Familias españolas en ruta: cuando los profesores son papá y mamá y la escuela es el mundo

  • Familas españolas viajeras educan a sus hijos en ruta, con ayuda de los colegios.
  • Candela y Mateo preparan la mochila para irse tres meses a Latinoamérica.
  • Los niños Bernat y Abril han estado 18 meses recorriendo 18 países.
  • Su adaptación a la escuela, al volver, es buena. A los padres les cuesta algo más.
Bernat y Abril, con sus padres, en un volcán de Ecuador.
Bernat y Abril, con sus padres, en un volcán de Ecuador.
Bernat y Abril, con sus padres, en un volcán de Ecuador.

Han aprendido a sumar en las playas del sudeste asiático, las tablas de multiplicar a bordo de autobuses latinoamericanos. A leer, en los hostales y a escribir, en el suelo de los templos budistas. En Conocimiento del Medio estudiaron los marsupiales abrazando koalas y acampando en bosques rodeados de canguros. Candela, Mateo, Bernat y Abril son cuatro mochileros que no superan el metro veinte, para los que el mundo es su escuela. Y mamá y papá, los profesores.

Con 7 y 5 años, respectivamente, Candela y Mateo recorrieron en seis meses los siete países y 14.000 kilómetros que separan Pekín de Melbourne. Eso fue hace año y medio. Pero ya están desempolvando sus mochilas en su casa de Granada, que el 15 de junio arrancan nueva aventura. Con sus padres Antonio y Sonia piensan recorrer durante tres meses Ecuador, Perú y Bolivia, en transportes públicos y visitando proyectos de desarrollo social y medioambiental.

Se hacen llamar 'Makuteros family'. Tienen web, un blog y un canal de Youtube con imágenes de sus aventuras por el mundo. Son un buen ejemplo de familia en ruta, parejas apasionadas por viajar que no renuncian a su sueño cuando tienen niños. Cada vez son más e incluso celebran encuentros para compartir experiencias, consejos y recuerdos de sus grandes viajes.

"Las familias en ruta somos gente echada para adelante", describe la madre de Candela y Mateo, Sonia. "Nos gusta mucho viajar y sabemos cómo movernos. Creemos que no es nada complicado, porque la buena gente es mayoría en el mundo. Cuando viajas en familia la gente se vuelca más. Te acogen, sonríen, y empatizan", explica. Sonia piensa que la gente, en general, se pone demasiados límites. "Muchos no creen, por ejemplo, que sus hijos vayan a aguantar un viaje nocturno en autobús. Pero los niños se adaptan a las situaciones mucho mejor que los adultos. Los tenemos sobreprotegidos en ese aspecto. Después de ese mismo viaje, tú llegas hecho polvo a destino, y ellos están como una rosa y cargados de energía", resume.

Educación en ruta

En su primer gran viaje en familia por el sudeste asiático y Australia, Candela y Mateo faltaron un trimestre a la escuela. Antes de partir, sus padres se reunieron con los profesores y la dirección del colegio de Granada para explicarles su proyecto, que el centro apoyó sin vacilar. "Entendieron que era educativo, un elemento más de la formación de los niños", explica Antonio. Los profesores les facilitaron el material que se daría en la escuela en su ausencia y Sonia y Antonio se prepararon para ser los profesores, sobre todo de Candela, la mayor, ya en segundo de primaria. "Fue relativamente sencillo. Es fácil de enseñar las mates de esa edad y temas generalistas de ciencias. Cumplimentamos todos los objetivos y su adaptación a la vuelta fue excelente. Acabaron con unas notas sobresalientes", resume Antonio.

Bernat (7 años) y Abril (5) aún tienen más millas a sus pies. Regresaron a Cataluña en febrero, después de recorrer 18 países en 18 meses. Su avión aterrizó un viernes por la tarde (para sorpresa de los abuelos) y el lunes por la mañana los pequeños ya se habían incorporado al cole, junto a sus compañeros. Abril, en segundo de infantil, y Bernat, en segundo de primaria. La aclimatación fue facil para ambos. La educación de los niños había sido un puntal de la aventura diseñada por Karina y Albert, los padres, por el Sudeste Asiático y Latinoamérica. "Si la escuela de Bernat y Abril no nos hubiera apoyado, no lo hubiéramos hecho", explica Karina, que tres meses después de volver todavía admite que si pudiera regresaría a Bali. Porque a los adultos les cuesta más habituarse a la normalidad de una larga jornada laboral, tirando de los abuelos para cuidar a los niños, después de haber pasado año y medio "las 24 horas juntos" por el mundo.

De viaje, el aprendizaje escolar no tiene horarios fijos, sino que se desarrolla "sobre la marcha", explica Karina. "Lo bonito de enseñar a los niños es encontrar el momento idóneo". Sus hijos empezaron a sumar en la playa, y repasaban las tablas de multiplicar en el bus. "Intentábamos trabajar con ellos los ejercicios en la hora del café. Aunque había días que estábamos de 'trecking' por Nepal y no podíamos. Sin embargo otros llovía y aprovechábamos. Creo que es más fácil trabajar con ellos dos horas por allí, que intentar que en casa hagan los deberes en cinco minutos", dice. Bernat mantuvo contacto con sus compañeros a través de 'Skype' y los profesores le mandaron los exámenes por correo electrónico.

Estas dos familias en ruta coinciden en que no es preciso que te toque la lotería —ni ser de familia rica— para emprender tal aventura. "Mucha gente lo piensa, pero no es así. Todo el viaje que hicimos, los 18 meses por el mundo, viene a costar el equivalente a un buen coche", según Karina. En su caso, fue posible gracias a los ahorros de sus trabajos como consultores autónomos y a una vida que califica de austera. Cuentan que empezaron el viaje con un presupuesto familiar diario de 100 euros, que fueron reduciendo hasta conseguir moverse, comer y dormir, los cuatro, por 50 euros al día.

"El principal riesgo que asumimos fue dejar nuestros trabajos en plena crisis. La familia pensó que estábamos locos. Pero a la vuelta hemos ido recuperando a nuestros clientes, que entendieron nuestro proyecto", se alegra. Por su parte, Antonio y Sonia, de la familia Makuteros, tienen previsto invertir, con billetes de avión incluido, 15.000 euros en su próxima aventura latinoamericana.

Geografía y empatía

El aspecto clave en todo viaje con niños es un seguro médico. "En eso no se debe escatimar", coinciden Karina y Sonia. Viajando con niños lo que más asusta es que enfermen y es preciso que el seguro te cubra una hospitalización o un billete de vuelta en caso de gravedad. Karina añade a un buen seguro una buena dosis de "responsabilidad". Ellos tuvieron cuidado de no transitar por zonas de malaria y evitaron dormir en lugares como la selva. En una ocasión, en Vietnam, hicieron parar el autobús en el que viajaban porque el conductor iba como un loco y temieron por sus vidas y por las de cualquier transeúnte.

Las familias de estos pequeños 'Robinson Crusoe' esperan que a lo largo del camino hayan aprendido, además de geografía, historia, ciencias o idiomas, valores como la empatía. "Nos gustaría que les quedase la enseñanza de que hay otros países en los que la vida cuesta más esfuerzo, donde no todo es tan fácil como lo tienen ellos". Pero no dejan de ser niños. Antes que la muralla o los guerreros de Siam, a Candela lo primero que le viene a la mente de China es el restaurante aquel donde los camareros le echaron el sirope de chocolate no en las tortitas sino directamente a la boca.

¿Se lo está pensando?

Si alguna vez se planteó imitar a estas familias existe un libro 'Viajar con Niños' (La editorial viajera) que da pistas sobre cómo planificar un viaje. El manual, elaborado con las aportaciones de ocho mamás y papás viajeros, dedica un capítulo entero a explicar las diferentes modalidades de la educación en ruta. Esa parte está concebida para familias que viajan largas temporadas y, por tanto, sus hijos tendrán ese tiempo educación presencial en la escuela. El texto recoge las iniciativas para poder convalidar cursos y pistas para ayudar a los padres a tener un papel activo en la educación, el estudio y el aprendizaje de los niños. Además, existe la web 'Familias en ruta', que aúna numerosos testimonios y entrevistas de familias viajeras.

Más familias viajeras

  • Teo (9 años) es el encargado de contar cómo va el viaje con su familia por América. Viaja con su hermano Martín (4 años) y sus padres. Su blog le sirve para mantener un contacto directo con sus compañeros de clase, en casa, en Santander. Puedes seguir sus andanzas en su web Teoenamerica. Partió de España en octubre y ahora mismo están en Ecuador.
  • Ángel y Diana se conocieron como trabajadores de Médicos sin Fronteras. Formaron una familia con Ishi (2002) y Noa (2006). Juntos, los cuatro han recorrido en 19 meses 25 países. En total 122.415 kilómetros. Volvieron hace un año del viaje y comparten todas sus experiencias en la web vueltaalmundoenfamilia.
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