La venta de un colegio enfrenta a las monjas con sus propietarios

El centro Hijas de La Cruz de Santurtzi ve peligrar su futuro tras 147 años por la construcción de pisos. Los tribunales decidirán.
¿Puede una fundación vender el colegio que apadrina y dejarlo en manos de la especulación inmobiliaria en contra de sus estatutos?. Es lo que se pregunta constantemente la congregación de Hijas de la Cruz, gestora del colegio que lleva su nombre en Santurtzi y que, de no poner remedio, se convertirá en una urbanización residencial.

Pero la hermandad de religiosas, afincada en la localidad marinera desde 1860 se niega a abandonar el centro, sorprendidas aún por la operación inmobiliaria. La Fundación Murrieta vendió el colegio el pasado noviembre a la promotora Florester por 9 millones de euros.

«Confío en que las instituciones hagan lo que sea justo; pero nosotras no nos pensamos marchar de aquí», dice a 20 minutos la directora del centro, María Teresa Paz, en la congregación desde hace casi 40 años. La polémica es digna de un guión de cine negro.

El propio Ayuntamiento de la localidad, que ejerce, precisamente, como patrono de la misma Fundación Murrieta, se opone, ahora, a la venta del centro, al igual que la congregación.

Ya ha anunciado, de hecho, que recurrirá la operación en los tribunales. «Sería una pérdida grandísima; no sólo para nosotras, sino para todo el pueblo y, sobre todo, para los alumnos», señala Paz.

A pesar de que los compradores, gestores a su vez del cercano colegio San Francisco Javier, dicen asegurar la enseñanza, Hijas de la Cruz pretende cumplir la voluntad de su sucesor: continuar con la educación cristiana.

Una larga tradición en Vizcaya

La congregación de Hijas de la Cruz nació en Francia a principios del siglo XIX, concretamente en 1807. Y surgió con un claro objetivo. Ejercer la enseñanza en las zonas rurales y pobres del país. El ideario cristiano de la congregación pronto se extendió por otros países. En Vizcaya se introdujeron en 1807, cuando abrían el colegio, todavía hoy en funcionamiento, de la calle Ronda bilbaína. Sestao o Santurtzi fueron algunas de las localidades que verían, después, nuevos colegios. Quizás por ello, tanto el colegio como la congregación ha recibido el apoyo de santurtziarras y de muchos vizcaínos.

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