Ahora todo este trajín de garrafas y botellas se ha terminado gracias a la generosidad de María Teresa Almendro, una vecina que ha donado, según el Ayuntamiento, el agua del manantial situado en su cortijo de la sierra de Obéilar. Este gesto ha permitido que sus paisanos puedan beber y cocinar con agua del grifo. Las obras han sido relativamente baratas porque sólo se ha instalado un aljibe y unos cuantos metros de tuberías hasta las canalizaciones generales.
El pozo que desde hoy abastecerá oficialmente a Escóznar y Obéilar tiene un volumen fluvial de 26 metros por segundo. Pese a la sequía, no habrá restricciones.
La llegada del agua potable a las casas se celebrará hoy con una gran fiesta en la plaza Cruz de Mayo de Escóznar con actuaciones musicales y degustación de platos típicos.
Unas obras muy caras
Estos dos anejos de Íllora llevan sin agua potable veinte años porque las obras de infraestructura eran muy caras. «Había que instalar una depuradora que quitara el exceso de nitratos provocados por la contaminación de los productos químicos, que se le echa ahora a las tierras de labranza, y después otra depuradora para bajar la cal, que producía el quitarle esos minerales», señala Arco. «Una barbaridad de dinero –continúa– que no podíamos asumir».
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