Un acusado de matar a la limpiadora de un banco dice que fue un accidente y el otro que no vio nada

R.G.T, uno de los acusados de matar de un disparo a la empleada de la limpieza de una sucursal bancaria de Santa Cruz de Retamar (Toledo), donde intentó robar en mayo de 2012 juntó a M.I.C., ha declarado que fue un accidente, mientras que el otro acusado ha manifestado que sólo iba a robar y que no vio nada del incidente.
Juicio atraco Centas de Retamosa
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EUROPA PRESS
Juicio atraco Centas de Retamosa

R.G.T, uno de los acusados de matar de un disparo a la empleada de la limpieza de una sucursal bancaria de Santa Cruz de Retamar (Toledo), donde intentó robar en mayo de 2012 juntó a M.I.C., ha declarado que fue un accidente, mientras que el otro acusado ha manifestado que sólo iba a robar y que no vio nada del incidente.

Durante la primera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Toledo, R.G.T., el acusado que presuntamente disparó el arma, ha declarado que no sabe cómo se produjo el disparo y que fue durante un forcejeo con la empleada de la limpieza de la sucursal cuando se produjo la detonación de la pistola.

Dicho forcejeo, según ha añadido, duró solamente entre 20 y 30 segundos y se produjo después de que haya reconocido que ató de manos y piernas a varios empleados del banco con una brida. "Estaba muy nerviosa, vino hacía mí agarrándome y la intenté tranquilizar", ha agregado.

"era solo para asustar"

Momento en el cual, ha dicho que sonó un disparo aunque no sabe cómo se pudo producir. Así, R.G.T. ha explicado que el arma que llevaba encima, que ha asegurado que cogió cuando entró en la furgoneta con la que fueron a Santa Cruz de Retamar, "era solo para asustar" y que creía que la pistola no era de verdad sino de fogueo.

Este procesado —que ha reconocido ser consumidor habitual de cocaína— ha manifestado que era el otro acusado el que daba las órdenes y que planearon el robo días antes en una reunión que mantuvieron en un bar de Torrijos (Toledo).

Finalmente, no ha podido reconocer a R.G.H, quien también se sienta en el banquillo de los acusados por robo con violencia y que era quien conducía la furgoneta, al asegurar que la furgoneta tenía una cortinilla que separaba la parte delantera de la trasera y que no pudo ver su cara.

Intentando abrir la caja

De su lado, M.I.C. ha reconocido que fueron a la sucursal bancaria con intención de atracarla pero no de hacer daño a nadie. "Solo íbamos a por el dinero", ha apuntado, para agregar que el arma que portaba se la entregó R.G.T. y que era R.G.H. —su suegro— el que conducía la furgoneta y que le "engañó" sin decirle que iban a hacer un atraco a cambio de 500 euros.

Tras justificar que planearon el robo porque estaba "muy necesitado" al no tener trabajo y ser consumidor habitual varias sustancias estupefacientes, ha manifestado que solamente se encargó de ir a por el dinero de la caja fuerte con la directora del banco mientras que R.G.T. se ocupaba del resto de personal de la sucursal.

Así, ha indicado que estaba con la directora a la espera de que se abriera la caja fuerte cuando escuchó un disparo. "No vi nada del incidente", ha declarado, para proseguir diciendo que si lo hubiera visto habría intentado evitarlo. "¡En qué maldito momento hicimos esto!", ha exclamado.

Creía que el disparo fue para asustar

Además, ha añadido que creía que el disparo lo hizo R.G.T. para asustar y que éste era el que daba las órdenes porque él mismo no tenía experiencia en robos. "Yo era la primera vez que hacía algo de esto", ha agregado.

M.I.C. se ha mostrado "muy arrepentido" de lo ocurrido y ha añadido que cuando se enteró por la televisión de que la empleada de la limpieza del banco había fallecido se presentó voluntariamente en el cuartel de la Guardia Civil para entregarse.

El último de los acusados ha dicho no saber que los otros dos procesados iban a atracar un banco y que aceptó conducir la furgoneta porque necesitaba el dinero, ya que él también es toxicómano. "Jamás vi ni escuché nada de pistolas", ha declarado, para añadir que cuando les persiguió la Guardia Civil aceleró porque tenía "algo pendiente" y le entró miedo.

Los testigos

Tras un biombo han declarado varios testigos, entre ellos la directora de la sucursal, que han identificado a R.G.T. como la persona que les ató de manos y piernas, y que forcejeó con la mujer de la limpieza, mientras que M.I.C. se encargó de ir a la caja fuerte a por el dinero.

Sobre la muerte de la limpiadora de la sucursal, y aunque todos ellos han dicho que no pudieron ver nada, sí han coincido en que escucharon a la fallecida gritar "¡A mí no!", y que luego escucharon un disparo y que solamente vieron a R.G.T. arrastrarla para "arrojarla" a los pies de uno de ellos.

Finalmente, han declarado también varios guardias civiles que han explicado que persiguieron a los acusados con la furgoneta y que, aunque les dieron el alta, aceleraron y no se detuvieron. También han explicado que las armas eran reales y no de fogueo.

PENAS

El fiscal pide para los procesados 40 años de prisión. Concretamente, para cada uno de los acusados, 15 años de prisión por un delito de homicidio, un año y seis meses de prisión por un delito por tenencia ilícita de armas y tres años y seis meses de prisión por un delito de robo con violencia en grado de tentativa.

Unas penas que el abogado de M.I.C., José María Pedregal, pide que se rebajen para su patrocinado puesto que, como ha especificado, se ha demostrado que solo cometió un delito de robo en grado de tentativa y tenencia ilícita de armas. Así, solicita que se le imponga un año de cárcel por estos dos delitos y que se tengan en cuenta las atenuantes de colaboración, drogadicción y reparación del daño.

De su lado, Eduardo Estevez, el abogado de R.G.T., solicita para su patrocinado que se le imponga una pena de uno a cuatro años por un delito de homicidio imprudente, seis meses por tenencia ilícita de armas y dos años por robo; así como que se tenga en cuenta la atenuante de drogadicción.

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