Dos cuadros de Edward Hopper cuelgan en el Despacho Oval

  • Los óleos, pintados a principios de los años treinta por el gran maestro del paisaje moderno estadounidense, han sido cedidos por el Whitney Museum.
  • Son un granero y una vivienda rurales, han sido colocados en paralelo en el lado sudeste, y en ninguno hay figuras humanas.
  • "Capturan la atmósfera y la luz, así como la quietud vacía", dice la Casa Blanca.
Barack Obama mira los cuadros de Hopper en una foto oficial distribuida por la Casa Blanca
Barack Obama mira los cuadros de Hopper en una foto oficial distribuida por la Casa Blanca
Official White House Photo by Chuck Kennedy
Barack Obama mira los cuadros de Hopper en una foto oficial distribuida por la Casa Blanca

El círculo que traza la presencia del pintor estadounidense Edward Hopper (1882-1967) en todas las manifestaciones culturales de Occidente se termina de completar: dos de los 366 óleos que pintó el artista cuelgan desde ahora en uno de los despachos que, por activa o pasiva, dominan el mundo, el Despacho Oval de la Casa Blanca. Los cuadros que asistirán en silencio a las gestiones y decisiones de Barack Obama y su plana mayor son las nuevas aportaciones del presidente a la decoración de la oficina y han sido cedidos en préstamo por el Whitney Museum de Nueva York, que tiene la más amplia colección de Hopper de todas las pinacotecas del mundo.

La Casa Blanca acaba de anunciar, mediante un comunicado oficial de William G. Allman, comisario de arte de la sede presidencial, la colocación de las obras, una sobre la otra, en paralelo, en el lado sudeste del despacho. Se trata de un par de cuadros pintados por el maestro de la soledad y la tensión del mundo actual en la misma época, entre 1930 y 1933: Cobb’s Barns, South Truro y Burly Cobb’s House, South Truro, sendos óleos sobre lienzo. El primero representa, en tonos ocre, el granero de una granja, y el segundo, complementario anque levemente más luminoso, la vivienda de los mismos granjeros, la familia Cobb.

Realismo social

En ninguno de los óleos —el primero mide 127 por 87 centímetros y el segundo 92 por 64—, hay ni una sola huella de figuras humanas. Pertenecen a la época a la que algunos llaman de realismo social de Hopper, con abundancia de edificios y construcciones culminados con elegancia casi expresionista. Fueron pintados antes de que Hopper y su esposa Josephine construyeran, en 1934, la casa de madera blanca en Cabo Cod, la península al este de Massachusetts en la que pasaron casi toda su vida. Durante los veranos anteriores, la pareja alquiló una cabaña en una ladera cercana y fue ese el punto desde el que fueron pintados los cuadros que Obama contempla en la foto oficial que también ha distribuido la Casa Blanca.

Las piezas son "ejemplos emblemáticos" del estilo de un pintor "ampliamente reconocido como uno de los artistas más importantes del siglo XX" y "capturan el fuerte sentido de la atmósfera y la luz, así como la quietud vacía" de Hopper, dice Allman. También demuestran, añade, "la fascinación de Hopper por las diversas formas de la arquitectura vernácula" de los EE UU, "un tema al que que volvería una y otra vez , dando lugar a algunas de las imágenes más perdurables del arte estadounidense".

Ningún Hopper en propiedad

Los nuevos cuadros, añade el responsable de arte, guardan relación con otras piezas de arte estadounidense contemporáneo que decoran las paredes del despacho: un  retrato de George Washington de Rembrandt Peale pintado en torno a 1823, otro de Abraham Lincoln de George Henry Story (1915), el paisaje The Three Tetons de Thomas Moran (1895), The Avenue in the Rain de Childe Hassam (1917) y Statue of Liberty de Norman Rockwell (1946). Estas cinco obras pertenecen a la colección permanente de la Casa Blanca, que no tiene en propiedad ninguna de Edward Hopper.

El Whitney se ha mostrado encantado con el préstamo, al tratarse de obras de un artista "estrechamente identificado" con el museo —en Europa ni siquiera se sabía de la existencia de Hopper hasta que la exposición Edward Hopper: The Art and the Artist, organizada por la pinacoteca neoyorquina estuvo en 1980 en Londres, Düsseldorf y Amsterdam y encendió la fiebre. "Estamos muy contentos y honrados", dice Adam D. Weinberg, director del Whitney, donde el artista ha sido expuesto más que ningún otro. "Esperamos que estos hermosos paisajes Cabo Cod complacerán intensamente al presidente Obama y a todos quienes los vean".

Truman, carteles de aviones; JFK, barcos en miniatura...

Los cambios de decoración del Despacho Oval son una tradición que han ejecutado todos los presidentes de los EE UU para intentar dejar su impronta y, al tiempo, hacer un guiño al mundo. El presidente Truman, que dió la orden de lanzar las bombas atómicas sobre Japón, colocó ilustraciones de aviones; John F. Kennedy, gran amante de la navegación a vela, se rodeó de miniaturas navales; George W. Bush se dejó convencer sin una sola protesta por el premier británico Tony Blair para colocar un imponente busto de Winston Churchill y una de las primeras decisiones de Obama fue colgar una copia enmarcada del discurso I Have a Dream de Martin Luther King.

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