aulas».

La solución es la construcción de un edificio destinado a la investigación en el Campus de Cartuja. «Con que nos dieran dos o tres laboratorios –añade el decano– y pudiéramos ubicar a los investigadores en este inmueble (que se construiría entre Farmacia y el Animalario) liberaríamos sitio aquí y estaríamos todos mejor». Mientras esto se hace realidad, en Psicología ya están dividiendo aulas para acomodar a grupos de entre 25 y 30 alumnos como dicta la nueva normativa europea y el 80% del profesorado está inmerso en la adaptación.

La figura del coordinador que controla todos las asignaturas de un mismo curso para revisar los contenidos y ayudar a los alumnos es una de las últimas novedades en la facultad.