La talla de San Gregorio de Gregorio Fernández torna al Museo de Escultura tras sobrevivir a Napoleón y Mendizábal

La talla de san Gregorio que Gregorio Fernández realizó en el siglo XVII para el primer retablo lateral de la capilla del colegio de San Gregorio de Valladolid ha vuelto a casa, al Museo Nacional de Escultura de Valladolid, tras haber sobrevivido a la invasión napoleónica y a la desamortización de Mendizábal.
La talla de San Gregorio de Gregorio Fernández incorporada al Museo de Escultura
La talla de San Gregorio de Gregorio Fernández incorporada al Museo de Escultura
EUROPA PRESS
La talla de San Gregorio de Gregorio Fernández incorporada al Museo de Escultura

La talla de san Gregorio que Gregorio Fernández realizó en el siglo XVII para el primer retablo lateral de la capilla del colegio de San Gregorio de Valladolid ha vuelto a casa, al Museo Nacional de Escultura de Valladolid, tras haber sobrevivido a la invasión napoleónica y a la desamortización de Mendizábal.

La talla, adquirida a un particular por una cuantía de 200.000 euros procedentes del uno por ciento cultural, se integrará en la colección del Museo Nacional de Escultura, edificio del que salió fruto de la desamortización de los bienes de los dominicos en 1836 y en el que había permanecido desde que, a principios del siglo XVII, Fernández la realizase por encargo para su integración, junto a otra talla de Santo Domingo, en el primer retablo lateral de la capilla del Colegio.

El conservador del Museo, José Ignacio Hernández Redondo, ha explicado, durante la presentación de la pieza, que la talla de San Gregorio, cuya vinculación al entonces Colegio (hoy Museo) está acreditada por la presencia en la policromía del manto de la cruz de la orden de Santo Domingo y la flor de lis, permaneció en el retablo hasta la invasión napoleónica, que se saldó con su destrucción.

La escultura corrió mejor suerte que el conjunto y sobrevivió a Napoleón, tal y como lo acreditó el padre Domingo Díaz cuando los dominicos recuperaron de nuevo el Colegio, por lo que fue reubicada en el intento de recuperarla para el culto.

El segundo envite que le esperaba era el de la política de desamortización del ministro Juan Álvarez Mendizábal, que se saldó con la extinción del Colegio y la salida de la pieza, que finalmente acabó en la parroquia de la localidad vallisoletana de Fuensaldaña, donde permaneció hasta 1970, cuando la necesidad de recaudar fondos para afrontar el coste de unas obras de derrumbe la llevó a manos privadas.

La "ventajosa" compra de la pieza 2.923

La "oportunidad única" de su adquisición, saldada de manera "ventajosa" para el Estado, según Hernández Redondo, llevó al Ministerio, que de manera continua encarga informes para conocer la idoneidad de realizar adquisiciones, a hacerse con ella y, tras un proceso de consolidación y limpieza —"estaba en relativo buen estado"—, se ha integrado en la colección del Museo, donde "completa un periodo" y hace el número 2.923.

Con detalles similares a los de las obras de Juan de Juni —Fernández era admirador suyo— como el modo de trabajar el manto o el detalle de introducir un dedo entre las páginas del libro, la pieza es de "calidad excepcional" y una de las "más emblemáticas" de entre las que históricamente han permanecido en el Colegio.

La directora del Museo, María Bolaños, quien ha recordado que fue precisamente el Papa Gregorio quien insistió en la necesidad de recurrir a las imágenes para "fomentar la devoción de los iletrados", ha destacado que casi a la vez que la escultura hoy presentada salía del Colegio, se fundaba en otro edificio de la ciudad el Museo, que desde entonces ha convertido a Gregorio Fernández en parte de la "trinidad artística" junto a Juan de Juni y Berruguete.

Bolaños ha integrado esta adquisición en la trayectoria de incorporaciones artísticas llevadas a cabo "de manera espectacular" por el Museo, convertido en nacional en 1933 y que comenzó a crecer para cubrir su "vocación nacional" de mano de la adquisición de escultura medieval en la década de los 60, fruto del derrumbe de colegios y palacios, y de tallas andaluzas en los 80.

Por su parte el director general de Bellas Artes y Bienes Culturales del Ministerio, Jesús Prieto, ha considerado "paradójico y casi novelesco" el periplo vivido por la pieza, que "vuelve a casa" con la misión de "cubrir un vacío significativo" para el Museo, donde ayudará a elaborar un discurso "mucho más completo" ya que trae detrás "mucha historia de la historia de Castilla, de España y artística".

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