Victorio & Lucchino clausuran la jornada más variada de Cibeles

  • Los sevillanos homenajearon a San Valentín.
Victorio y Lucchino
Victorio y Lucchino
EFE
Victorio y Lucchino
En un homenaje al amor en el día de San Valentin, Victorio & Lucchino decidieron vestir a catorce modelos con catorce espectaculares
vestidos rojo pasión, enriquecidos con
encajes, gasas y pedrería, para presentar una de sus colecciones menos flamencas.

Jornada más variada e interesante la vivida en Pasarela Cibeles en la que el público disfrutó de grandes aciertos, como la colección con la que Miguel Palacio comenzó el día y con la que volvió a dar una lección de costura a través de sus pequeños vestidos, que se despegan del cuerpo sobre el pecho o que recoge con pliegues en la cadera, de sus faldas, muy femeninas, y de sus ligeras camisas.

Especial importancia tuvieron sus aplicaciones en las pecheras, con formas redondeadas que llevó también otras prendas, realzadas con pequeños botones. Uso también la pasamanería y detalles de palleté en amarillo y coñac, que colocó en los bajos de algunas faldas y vestidos.

En su colección "Couture y Olé", Victorio & Lucchino han reunido la alta costura, con prendas muy elaboradas como los drapeados en gasa, con detalles sin acabar de rematar que responden al "olé".

En un adiós, al menos momentáneo, a los volantes los diseñadores han buscado sus raíces andaluzas inspirándose en Velázquez y han recreado, en una abstracción, la atmósfera de su época, principalmente en las espectaculares joyas diseñadas por ellos, con esmaltes de cuadros del pintor sevillano.

Gasas, encajes, terciopelos, remates de visón y pedrería cosida a mano para enriquecer una colección elaborada pero algo más sobria de las que nos tienen acostumbrados los sevillanos, que en una diferencia muy clara con respecto a otras colecciones, apuestan por el negro combinado con burdeos, verde musgo y rosa empolvado.

Especial cuidado han puesto en los complementos, todos diseñados por ellos, que lucieron en el desfile, en presencia de la ministra de Cultura, Carmen Calvo, así como en su colección masculina trabajada desde patrones clásicos modernizándolos.

Jesús del Pozo

En un panorama invernal de arboles helados y copos de nieve, Jesús del Pozo propuso una mujer inspirada en las pinturas del pintor Gustav Klimt, que se cubre con múltiples capas de tejidos gruesos para protegerse del frío.

Colores de la naturaleza, principalmente verdes y tierras, y superposición de capas sobre el cuerpo femenino en una colección en la que el madrileño sacó vestidos sobre camisetas, pantalones debajo de faldas y vestidos, chaquetas entalladas, originales parcas y amplísimos pantalones.

Davidelfín

Davidelfín hizo su mudanza en la pasarela. Entre el desorden propio de cajas de embalaje y muebles presentó unas prendas de costura clásica, muy trabajadas y envolvió a algunos de sus modelos con las mantas utilizadas en las mudanzas.

Tras un primer golpe de efecto, mostró una colección seria, clásica en sus bases, con muy buena costura y en la que no faltaron sus juegos, como la falda de la que colgaba un pantalón o esta misma prenda con otro pantalón doblado y colgando por delante, así como bolsos, mochilas o sombreros hechos con sillas de madera.

Amaya Arzuaga

Otra de las que triunfaron fue la burgalesa Amaya Arzuaga, una de las diseñadoras más en boga. La aplicación de la tecnología en los tejidos naturales fue una de sus bazas en una colección que adornó con largas colas de pelo de caballo, de dispar aceptación.

Aplicadas en laterales de las faldas, camisas, chaquetas o abrigos, el pelo de caballo dio un toque diferente, difícil, a una colección de sedas plastificadas, amplios acolchados, gruesos ochos de lana que cruzan las prendas y gruesas cremalleras que dan estructura a las chaquetas. Todo ello en prendas que se ajustan a la cintura para abultarse en las caderas, enriquecidas con volantes irregulares, logrando interesantes volúmenes.

Lydia Delgado

Con una estética muy diferente, Lydia Delgado presentó una colección de nivel que también gusto. Desarrollada a partir de zapatos planos y calcetines hasta la rodilla, ha confeccionado prendas muy delicadas, de largos más cortos de lo habitual.

Dos líneas marcaron especialmente el desfile. La formada por vestidos negros, ajustados y cuerpos adornados por una especie de enrejada con pequeños lazos, y la que Lidya Delgado llama "mosaico" con aplicaciones de encaje que recorren vestidos de raso.

Desde pequeñas toreras hasta largos batines de raso, la diseñadora se ha inspirado en diferentes looks, el ingles, los sesenta, el punk o los años 20, que se traducen en muchos contrastes, como el de mujeres muy femeninas que se masculinizan con chaquetas de hombre o las damas sofisticadas con apariencia de colegialas, en una colección en la que contó en una salida con su hija Miranda.

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