Independiente, culta, adicta a la morfina... La mujer moderna del París de fin de siglo en el arte

  • La mujer comenzaba, en la segunda mitad del siglo XIX, a tener acceso en París a universidades y escuelas e iniciaba así su despegue hacia la independencia.
  • Cerca de cien obras de autores como Degas, Toulouse-Lautrec y Vuillard  documentan en "Té y morfina" el cambio en la percepción de la figura femenina.
  • Los grabados e ilustraciones de más de 43 artistas abarcan la idealización y también aspectos sombríos.
'Adictas a la morfina' o 'La pluma' (1887), grabado de Paul Albert Besnard (1849-1934)
'Adictas a la morfina' o 'La pluma'  (1887), grabado de Paul Albert Besnard (1849-1934)
Paul Albert Besnard - Collection UCLA Grunwald Center for the Graphic Arts. Purchase. Photo: Brian Forrest
'Adictas a la morfina' o 'La pluma' (1887), grabado de Paul Albert Besnard (1849-1934)

En la segunda mitad del siglo XIX (1869) las primeras mujeres eran admitidas en la Escuela Médica de París. Hasta 1883 la Universidad de la Sorbona no las aceptó en la Facultad de Derecho; en 1896 se permitió por fin que también acudieran a la Escuela de Bellas artes y pudieran salir del nicho de las academias privadas. A pesar de la amplia oposición masculina, dejaban de ser dependientes y sacrificadas para valerse por sí mismas como seres humanos adultos.

Fueron los años de las primeras publicaciones femeninas que se referían a "la mujer moderna" como una realidad. Las mujeres eran decisivas incluso en la moda, dominada cada vez más por prendas diseñadas para facilitar movimientos y permitir una mayor comodidad en las nuevas tareas que tenían que afrontar. La percepción de la feminidad ya no era plana y se ampliaba abarcando tanto la idealización como las sombras.

Tea and Morphine: Women in Paris, 1880 to 1914 (Té y morfina: mujeres en París de 1880 a 1914) —que se inaugura el 26 de enero en el Museo Hammer de Los Ángeles (EE UU)— presenta una colección de obras (la mayoría pertenecientes a la prestigiosa colección de grabados franceses de Elisabeth Dean) que examinan la representación de la mujer en el cambio de siglo en Francia.

'La morfinómana' y 'La vitriólica'

Era un momento de prosperidad, de progreso técnico y social ligado a la decadencia y a la incipiente angustia vital que se desarrollaría con fuerza con la llegada de la I Guerra Mundial.

Las imágenes angelicales como Beatrice (1899) —grabado del francoitaliano Alfredo Müller— contrastan con las de mujeres activas en la vida urbana y jóvenes lectoras. En el otro extremo hay visiones de  agresividad y excesos: dos impresionantes piezas de estilo japonés del suizo Eugene Grasset, tituladas La morfinómana (1897) y La vitriólica (1894), representan a una desesperada adicta y una desafiante mujer que custodia un pequeño cuenco con ácido.

Testimonios cotidianos

Además de grabados, también se exhiben ilustraciones en libros y objetos coleccionables como cartas de restaurante, programas de teatro y partituras. La cotidianeidad de estos testimonios revela de manera indirecta el ambiente social y artístico de Francia (sobre todo de París) en el cambio de siglo.

En cerca del centenar de trabajos de 43 artistas, la exposición (en cartel hasta el 18 de mayo) erige a la mujer como uno de los grandes motivos del arte de la época. Junto a piezas de conocidísimos autores como Edgar Degas, Henri de Toulouse-Lautrec, Félix Vallotton, Edouard Vuillard y Mary Cassatt hay obras de figuras prolíficas y sin embargo menos recordadas en el elenco habitual de impresionistas, simbolistas y posimpresionistas.

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