Un acusado de matar a un falso médico que le prometió trabajo dice que se defendió de una agresión sexual

Un hombre acusado de matar a otro, un falso médico peruano que le acogió en su casa durante dos días tras prometerle trabajo en un restaurante, ha asegurado en el juicio que se sigue contra él ante un jurado popular que se defendió de una agresión sexual, y que su pretensión no era matar a nadie.

Un hombre acusado de matar a otro, un falso médico peruano que le acogió en su casa durante dos días tras prometerle trabajo en un restaurante, ha asegurado en el juicio que se sigue contra él ante un jurado popular que se defendió de una agresión sexual, y que su pretensión no era matar a nadie.

En concreto, el acusado ha explicado que cuando se percató de que la víctima, Andrés Avelino Palomino —quien fue detenida en Francia por supuesto intrusismo—, intentaba bajarle los pantalones, reaccionó cogiendo la toalla que ésta portaba y le rodeó la misma sobre su cuello hasta que vio que dejaba de forcejear. Seguidamente se fue sin comprobar su pulso y sin saber que había fallecido, según ha aseverado.

El acusado, natural de Marruecos y de 25 años en la actualidad, se enfrenta a una pena de doce años y medio de prisión por un delito de homicidio, tal y como solicita el fiscal en su escrito de calificación provisional.

Según recoge en su escrito el ministerio público, el acusado conoció a la víctima, de 68 años y natural de Perú, el 14 de junio de 2012 en un tren procedente de Barcelona con destino a Valencia, y durante el trayecto, la víctima le ofreció trabajo en un restaurante que dijo tener en la ciudad de Valencia.

El acusado se interesó entonces por la oferta, y antes de llegar a la estación de Sagunto, donde se apeó para seguir hasta Teruel, donde residía, quedó con la víctima en ponerse en contacto con ella en fechas posteriores a través de los teléfonos de ambos, cuyos números se habían facilitado.

Transcurridos unos días, el 18 de junio, el acusado se desplazó en autobús desde Teruel hasta Valencia, donde le esperaba la víctima en la estación, y por la tarde, después de acompañarle por distintos lugares, le llevó a la habitación única donde residía, ubicada en la calle Venezuela, que compartía con otras dos personas naturales de Bolivia.

El acusado y la víctima pernoctaron en la habitación, y al día siguiente deambularon por varios lugares de la capital sin que, en ningún momento, fueran al restaurante ofrecido para trabajar. La víctima se excusaba en distintos pretextos.

Por la noche, después de haber comido en un parque lo que habían comprado en un supermercado, a las 20.35 horas durmieron los dos en la misma habitación, en la que el acusado se acostaba en la única cama existente y la víctima en el suelo.

En la mañana del día 20, la víctima se aproximó a la cama del acusado e intentó bajarle los pantalones, a lo que éste reaccionó con violencia, le rodeó el cuello con una toalla y apretó los extremos intensamente durante cuatro o cinco minutos hasta causarle la muerte por estrangulamiento. El acusado ha negado cualquier intención de matar. Seguidamente, el acusado cogió el teléfono móvil de la víctima y abandonó la vivienda. Fue detenido en Tarragona el 4 de octubre y se encuentra en prisión provisional desde entonces.

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