El "estrepitoso fracaso" obtenido con una tienda de una popular franquicia de helado de yogur, que cerró ocho meses después de su apertura, motivó a Juan Luis Miravet a escribir un libro para ayudar a evitar errores a los emprendedores novatos.

"Lo he enfocado desde el fracaso, porque creo que así se ayuda más y la gente te toma más en serio. Hay demasiados libros hablando sólo de casos de éxito y no creo que resulten de mucha ayuda", asegura Miravet, periodista dedicado a la consultoría de contenidos editoriales y audiovisuales que en 2012 decidió diversificar su actividad y abrir una tienda en Barcelona.

A pesar de estar contado desde la perspectiva de una experiencia fallida, ¿Por qué fracasé con mi franquicia? (Profit Editorial) es un libro positivo y con vocación de guía práctica para quienes desean emprender un negocio.

"No es realista pensar que puedes emular fácilmente un caso de éxito, lo realista de verdad es intentar aprender de alguien que fracasó y que te lo cuenta con sinceridad y sentido del humor", dice el autor.

Miravet apostó por la franquicia, un sector que en España tiene unas 54.500 tiendas y negocios activos que emplean a alrededor de 345.000 personas, y que en 2014 espera facturar 18.300 millones de euros y crear 20.000 nuevos puestos de trabajo, según los datos recopilados por el autor.

En su opinión, la difícil situación económica y la falta de oportunidades laborales ha llevado a mucha gente a "inventarse su propio empleo" sin tener idea de cómo poner en marcha una tienda y, en muchos casos, haciéndolo sólo por necesidad.

Precisamente la falta de pasión o ilusión es el primero de los dieciséis errores que señala en su libro, mientras que el segundo tiene que ver con el no asumir que no todo el mundo vale para montar un negocio.

En su caso, Miravet reconoce que el exceso de entusiasmo le llevó a cometer una de las tres equivocaciones fundamentales que le condujeron al fracaso, ya que intentó abrir la tienda lo antes posible y no actuó "con la cabeza fría".

El segundo fallo fue no buscar información en la decena de tiendas de la marca que ya existían, lo que le habría ayudado a hacer "unos números más realistas".

A ello se sumó el hecho de escoger el local equivocado, situado en una zona céntrica y peatonal con mucha afluencia de gente, pero no por la noche ni los domingos.

Junto con las decisiones más o menos desafortunadas, Miravet también destaca el desánimo que provocan unas trabas administrativas "terribles y deprimentes", y la falta de ayudas para la contratación de personal.

Al respecto señala la lentitud y el alto precio de las licencias de obras y actividad que tuvo que tramitar con el ayuntamiento de Barcelona, que le hizo quitar focos de la fachada, cambiar rótulos y que llegó a multarle con 1.000 euros por incumplimiento de la normativa.