J. J. Ballesta: "Mientras mis amigos iban a un 'after', yo ya tenía hijo, mujer y casa"

  • El actor que a los once años ganaba un Goya por 'El Bola' debuta a los 26 años en el teatro con 'El nombre de la rosa'.
  • "El peor actor puede ganar un Oscar y no saber hacer un papel en teatro", dice Ballesta, que reconoce estar aprendiendo mucho sobre las tablas.
  • "No dejaré a mi hijo trabajar muy pequeño. Si quiere ser actor, que lo sea de mayor", afirma consciente de la importancia de los estudios.
Juan José Ballesta
Juan José Ballesta
Jorge París
Juan José Ballesta

Con la primera y más importante novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa (1980), ha debutado Juan José Ballesta en el Teatro Nuevo Apolo (hasta el 30 de marzo). Conocido, a pesar de los pesares por y como El Bola, reconoce que interpretar es lo suyo y que en el teatro no hay trampa que valga. "En el cine, si te sale mal, lo puedes repetir" dice sin pudor y con mucha naturalidad. Tan poco estudiado tiene el discurso que a veces ha pagado cara su espontaneidad: "algunos periodistas han puesto cosas que...", y por eso cada vez que habla en broma durante la entrevista señala: "era broma, ¿eh?".

Con siete años empezaba en televisión en la serie Querido maestro y en 2000 interpretaba el papel que de momento sigue siendo el de su vida: El Bola. Le valió, con solo once años, un Goya. Era tan pequeño que justo antes de recogerlo se le cayó un colmillo. Todo ha ido rápido en su vida. A los 18 años ya tenía casa, mujer e hijo. El viaje de Carol, El embrujo de Shanghai, Planta 4ª son algunas de las películas que ha hecho después.

¿Qué está aprendiendo del teatro que no supiera?

El cine es mucho más fácil, pero el teatro es mucho más satisfactorio. Tienes al público al lado, los atrapas más, y tienes que estar dándolo todo en todo momento. Aquí no sirve decir: ay, espera, que no me ha salido bien el gesto y vamos a repetirlo. Hay que demostrar que uno vale y que lo hace bien.

¿Reto conseguido?

Tenía una parte de reto para mí importante, para demostrarme a mí que valgo para esto y además de paso cultivarme un poco como actor y como persona.

¿Ha sentido alguna vez que el actor que hace teatro es más respetado?

Sí, pero la esencia es la misma: la interpretación. Si no, no lo haría. A mí lo que realmente me gusta es interpretar. Cuando estoy interpretando estoy gozando.

¿Cuándo fue consciente de que interpretar es lo suyo?

Con catorce años, cuando hice El viaje de Carol. Con El Bola aún no tenía constancia de que iba a ser actor, sabía que iba a trabajar y que me iba a sacar unas perrillas para comprarme algún  chándal y unos balones, e invitar a mis colegas a bocadillos todos los días. Y es lo que hacía, me acuerdo perfectamente. Ocho bocadillos de bacon y con lo que sobraba, dos Coca-colas. Con El viaje de Carol me di cuenta de que era lo que me gustaba. Es que con El Bola me tiraba jugando todo el rato entre toma y toma. Todavía en El viaje de Carol me iba a pescar entre toma y toma, pero ahí ya sabía que era trabajo.

Y todo comenzó porque su hermana era muy guapa...

Pues sí, nos apuntó mi madre a una agencia porque mi hermana era muy guapa y mi primo también para hacer anuncios de niños, que les hacía ilusión a ellas.

¿Y usted?

Pues yo, como no me dejaban quedarme en el barrio, porque era un liante, nunca he robado ni me he drogado, pero era un pieza y mi madre no veas si penaba conmigo. Y por eso, como tenía que ir con ellos, le dije: déjame que me apunte, porque si lo hago ¿qué me dan? Pues unas perrillas para tus motos o lo que quieras me dijo.

Fueron los tres a la agencia y resultó que el que no iba a ser apuntado más éxito tuvo...

Es que ya que iba me hacía ilusión conseguir algo. Hice el casting para Querido maestro y me cogieron. Estuve dos años haciéndolo antes de El Bola.

Creo que tiene una memoria casi prodigiosa pero que lo de estudiar en el colegio es una asignatura pendiente...

No me gustaba estudiar en el colegio, pero los papeles me los he aprendido al dedillo. Tengo mucha memoria y mucha suerte, porque he nacido con ese don.

¿Cómo lleva que le sigan llamando El Bola?

Pues lo llevo, que ya es bastante. Soy Juan José Ballesta pero tengo mucho que agradecer a El Bola, fue la película que me lanzó a la fama.  Pero es como Will Smith, él no es el Príncipe de Bel Air es Will Smith. Pues yo soy Juanjo Ballesta, no soy El Bola, pero le debo mucho a la película y le tengo mucho que agradecer, pero a la película, no al Bola, que yo no soy el bola.

Antes decía que le dio mucha guerra a su madre, ¿qué siente ahora cuando lo ve sobre las tablas?

No les cuadra ver a Juanjo tranquilo. Hasta mis compañeros me han regañado por lo nervioso que soy.

¿Se siente más actor haciendo teatro?

Sí, porque el más malo del mundo te puede hacer una película que le den un Oscar y luego le digas toma, haz este papel, y te diga: no sé, porque he ido frase a frase, he ido retomando todas las escenas. Aquí hay que demostrarlo. Actor para cine puede ser cualquiera porque vas haciendo frase a frase y luego lo montas, no pasa nada.

¿Cómo recuerda el Goya por El Bola?

Se me cayó un diente y se lo di a mi madre, le dije; mamá, que se me ha caído el colmillo, ¿qué hago? Y ella: trae, trae y sube, corre.

Es que era un niño, ¿qué ha aprendido antes de tiempo?

Con 18 tenía mujer, hijo, casa, y pensaba: yo donde tenía que estar es en un 'after' con mis amigos y en su lugar estoy en un bar tomando un café a las ocho de la mañana. Pero tengo muy buen rollo con mi hijo, igual que con mi padre, que tiene cuarenta y tres años y yo tengo 26. Me tuvieron con 16 y 17.

¿La peor parte?

La parte mala es que he perdido mucho colegio y el aprendizaje es fundamental. Lo bueno es que tenía mis perrillas.

¿Y si su hijo quiere ser actor?

Que haga lo que él quiera, pero no le dejaré mientras sea pequeño. Y si quiere ser actor, que lo sea más mayor. Que estudie.

¿Cambiaría algo?

No cambio nada. Estoy muy conforme con la vida. Mi filosofía es hacer una buena película al año, no hacer por hacer. Y me gusta cambiar de registro todo el tiempo.

¿Y lo que nunca olvida?

Lo que me ha enseñado mi familia y de dónde vengo, que es de una familia obrera. Y se lo enseño a mi hijo.

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