Macondo se queda huérfano: muere Gabriel García Márquez

El escritor Gabriel García Márquez
El escritor Gabriel García Márquez
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El escritor Gabriel García Márquez

Macondo y Aracataca, las dos tierras en una (la real y la creada) que 'Gabo' inmortalizó para siempre se quedan sin padre, por mucho que sus letras no puedan morir. Muy anormal, mezquino y feo habría de volverse el mundo para borrarlas. Pero él, el escritor que simbolizará para siempre la fusión perfecta entre imaginación y realidad, ya no escribirá más.

Como bien dijo Neville, y viene muy al caso, se puede impedir que un autor publique, pero no que sea escritor. Y es que a García Márquez (6 de marzo de 1927, Aracataca) no le resultó fácil, por mucha gloria que haya vivido después, terminar la que estaba llamada a ser su gran novela.

Para poder escribir 'Cien años de soledad', su mujer empeñó sus joyasPara poder escribir Cien años de soledad, su mujer, Mercedes Barcha, se vio obligada a empeñar sus joyas. Empeño que, por otra parte, no pudo ser más acertado: la fe en las letras de su marido no era sólo pasión de una enamorada. Ésa era la realidad económica del que un día sería aclamado como el mejor escritor de la literatura en lengua española.

Y aún hubo más: en agosto de 1966, cuando el escritor y su mujer fueron a Correos en México para enviar el manuscrito (casi 600 cuartillas) no tenían suficiente dinero para ello. Les quedaban 53 pesos y mandar el paquete costaba 82. Abrieron el paquete y sólo metieron la que creyeron era la primera parte de la novela. Error: mandaron la parte final.

El error, la mala fortuna no puede tener siempre el colmillo tan retorcido, no resultó en tragedia, ya que el director de la Editorial Sudamericana quedó completamente cautivado con lo leído y quiso la primera parte. Fue él quien mandó el dinero al entonces ‘pobre’ escritor para que enviara la primera parte.

Dos semanas después de su publicación, en 1967, la obra estaba agotada.

El hombre que nos hizo felices

El juglar del siglo XX, pero sobre todo el hombre que nos hizo felices: ése fue Gabriel García Márquez. Mucho más que un Premio Nobel (recibido tarde: en 1982) ha sido 'Gabo' uno de los escritores que más felicidad ha procurado a quienes lo han leído, o mejor dicho: a quienes han sabido leerlo.

Sirve, sirve la obra de García Márquez, y mucho, para recordar que la literatura puede ser un camino para hacernos felices y dejarnos menos solos. Porque más allá de la evasión, o con ella pero trascendiéndola, hay letras que, y ésas son las del colombiano, hacen real esa compleja meta.

Su desmesura como recurso narrativo, su magia como virtuoso de la palabra, su pasión como nexo que une todo, desde La hojarasca (1955) hasta Memoria de mis putas tristes (2004) definen la obra y la persona de García Márquez. También en su faceta periodística (dejó Derecho para licenciarse en Periodismo) dejó claro su talento. Sirva de ejemplo y modelo Noticia de un secuestro.

Cuesta pensar que quien ha leído 'El amor en los tiempos del cólera' no ha sido felizCon perdón de la considerada gran obra del autor y exponente máximo del 'boom' de la literatura hispanoamericana, cuesta pensar que alguien que haya leído El amor en los tiempos del cólera no haya sido feliz, aunque sea desgarradoramente feliz.

Una felicidad que no es, perdonen los positivistas, la sonrisa y la carcajada. Ésta tiene que ver con esa otra dimensión propia de los gigantes de la narración. Y ahí sí entra la palabra magia, mago contador de historias.

Historias que empezaron a materializarse cuando a los 20 años publicó su primer cuento La tercera resignación.  En 1955 llegaría su primera novela: La hojarasca, y con ella la primera mención a Macondo. Seis años después volvería a publicar, esta vez El coronel no tiene quien le escriba, y ese mismo año se trasladaría a México.

Tras la fama universal

Después del éxito de Cien años de soledad en 1967 'Gabo' se fue a vivir a Barcelona y en la Ciudad Condal se quedó hasta que en 1975 regresó a México. Desde entonces sus días se dividirán entre el Distrito Federal y Cartagena de Indias, y lo más importante: seguirá escribiendo grandes obras.

Por estas mismas fechas sucedió la ya mítica bronca entre quien fue amigo, pero tras esto, ya siempre enemigo: Vargas Llosa. El autor de Conversaciones con una catedral zanjó la amistad con un puñetazo al colombiano. Para mayor rabia de Llosa, tardó 28 años más que su enemigo en lograr el Nobel.

El otoño del patriarca (1975), la preferida por su autor; Crónica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del cólera (1987), El general en su laberinto (1989) o Noticia de un secuestro (1997) fueron algunas de las publicaciones posteriores del autor.

Sus memorias, que iban a ocupar más volúmenes, se quedaron en el primero titulado Vivir para contarla, publicado en 2002. Dos años después llegaría su último trabajo, Memoria de mis putas tristes.

Algunas obras de Gabo

  • 1955: La hojarasca. La primera novela publicada por el escritor colombiano tiene hueco ya para Macondo, la tierra que le hará famoso en el mundo entero. También en esta primera se encuentran algunos de sus habituales temas: memoria, recuerdo, tiempo...

  • 1961: El coronel no tiene quien le escriba. Para el escritor es la más simple de su producción, y sin embargo es una de las más celebradas, acaso por lo entrañable de su protagonista, un viejo coronel a la espera de una pensión que jamás llega.

  • 1967: Cien años de soledad. La saga de los Buendía situó a Gabo en el centro de su carrera como narrador. Tras costarle unas cuantas penurias económicas terminar su gran obra se consagraría casi de inmediato. En dos semanas se agotó la primera edición. Y hasta su poco amigo Vargas Llosa la ha considerado una de las obras más importantes del siglo XX.

  • 1975. El otoño del patriarca. Es, según el escritor, la novela que más trabajo le ha dado y también su favorita. La historia aborda la agonía y muerte de un dictador (Franco) de una manera tan experimental como complicada: seis bloques sin diálogos, sin puntos y aparte, en los que se narra el mismo asunto pero en cada ocasión de modo diferente.

  • 1985. El amor en los tiempos del cólera. Destrozada por el cine, la novela es sin embargo una de las más apasionadas y hermosas historias de amor de la literatura, así como la muestra de cómo no caer en lo sensiblero y melodramático.

  • 2002. Vivir para contarla. Era intención del autor contar sus memorias en tres volúmenes, pero no pudo ser. Se quedó en el primero, la narración de sus años de infancia y juventud.
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