La incertidumbre y la precariedad de los jóvenes protagonizan la novela 'Dies de frontera'

  • El libro de Vicenç Pagès Jordà obtuvo el Premio Sant Jordi en diciembre.
  • Narra las circunstancias de una pareja de treintañeros, en tránsito perpetuo, que podrían ser el daguerrotipo de "los que hoy no tienen nada seguro, algo normal".
Vicenç Pagès Jordà.
Vicenç Pagès Jordà.
EFE
Vicenç Pagès Jordà.

El escritor Vicenç Pagès Jordà relata en su nueva novela Dies de frontera, con la que obtuvo el Premio Sant Jordi en diciembre, las circunstancias vitales de una pareja de treintañeros, en tránsito perpetuo, y que podrían ser el daguerrotipo de "los que hoy no tienen nada seguro, algo normal".

El autor de Figueres reconoce que presenta una obra generacional, pero de gente más joven que él, de entre treinta y cuarenta años, que sin poder escogerlo "no tienen nada seguro, están en una ETT o trabajan en un bar, lo que tiene consecuencias económicas, inmobiliarias e incluso genéticas".

A la vez, remarca que la construcción de este artefacto literario le supuso un reto porque también trata sobre la vida de un instituto de secundaria y bachillerato, de los espacios de frontera y de la relación que puede establecerse entre una madre y su única hija.

En Dies de frontera, que transcurre en el año 2013 con constantes alusiones a la actualidad, como el gran incendio en el Empordà, el lector conocerá la peripecia de Pau y Teresa, vecinos de Figueres -la ciudad natal de Pagès, aunque reside en Torroella de Montgrí- que van prorrogando su relación de manera automática hasta que un día se produce lo que se denomina "el desliz".

Este hecho precipitará traslados, cambios y un viaje a La Jonquera, un territorio que, según Pagès Jordà, los franceses han descubierto "como espacio literario, mientras que los nativos no le hemos dedicado tiempo". Al novelista este "no lugar" le sirve, asimismo, para tratar sobre la provisionalidad.

"En un lugar como La Jonquera todo parece que se acaba de construir la noche anterior y sólo parece que haya presente, y aunque tenga un pasado, pocos saben que fue un punto trágico durante la Guerra Civil", asevera Pagès.

El escritor indica que hizo unas cuantas excursiones hasta la frontera con Francia, donde tiró fotografías y conoció a propietarios de los establecimientos comerciales allí implantados.

En este mosaico aparecen, asimismo, algunas prostitutas, aunque no son protagonistas de ninguna escena, y se contrapone un pueblo como el de La Jonquera, donde se crean puestos de trabajo desde hace algunos años, con otro fronterizo como Portbou, con cierto encanto y playa pero "económicamente a la baja".

Como ya ocurría en su anterior y ambiciosa novela, Els jugadors de whist, Vicenç Pagès juega con el lector, apelándole en algunas ocasiones, incluyendo whatsapp, con mayúsculas, minúsculas y palabras mal escritas, alguna que otra cuenta de Facebook y cameos de personajes de otros títulos suyos.

"Podría ser costumbrismo experimental", dice cuando se le comenta que en momentos el texto retrata muy bien situaciones de la vida cotidiana.

Algunas de las que más llaman la atención son las que suceden en un instituto, con un director que tiene el poder simbólico y representativo pero no toma decisiones, o las que denotan la dificultad de tener hijos actualmente en situaciones de precariedad.

Para Vicenç Pagès Jordà, "hay parejas que han llegado a los cuarenta y ni han buscado descendencia, porque no tienen suficientes recursos". "Además, un hijo es para siempre, lo que deben ver como algo muy extraño, porque no tienen nada para siempre".

Preguntado sobre si está pensando en un nuevo título, expone que ahora es como si después de llegar a la cumbre estuviera bajando la montaña en busca de la ducha, por lo que "mejor que nadie me pregunte qué otro pico subiré".

De todas maneras, avanza que le gustaría hacer una antología con sus mejores cuentos, algunos de ellos publicados en 1990.

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