Adeniria Moreira, herida en el 11-M: "A veces me quedo en blanco y no sé qué me sucede"

  • Adeniria estaba embarazada de tres meses y perdió al bebé el 11-M.
  • Todavía sigue tomando medicación por estrés postraumático.
  • '20minutos' vuelve a visitar a algunos heridos y familiares de los fallecidos, diez años después del peor atentado terrorista ocurrido en territorio español.
Adeniria Moreira, herida por la bomba que estalló en la estación de El Pozo el 11 de marzo de 2004.
Adeniria Moreira, herida por la bomba que estalló en la estación de El Pozo el 11 de marzo de 2004.
JORGE PARÍS
Adeniria Moreira, herida por la bomba que estalló en la estación de El Pozo el 11 de marzo de 2004.

Estaban allí cuando estallaron las bombas. El 11 de marzo salieron con vida, pero con una vida diferente. No les hace falta aniversarios, recuerdan aquel negro día como si fuera ayer. Son capaces de revisitarlo minuto a minuto. Su herida nunca termina de cerrar. Las secuelas, si acaso, se agravan. Pero una deuda moral con los que murieron les impele a agarrarse, con uñas y dientes, a esta vida diferente que les toca vivir. Es el caso de Adeniria Moreira.

El bebé que traía Adeniria en su vientre tendría ya nueve años. La bomba que explotó en El Pozo le impidió nacer. Piensa "a diario" en el que hubiera sido su tercer hijo, un pensamiento que aturde a esta brasileña de 48 años, con quince de residencia en Madrid.

La onda expansiva le dejó secuelas psicológicas tales que, diez años después, todavía no puede dejar de tomar medicación. "A veces me agobio, me quedo con la mente en blanco y no sé qué me sucede". Siente miedo. El médico le explica que es una consecuencia lógica del trauma.

Conforme se acerca marzo, nota que se entristece, sobre todo cuando piensa en lo bien que estaba antes de los atentados, mientras ahora está "unos días bien, otros mala", dice en un castellano con marcado acento brasileño. Estos días tiene también recuerdos "para las mamás de los que murieron".

En estos años ha participado activamente en la asociación mayoritaria de víctimas, lugar en el que encontrar gente que entendía mejor como se sentía. Como víctima, el principal desaire que ha sufrido, explica, es la promesa rota de un puesto de trabajo. "Nos dijeron que las empresas nos darían trabajo porque conseguirían descuentos en la Seguridad Social, pero no sabemos nada de nada. Los empresarios tienen miedo de que nuestras secuelas hagan que faltemos más al trabajo".

Adeniria fue una de las tres mujeres que en 2007 se plantaron, desafiantes, frente a los acusados de los atentados en el juicio en la Audiencia Nacional.

Las crónicas de aquellos días cuentan que Zouhrier, el que conectó a los asturianos y su explosivo con la cedula yihadista, le puso en el cristal de la pecera frente a sus ojos una nota que decía "Nunca provocaré a las pobres víctimas por las que arriesgué mi vida avisando a la Guardia Civil".

Adeniria desconocía que dentro de una semana ese hombre quedará libre, tras haber cumplido condena. Reacciona como si le dieran un susto. "¡Ah! Es muy triste. No debería salir. ¿Y estará en España? ¿Se va a quedar?", inquiere, "Es muy triste esa noticia", repite compungida.

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