José Carlos Somoza: "En el futuro, el debate que hay en torno al aborto nos parecerá superfluo"

  • Publica 'La cuarta señal', que bucea en las posibilidades de la realidad virtual.
  • "La fabricación de objetos virtuales creará muchos puestos de trabajo", vaticina.
  • "Las redes sociales combaten el racismo y el sexismo".
El escritor español de origen cubano José Carlos Somoza.
El escritor español de origen cubano José Carlos Somoza.
Nines Mínguez.
El escritor español de origen cubano José Carlos Somoza.

José Carlos Somoza, uno de los máximos exponentes actuales de la literatura fantástica en castellano, acaba de publicar La cuarta señal (Minotauro). Se trata de un oscuro thriller de ciencia ficción en el que un mundo virtual (llamado "Órgano", y que funciona con algoritmos basados en la música de Bach) llega a adquirir tanta importancia como la vida real.

Como dice uno de los protagonistas de 'La cuarta señal', en la vida real somos simplemente hombres, mujeres o niños, pero en el anonimato total "surgen otras cabezas en nuestra Hidra". ¿Por qué estamos tan necesitados de disfraces?

A lo largo de la historia, el ser humano siempre ha tenido la necesidad de ser otros. Por eso surgió el teatro, como catarsis. Siempre hemos visto esa necesidad como un defecto, como una carencia que no conseguimos suplir... Los niños juegan a ser otras personas y decimos que ésa es una actitud pueril. Pero yo apunto la idea de que nuestro destino es ser otros. El ser humano es múltiple, no es uno uno solo: está en nuestra naturaleza y eso no es un defecto ni una carencia.

Internet y las redes sociales le han dado otra dimensión a esa multiplicidad...

La vida se ha convertido en un baile de máscaras electrónico. Los nicknames o seudónimos han transformado las relaciones humanas, y recibimos a diario mensajes de personas a las que no conocemos. Por primera vez, la sociedad ha cambiado radicalmente en apenas una década, y a los escritores eso nos ha pillado por sorpresa. La literatura siempre ha sido un reflejo de los cambios sociales: lo fue, por ejemplo, tras la Revolución Industrial y en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando el ser humano cambió tras el horror nazi. Ahora, sin embargo, en las novelas hay una ausencia absoluta de captación de lo que es la realidad: los personajes siguen resolviendo sus asuntos cara a cara y el recurso del que más echan mano es, si acaso, el teléfono. Pero todo ha cambiado e irá a más, porque las nuevas generaciones, adictas a las pantallas, son las que construirán el mundo del futuro. Las expectativas son controlarlo todo en la distancia, poder estar en todas partes sin movernos.

Usted no se prodiga mucho por las redes sociales...

Es cierto. De mi Facebook hasta hace poco se encargaba la editorial, aunque ahora lo llevo yo personalmente. En cuanto a Twitter, lo tengo abandonado porque para mí la intimidad es fundamental, y Twitter favorece un contacto que debe ser controlado de alguna manera para que no se rompa esa intimidad. Yo llego incluso a desconectar los teléfonos; no me gusta que las máquinas controlen lo que debemos hacer en un momento determinado. Es absurdo luchar contra eso, pero de alguna manera habrá que enseñar a las máquinas a adaptarse a lo que queremos. Hasta entonces, prefiero dejarlo estar.

La cuarta señal indaga también en la importancia de nuestro aspecto físico y hasta qué punto éste puede llegar a modelar la personalidad de una persona. 

La propia imagen es muy importante, y cada vez más, porque estamos cultivado una sociedad de la imagen. Es lógico porque, a diferencia de otras especies, nosotros podemos controlar las cosas. El destino de la humanidad es controlar el mundo, y eso nos incluye también a nosotros mismos, a nuestro aspecto. Tal vez sea el camino natural del ser humano.

Y si existiera un mundo virtual como 'Órgano', que le permitiera escoger el cuerpo que quisiera, ¿cuál escogería usted?

Probaría con muchos. No me perdería esa maravillosa oportunidad. Sería distintos hombres, distintas mujeres y también algunos animales que otros.

En su novela, 'Órgano' saca al mundo de la crisis en la que estaba sumido. A ver si va a ser una novela profética y viene Internet a sacarnos de pobres...

Pudiera ser. Uno de los expertos con los que me entrevisté para preparar la novela fue un sociólogo, Edward Castronova, que sostiene que el cambio económico llegará a través de lo virtual. No pasará mucho tiempo antes de que el dinero se mueva completamente de manera virtual y florezca la fabricación de cosas virtuales, una práctica que ya empieza a ser importante en países como Japón. Se implantará un sistema de oferta y demanda que incluirá también objetos preciados o rarezas, y los puestos de trabajo aumentarán. La piratería, claro, lo amenazará todo: se podrá copiar un sabor, un olor... e incluso a una persona.

Y si finalmente Internet no nos salva, quizá tengamos que acabar inventando nuevas y extrañas profesiones, como policías expertos en manejar el subconsciente (El Cebo), personas que trabajen haciendo de lámpara o de mesa (Clara y la penumbra)...

Sea como sea, lo que es seguro es que la realidad va a superarlo todo. Hace pocas décadas nadie podría imaginar que todos tendríamos un ordenador y un teléfono móvil. La literatura de ciencia ficción lleva hablando de mundos virtuales desde los años 50, cuando ni se soñaba que tal cosa podría ser posible, pero todos imaginaron siempre que para tal cosa habría casi que disfrazarse de astronauta. Hasta hace nada el cine mostraba a los personajes conectados a la realidad virtual con guantes, casco, enganchados a un montón de cables... Sin embargo, entrar en lo virtual será mucho más fácil de lo que siempre se había creído, porque no habrá que estimular ni las rodillas ni las manos ni los pies. Lo único importante es el cerebro. Cuando se descubra cómo estimular las áreas cerebrales que hacen que sintamos que estamos corriendo, o comiendo, o tocando algo, estaremos a un paso de entrar por la puerta trasera del mundo virtual.

En sus novelas siempre hay una especie de realidad subyacente, algo oculto que no se percibe a primera vista... ¿Es una obsesión suya? ¿Tanto le defrauda la vida real?

No se trata de que la vida real me defraude. Es que la vida real no es esto que vemos ahora mismo: es mucho más. No me frustra la realidad, me frustra no poder conocerla toda. Por ejemplo, la realidad no es sólo lo que percibimos durante la vigilia: los sueños también son reales. La realidad no es sólo nuestro cuerpo macroscópico: también los átomos y los electrones que la forman. Hay muchas cosas que no somos capaces de percibir y que nos influyen en el día a día de manera importantísima. Las hormonas nos pueden afectar de formas que no podemos sospechar... También me interesan mucho la intuición y el azar, que están muy relacionados. El azar es todavía muy desconocido para nosotros, y también él forma parte de nuestra realidad.

'Órgano' es un mundo configurado por la música de Bach: ¿Qué tipo de música configuraría el universo más infumable de todos?

A mí me gusta toda la música y no condenaría a ninguna al infierno. Yo disfruto muchísimo escuchando a Bach, pero también a los Beatles, música étnica de pueblos muy remotos y hasta Marilyn Mason. Uno de mis libros más conocidos, La caverna de las ideas, me lo inspiraron unas grabaciones de música griega basadas en textos antiguos.

¿Por qué una relación entre una mujer de 35 años y un chico de 16 nos choca más que si es a la inversa?

Porque las imágenes sociales son las que son, están en la conciencia de todos. Pero es cuestión de tiempo que eso cambie. Las redes sociales, por ejemplo, ya están posibilitando que disminuyan cosas tan estúpidas como el racismo, el sexismo o la xenofobia. Nos sirven para comprender que personas de diferente sexo, edad, raza y religión, muy diferentes entre sí, pueden comunicarse y entenderse.

Da la sensación de que tiene usted predilección por los personajes femeninos.

Últimamente sí, pero obedece a razones específicas. En Zig Zag, por ejemplo, se debía al hecho de que no se entendía que la mujer jugara un papel importante en la física teórica, a pesar de que hoy en España es mucho más frecuente que en Harvard encontrar a mujeres en clase de físca teórica. En El Cebo, porque quería invertir la relación tradicional verdugo-víctima y darle a ésta muchas más armas para defenderse. Con el personaje de La cuarta señal sucede todo lo contrario: es una mujer de hoy con sus soledades y sus problemas e inmersa en la posibilidad de cambiar su vida.

La idea de una mujer obligada a gestar a un hijo porque el estado no le permite abortar, ¿sería un buen argumento para una novela de terror?

El debate sobre el aborto, que hoy en día nos parece tan vital, en el día de mañana será tan superfluo que la gente no se podrá creer que hayamos estado discutiendo sobre eso, igual que ahora nos parecen banales las discusiones de la Edad Media sobre el sexo de los ángeles. De lo que se trata es de averiguar cómo hacer para conseguir que una vida no se interponga con otra vida, y estoy convencido de que esa cuestión se acabará solucionando gracias a la ciencia y la tecnología.

¿Y hasta entonces?

Ahora mismo hay que definirlo de alguna forma, lo que no es nada fácil, porque se trata de algo muy delicado... Pero si me pregunta qué opino yo, le diré que creo que habría que examinar caso por caso.

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