Asaja-Sevilla insta a UE a establecer un protocolo que impida la entrada de cítricos a partir de la sexta interceptación

La organización agraria Asaja-Sevilla ha instado este martes al Comité de Sanidad de la Unión Europea (UE) a que impida la entrada de cítricos de Sudáfrica contaminados y establezca un protocolo más estricto que obligue al cierre de la frontera comunitaria y prohíba nuevos envíos de manera automática y a partir de la sexta interceptación de naranjas contaminadas.

La organización agraria Asaja-Sevilla ha instado este martes al Comité de Sanidad de la Unión Europea (UE) a que impida la entrada de cítricos de Sudáfrica contaminados y establezca un protocolo más estricto que obligue al cierre de la frontera comunitaria y prohíba nuevos envíos de manera automática y a partir de la sexta interceptación de naranjas contaminadas.

El presidente de Asaja-Sevilla y vicepresidente del COPA, Ricardo Serra, ha multiplicado sus contactos en Bruselas y se ha reunido, entre otros, con el director general de Comercio de la UE, Jean Luc Demarty, y con el director general de Agricultura, Jerzy Plewa, a quienes les ha reiterado la necesidad de establecer medidas "más contundentes", que tal y como pone de manifiestos el informe de la Autoridad Europea de Sanidad (EFSA).

Así, señala que se contemple el cierre de la frontera comunitaria a las importaciones de cítricos desde Sudáfrica en tanto en cuanto "las instituciones comunitarias no verifiquen por sí mismas y en origen, y no a través de la palabra de la administración de ese país, la mejora de la situación fitosanitaria de ese territorio".

En esta misma línea, Asaja se ha venido reuniendo con la anterior secretaria general del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y titular desde este lunes del Ministerio de Agricultura, Isabel García Tejerina, y con el director general de producciones agrícolas y mercados, Valentín Almansa, quienes han confirmado, según señala Asaja en una nota, su voluntad de defender ante el resto de países comunitarios que participan en el Comité de Sanidad Vegetal que se extremen las medidas para impedir la importación de fruta contaminada.

Tal como ha corroborado el informe de la EFSA, la fruta es vector transmisor de la plaga, por lo que la propia EFSA confirma el riesgo de contagio de las plantaciones citrícolas europeas a través de la importación de fruta contaminada desde Sudáfrica.

El dictamen, publicado a finales del pasado mes de febrero, es "taxativo en sus rotundas, objetivas y desinteresadas conclusiones", según señala la organización agraria. En primer lugar, confirma que existe un riesgo de contagio de las plantaciones citrícolas europeas a través de la importación de fruta contaminada desde Sudáfrica, habiéndose comprobado que la fruta puede ser vector de la plaga; y en segundo lugar, reconoce que las medidas paliativas introducidas por Sudáfrica hasta la fecha son ineficaces. Es decir, "la EFSA reitera en su dictamen las conclusiones y las alertas que ya había hecho saltar anteriormente".

Asaja considera que sería "una irresponsabilidad imperdonable" que la Comisión Europea minusvalorara o ignorara este riesgo, máxime si se tiene en cuenta los "pésimos" precedentes de la campaña de 2013 donde pese a que se acercó a las 40 interceptaciones de envíos procedentes de Sudáfrica con naranjas infectadas, "se soportó la nula colaboración por parte de Sudáfrica, así como la ausencia de eficacia y puntualidad de las medidas anunciadas".

así, afirma que la gravedad del riesgo, certificado ya por la EFSA, "obliga a la toma de medidas drásticas". "Si se produce el contagio en Europa, el arranque de hasta 500.000 hectáreas de plantaciones citrícolas europeas —dado que no se dispone de ningún tratamiento eficaz— obligaría a las administraciones a sufragar unas indemnizaciones colosales", ha explicado.

Se trata, según insiste Asaja, de "un riesgo que amenaza a un sector que juega un papel social, medioambiental y económico fundamental en regiones especialmente azotadas por el desempleo y la crisis económica; a la garantía de abastecimiento de los consumidores europeos y a las posibilidades de exportación hacia otros mercados que sí se muestran inflexibles ante la mínima posibilidad de contaminación, como Estados Unidos" y está "en juego, finalmente, la credibilidad de la Comisión y la eficacia de la política fitosanitaria comunitaria".

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