«Queremos que aprendan a defenderse en situaciones de riesgo, porque las tasas más altas de siniestros se dan entre menores de 34 años», explica Javier Luna, uno de los responsables.
Los cursillos, que son gratuitos y duran una hora (se dan siete al día), arrancan con una charla sobre seguridad vial. Son nociones básicas para, acto seguido, pasar al circuito de prácticas. Para participar, basta con tener el carné de conducir y apuntarse en un puesto del CPS.
En la primera prueba, los universitarios aprenden a utilizar el ABS en casos de emergencia. «Hay que pisar el freno y el embrague a la vez, con presión, aunque los pedales tiemblen», aclara un monitor.
Después, un piloto experto explica las ventajas de los sistemas EPS de estabilidad, que evitan los trombos en casos de volantazos, y otro recuerda la necesidad de sujetar bien el volante: «usar las dos manos minimiza los riesgos».
La prueba estrella es un coche controlado electrónicamente que da dos vueltas de campana. El truco está en tener confianza en el cinturón y ajustarlo bien al cuerpo. En caso de vuelco, señalan los monitores, «es la única protección, no hay que intentar agarrarse a puertas ni asientos».
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