El número de madrileños con más de 85 años de edad se duplica en 15 años

De izquierda a derecha, Francisca Jiménez (90 años), su hija Mª Ángeles (72), su nieta Paloma (53), su bisnieta Ruth (34) y su tataranieto Jorge (2 años).
De izquierda a derecha, Francisca Jiménez (90 años), su hija Mª Ángeles (72), su nieta Paloma (53), su bisnieta Ruth (34) y su tataranieto Jorge (2 años).
JORGE PARÍS
De izquierda a derecha, Francisca Jiménez (90 años), su hija Mª Ángeles (72), su nieta Paloma (53), su bisnieta Ruth (34) y su tataranieto Jorge (2 años).

El número de ancianos longevos se duplica en la región. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los vecinos de Madrid que han cumplido o superado los 85 años de edad han crecido un 98,2% en los últimos 15 años.

El padrón municipal de 1998 contabilizaba a 74.005 personas censadas en ese tramo de edad. El 1 de enero de 2013, la cifra de registrados ascendía a 146.696, 72.691 personas más. En este período, han pasado de suponer el 1,45% de la población censada al 2,45%.

El actual padrón, que ofrece datos más detallados, pone de manifiesto que en Madrid viven 95.712 hombres y mujeres de entre 85 y 89 años de edad. Otros 39.485 suman entre 90 y 94 años. Los que cumplen entre 95 y 99 son 9.938. Por último, 1.561 madrileños podrían soplar cien o más velas.

Vivimos más

El aumento de los mayores que alcanzan o superan las ocho décadas y media corre en paralelo a la mejora de la esperanza de vida. Los madrileños tienen hoy una expectativa media de 83,7 años, 6,1 años más que hace dos décadas y 1,9 más que la media nacional, de acuerdo al informe 'Estado de Salud de la Población de la Comunidad de Madrid 2012'.

En comparación, los españoles alcanzan los 81,8 años, una cifra que se estabilizó en los ejercicios 2011 y 2012 y que está por encima de los 79,6 calculados por la oficina europea de estadística Eurostat para los 28 países de la Unión.

La prolongación de la vejez es la consecuencia de dos factores, a juicio de los expertos. Uno es la mejora general del nivel socioeconómico y de las condiciones de vida, incluyendo la nutrición y los hábitos de vida saludable. El segundo lo constituyen las mejoras sanitarias, que van desde los avances en prevención y curación a la atención a las enfermedades crónicas y degenerativas.

No en vano, la Geriatría —especialidad médica que estudia la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación de las enfermedades en la senectud— está reconocida en España desde 1978.

"Hemos llegado al envejecimiento del envejecimiento, pero no vamos a vivir hasta los 170 años, porque hay un límite biológico. La esperanza de vida en los países desarrollados, que estaba en 35 años a comienzos del siglo XX, ha subido a 82 años. Ello ha obligado a replantear la atención a los pacientes", explica el doctor Leocadio Rodríguez, jefe del servicio de Geriatría del Hospital de Getafe.

El centro fue reconocido como referencia europea en atención a los mayores en 2013 gracias a una atención al paciente integral. "Hay que comprender que la enfermedad no afecta igual a los adultos que a los ancianos. Alguien con diabetes, arritmia o hepatitis no deja de coger el transporte público, de recoger a sus nietos del colegio o de bajar a comprar el pan. El problema se produce cuando esas dolencias le limitan la movilidad y le incapacitan, aunque sea muy poco. Mejorar y prevenir esas situaciones es nuestra filosofía", detalla.

Problema transversal

Marta Domínguez, coordinadora del master en Sociología de la Población, el Territorio y las Migraciones de la Universidad Complutense, señala que el envejecimiento de la población es un problema transversal que las administraciones deben abordar.

"El descenso de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida hacen que la pirámide demográfica se estreche en la base y crezca en la cúspide. Esto, en un momento de regresión del Estado del Bienestar por los recortes, hace que haya que plantearse todo, desde cómo se van a sufragar las pensiones a dónde van a residir los mayores y quiénes les van a atender, pero ese es un trabajo de los políticos", apunta la experta.

"Los bancos hacen productos financieros para mayores, los fabricantes de autobuses deben tener en cuenta la accesibilidad para toda la población, incluso los periódicos o los cines deben adaptarse a usuarios de mayor edad", completa el doctor Rodríguez.

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