Lechazo y buen vino. Solo de oír esa combinación se le hace a uno la boca agua, le dan ganas de desplazarse a donde haga falta a deleitarse con ambos, visitar la tierra en la que son productos estrella.
En la Ribera del Duero vallisoletana tienen claro cuáles son sus puntos fuertes y el reclamo turístico va centrado en conquistar el estómago de sus visitantes, es su manera de atraer a gente de otras ciudades.
Los fines de semana del mes de febrero se han celebrado las III Jornadas del Lechazo en las que se han ofrecido dos alternativas a los viajeros: menús gastronómicos a 32 euros (compuestos por entrante, plato principal, postre y vinos denominación de origen) o la opción tapas, por la que por 2,50 euros se puede disfrutar de una tapa y una copa de vino joven de denominación de origen.
Son 21 los establecimientos (11 restaurantes y 10 bares de los municipios vallisoletanos de Peñafiel, Castrillo de Duero, Curiel de Duero, Pesquera de Duero y Valbuena de Duero) que se han adherido a estas jornadas y que ofrecerán cada uno sus propios productos, pero siempre con el denominador común del lechazo y el vino denominación de origen en una visita que incluye además una visita al Castillo de Peñafiel y al Museo Provincial del Vino.
Cada año son más los visitantes de estas jornadas y el objetivo de ellas no es solo potenciar el turismo durante los cuatro fines de semana de febrero, si no también dar a conocer una zona que destaca por su enoturismo y una gastronomía de gran calidad.
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