Así se recoge en un estudio sobre el mercado de trabajo aragonés elaborado por Manpower. Según el informe, sin la entrada de mano de obra extranjera, en 2006 se habría producido un déficit de 73.000 empleados en Aragón.

El estudio destaca la aceleración de la inmigración desde el año 2000, algo que coincidió con el agotamiento de la mano de obra nativa. En 1995, el 98,4% de los ocupados eran de aquí, pero ahora esta cifra ha bajado a 87,1%. En 1995 había 6.000 trabajadores extranjeros y desde entonces se han colocado 67.000 más.

La población autóctona no es suficiente para cubrir la demanda propiciada por la fuerte expansión económica de Aragón de los últimos años. La cantidad de jóvenes entre 16 y 25 años ha bajado en 20 años en unas 71.000 personas, por lo que el grupo potencial de trabajadores se ha reducido.

A esto hay que sumarle que los nuevos puestos de trabajo requieren baja cualificación y no concuerdan con las aspiraciones de la mayoría de los jóvenes aragoneses.

El 73% de crecimiento de la población activa autóctona en los diez últimos años se debió a la llegada de la mujer al mercado de trabajo. Aun así, la elevada demanda hizo imprescindible la mano de obra inmigrante. La cifra de extranjeros en activo (81%) es mayor que la de aragoneses (72%), pero les cuesta más acceder al mercado laboral, con un 10,7% de paro, frente al 5% de los nativos.

El ‘efecto llamada’

La incidencia de la inmigración en Aragón ha sido moderada de momento (son el 13,4% de la población), pero las buenas perspectivas de trabajo por el crecimiento de la economía en la comunidad pueden suponer un efecto llamada. De esta forma, en poco tiempo Aragón podría entrar en el grupo de comunidades con más presencia de inmigrantes, como Cataluña, Baleares, Canarias, Valencia, Murcia, La Rioja y Madrid.