Mark Ryden, el ilustrador 'kitsch' que inventó el atavío de carne fresca que popularizó Lady Gaga

  • El ilustrador de la ternura, la repulsión y la nostalgia presenta una exposición de nuevos trabajos para inaugurar una enorme galería en Los Ángeles.
  • El 'padre' del surrealismo pop vuelve a recrear con su depurada técnica de dibujo el pasado de los EE UU cruzándolo con una reflexión sobre el buen y el mal gusto.
  • Una muñeca de porcelana vestida con filetes, Jesucristo sangrante en un velocípedo, un caballero atildado extrayendo gusanos bajo las faldas de una señorita...
Tres vistas de la muñeca de porcelana con traje de carne fresca de Mark Ryden
Tres vistas de la muñeca de porcelana con traje de carne fresca de Mark Ryden
© Mark Ryden - Courtesy Kohn Gallery
Tres vistas de la muñeca de porcelana con traje de carne fresca de Mark Ryden

Las obras de Mark Ryden (Oregón - EE UU, 1963), considerado el padre —según otros, el abuelo— del surrealismo pop o lowbrow, el arte visual de la costa occidental de los EE UU que, desde finales de los años setenta, establece un canon de trabajo basado en el sarcasmo y la reinvención del kitsch (mal gusto), ya no pueden ser simplemente adscritas a un movimiento. Tierno, repulsivo, nostálgico y dueño de una técnica tan refinada como la de un gran maestro clásico —admira y dice inspirarse en las pesadillas simbólicas del Bosco y el luminoso neoclasicismo de Ingres—, Ryden está fuera de los límites de la corriente contracultural que ayudó a fundar.

En la exposiciónThe Gay 90s (West), donde exhibe su más reciente cuerpo de trabajo, el artista presenta escenas que, cuando menos, chocan: un Jesucristo doliente y con la corona de espinas clavada en torno a la cabeza pasea en un velocípedo, una de aquellas bicicletas con una enorme rueda delantera, por la calle principal de una aparentemente feliz ciudad estadounidense del siglo XIX; un caballero atildado en traje estrictamente decente busca bajo las faldas de un señorita igualmente prudente y recatada y encuentra gusanos, amebas y otros seres reptantes; una figurita de porcelana de una niña-mujer de intensa palidez aparece vestida con trozos de carne despiezados de un animal vacuno—se trata de una versión de la obra original en la que se basó Lady Gaga para su archifamoso, aunque de bastante peor hechura que los trabajos de Ryden, vestido de filetes de ternera—.

Juega con los clichés del siglo XIX

La exposición, montada como la segunda parte de The Gay 90's (Los alegres años noventa), que fue editada en libro en 2013 y se exhibió en Nueva York, ahonda en la idea original, esta vez en Los Ángeles —de ahí el añadido de West (Oeste)—,  ciudad natal del lowbrow: el artista entiende que la última edad dorada, segura y plácida de los EE UU fue la década de los noventa del siglo XIX, cuando surgió el pensamiento modernista, crítico con los cánones decimonónicos. Ryden juega con los clichés de aquellos buenos tiempos para crear una nueva mitología. Como siempre en la obra de este presunto artista de lo sentimental, el mensaje tiene trampa.

The Gay 90s (West) satiriza la nostalgia hacia el pasado y la presenta como sensiblería. La incursión en la cultura estadounidense es mordaz: las mujeres con faldas de satén tienen pensamientos lujuriosos, la integridad esconde vicio, los sueños nunca son limpios. Las estampas del país que firma Ryden aparecen sintetizadas en The Parlor (El salón), que se presenta como una "alegoría de la magia, la quintaesencia y el misterio divino", una obra de grandes dimensiones superpoblada por personajes simbólicos y temibles que rodean a un grupo de señoritas de sociedad que toman el té. El marco de la pieza, un complejo bajorrelieve en madera, es también de Ryden, que se encarga personalmente de poner molduras a todas sus obras.

Árboles carnívoros, 'telletubies' amenazantes...

Chocante por su temática imaginativa y de humor aberrante —telletubies amenazantes, muñecas goteando sangre, ángeles femeninos ofreciendo trozos de carne cruda, Abraham Lincoln convertido en figura central de un freak show, árboles carnívoros que tragan a niñas inocentes, burbujas saliendo de la entrepierna de una impúber...—, y con habilidades consumadas como pintor, en la obra de Ryden puede rastrearse también la influencia de Robert Crumb, el dibujante central del cómic contracultural nacido de la revuelta generacional de los años sesenta y, como Ryden, un artista que escapa de las clasificaciones artísticas y morales.

Ryden, dicen los organizadores de la exposición, demuestra un "gran interés en todo que se convierte en kitsch en nuestro paisaje cultural". En las nuevas obras "explora el diseño decorativo victoriano" y las "nociones estereotipadas" sobre la vida en los EE UU del siglo XIX", para "enfrentar al espectador con una irreal y muy extraña versión de la historia". La suya, concluyen, "es una exploración de lo que se convierte en lugar común, lo que se convierte en kitschy lo que queda en el olvido".

La muestra, que incluye pinturas, obras sobre papel, instalaciones y esculturas y estará en cartel desde el 3 de mayo hasta el 28 de junio, servirá para inaugurar un nuevo espacio dedicado al arte en Los Ángeles, la Kohn Gallery, que ofrece más de mil metros cuadrados y salas con una altura de ocho metros. "Con la mirada puesta en el futuro", los promotores prometen dedicar las instalaciones a montar "exposiciones audaces tanto de artistas establecidos como emergentes".

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