En las inmediaciones del número dos de Eduardo Ibarra, junto a la valla que linda con las obras del aparcamiento subterráneo, ahora sólo quedan tocones.
«Es una verdadera pena; estos árboles llevaban aquí más de 30 años y además nos han quitado la poca sombra que quedaba en la calle», se quejaba ayer una vecina a 20 minutos. Además de estos árboles, también se pueden ver más tocones diseminados por los aledaños de las obras.
Los operarios consultados explicaron que la nueva plaza de la Romareda incluirá más de cien árboles, pero la tala de los que hay ahora no convence a los vecinos. «Deberían hacerlo de otra forma, o replantarlos», reclaman.
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