El profesor de Valdeluz daba clases particulares de piano a alumnas "en un aula apartada"

  • Un empleado de la academia de música adjunta al Valdeluz narra a '20minutos' cómo Andrés D.D. daba algunas clases en aulas apartadas o horarios "atípicos".
  • Este profesor está en prisión preventiva, acusado de al menos siete delitos de abusos sexuales.
  • Prefería alumnas para sus clases particulares y de perfil introvertido.
  • "Acababan teniendo mucha relación con él; le admiraban", afirma.
Patio del colegio Valdeluz de Madrid.
Patio del colegio Valdeluz de Madrid.
JORGE PARÍS
Patio del colegio Valdeluz de Madrid.

"Algunas veces, Andrés daba clases particulares en el aula número 6, que estaba situado al fondo de un pasillo en forma de ele. Aunque la puerta de la clase estuviera abierta —como narró una denunciante—, nadie podía ver qué ocurría dentro, si no iba a esa habitación. Alguna vez, los profesores se preguntaban por qué daba la clase allí, ya que el piano bueno —uno de cola— estaba en otra clase", explica a 20minutos un trabajador de la Academia Siglo XXI, el centro musical adjunto al Colegio Valdeluz, sobre Andrés D.D., el profesor que cumple prisión preventiva por al menos siete delitos de abusos sexuales a sus alumnas de clases particulares.

"Tampoco era raro que diera clases particulares de piano en horarios atípicos (viernes, por la tarde o a medio día) cuando había poco personal en el centro", asegura.

El principal acusado —el director del Valdeluz y el jefe de estudios también están imputados— en este caso tenía muy buena fama entre sus alumnos, los padres y los profesores; al menos, mejor que su esposa, copropietaria de la academia, que era una "sargento". Andrés D.D., no: los que les conocían le describen como un hombre "imperturbable". "Era muy político, muy correcto con todo, siempre vestido con chaqueta y una de sus muchas y excéntricas corbatas", relata dicho empleado.

Sus alumnos, además, parecían tenerle en mucha estima. El matrimonio se repartía las clases grupales de Lenguaje Musical y la fama de "borde" de su esposa, hacía que la mayoría de alumnos prefirieran dar clases con él. "Los alumnos no tenían ninguna queja de él".

Este empleado conoció a algunas de las chicas que han denunciado a Andrés. Asegura que no eran un grupo, como se ha dicho, ni cree que tuvieran mucha relación antes de unirse para denunciar. Sin embargo, sí que parecían cumplir un determinado perfil: "Eran chicas muy introvertidas".

Porque este profesor parecía elegir a sus alumnos: eran sobre todo chicas ("solo tenía un alumno en piano") y a las que más le interesaban, no dudaba en cambiarlas de profesor para darlas él clases particulares, prometiéndolas "que avanzarían más rápido con él". Al final, "acababan teniendo mucha relación con él: se veían en varias clases, él se quedaba después, si tenían dudas".

"Ellas le admiraban", asegura, "le miraban como el profesor que les iba a enseñar todo de la música".

El personal del centro no "sospechaba"

El personal del centro "no sabía ni sospechaba nada", afirma este miembro de la plantilla. De hecho, cuando saltó la noticia, "sorprendió mucho". "Es normal que no supiéramos, porque no soportaban que hablemos entre nosotros, siempre decían que los alumnos son de la academia, no de los profesores; las tutorías no las podían hacer los profesores, sino alguno de ellos dos; hasta te llamaban la atención si te veían hablar con algún padre... La gente, para no meterse en líos, venía, hacía su trabajo y se iba; no había un clima para hacer relaciones y contar cosas", explica.

Además, "en clases como las de piano, cuando un alumno dice que el profesor le toca, salvo que te diga en una parte específica del cuerpo, hay que tener cuidado: por el tema postural, se colocan las manos, las piernas,... A algunos alumnos les puede resultar violento". Afirma este profesional que sí reconoce que, tras conocerse la noticia, hay hechos que llaman la atención, además de los horarios y las clases.

"Una de las cosas que solía hacer Andrés en las clases de los más pequeños, a medio día, era poner a los niños sentados en el suelo. Él se sentaba y siempre, al menos las veces que alguien le vió y lo contó, colocaba a una niña encima suyo. En aquel momento, algunos profesores comentaron que no les parecía apropiado, pero no fue a más. Cuando alguien entraba en la clase, no parecía asustado ni avergonzado, actuaba con naturalidad, como si no hiciera nada malo", recuerda esta fuente.

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