Gregorio López, el cura mexicano que lucha contra un cártel rosario en alto y con chaleco antibalas

  • Ha pedido a sus fieles que se unan y ayuden a que el Gobierno expulse al cártel de los Caballeros Templarios, en Michoacán.
  • "Quiero hacer que la comunidad despierte, crea, confíe", asegura el sacerdote.
  • Llevaba un chaleco antibalas como símbolo de su lucha contra el narcotráfico, aunque dice que lo ha "regalado".
Gregorio López, vicario de Apatzingán, en México, sostiene un crucifijo y un teléfono móvil.
Gregorio López, vicario de Apatzingán, en México, sostiene un crucifijo y un teléfono móvil.
EFE
Gregorio López, vicario de Apatzingán, en México, sostiene un crucifijo y un teléfono móvil.

Un cura mexicano ha pedido a sus fieles que "dejen el miedo para el diablo", se unan y ayuden a que el Gobierno ponga orden en sus comunidades para expulsar de una vez por todas al cártel de Los Caballeros Templarios, el que domina el estado de Michoacán.

Gregorio López, vicario de Apatzingán, encabezó este domingo en el oeste de México un acto donde rezó "el rosario en silencio" junto a unas 700 personas para pedir apoyo a las autoridades a cambio de que estas hagan su trabajo y neutralicen de una vez por todas a los criminales.

En entrevista previa al acto de profesión de fe, explicó que el objetivo es "reivindicar la credibilidad de las fuerzas federales", que reforzaron su presencia esta semana en Michoacán y han lanzado una estrategia para devolver la seguridad el estado más conflictivo de México en estos momentos.

López es un convencido de que la operación lanzada por el Gobierno de Enrique Peña Nieto en Michoacán el pasado 13 de enero no va a funcionar si la gente no coopera y la autoridad empieza a detener a los líderes.

"Quiero hacer que la comunidad despierte, crea, confíe. Pero la cuestión es ésta, muy delicada, porque si no (cumplen las autoridades) entran los comunitarios (las autodefensas). Si no dan pruebas fehacientes, entran los comunitarios", señala el sacerdote.

El acto se desarrolló sin incidentes en la plaza principal de Apatzingán y estuvo custodiado por agentes de la Policía Federal, que desde el martes pasado controlan la seguridad de este municipio considerado el bastión de los "templarios".

López, quien invitó a todos los fieles a participar "con la mejor arma que tenemos, que es el rosario", y "levantar la mano al unísono", pidió a la ciudadanía dar un voto de confianza a los policías federales y "denunciar a todo delincuente".

"Basta de vivir bajo el miedo, no más robos, extorsiones y amenazas (...) Apatzingán no quiere 'templarios'", no quiere autodefensas, "quiere comunidad", dijo.

En su discurso, el sacerdote también arremetió contra los policías municipales que fueron relevados de sus funciones el martes pasado, a quienes acusó de secuestrar y extorsionar al pueblo.

Zona violenta

López lleva más de dos años trabajando en la Tierra Caliente de Michoacán, una región de México donde en los últimos meses se ha recrudecido la violencia.

Los grupos de autodefensa que han proliferado frente a los criminales se han ganado el respeto de muchos, pero a la vez el recelo del Gobierno federal, que esta semana les pidió que depongan las armas y dejen en sus manos el restablecimiento del orden.

Líderes de estos grupos como Hipólito Mora y Estanislao Beltrán replican que no lo harán sin la certeza previa de que el Gobierno, sea federal, estatal o municipal, dé resultados en la lucha contra los "templarios", un grupo criminal surgido a fines de 2010 como una escisión de La Familia Michoacana.

Gregorio López cree que un cambio es posible y por ello quiere crear un Consejo Ciudadano Responsable de Impulsar un Sano Tejido del Orden Social (CCRISTOS) integrado por "cien ciudadanos de altísimo nivel de credibilidad".

El consejo se dedicará "a poner en la balanza a cada ciudadano que va a vivir aquí, empezando por el presidente municipal (alcalde). Si es digno de crédito que se quede, y lo defendemos. Pero si no pasa del 51 % (de votos del consejo), tiene que irse", agrega.

El sacerdote confiesa que nunca ha pensado "en salir corriendo" ni en suicidarse, pero sí en dejar de ser "hocicón" (callarse) porque "es más fácil" no ser incómodo.

Admite que su obispo ya le ha amenazado hasta con quitarle el sacerdocio diciéndole que no se meta, que él es "pastor".

"(Yo le digo), sí señor pero un pastor que está viendo que le chingan a las ovejas y se queda callado no es pastor, es un asalariado", agrega.

Hace unos días el vicario de Apatzingán se dejó fotografiar con un chaleco antibalas sobre la sotana, una prenda que admite que se ha puesto como "algo simbólico".

"Lo he hecho (...). Hasta el jueves yo usaba chaleco. Hoy lo acabo de regalar porque ya no lo ocupo", señala.

Su diagnóstico es que el fin de la organización criminal de Los Caballeros Templarios, liderada por Dionisio Loya Plancarte, alias 'El Tío', Enrique Plancarte Solís, alias 'El Kike', y Servando Gómez Martínez, alias 'La Tuta', ha llegado.

Presiente que la gente que estaba "desmoralizada, apocada, achicada", que era "pusilánime, cobarde, mediocre" y "tibia" está recobrando la valentía y más comprometida con la comunidad.

"Yo no conozco de vacas, conozco de gente. Puedo decir que tengo intuición de gente. Y yo percibo un ambiente bueno. Hoy comienzo a ver las células nuevas en el cuerpo", agrega.

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