"Si pudiera volver atrás, me largaría de este país para siempre"

Ilustración de la pregunta del millón incluida dentro del número de enero de 2014 de 'el mensual'.
Ilustración de la pregunta del millón incluida dentro del número de enero de 2014 de 'el mensual'.
CARLOS PAN
Ilustración de la pregunta del millón incluida dentro del número de enero de 2014 de 'el mensual'.

Volver a atrás y enmendarnos. Regresar al punto fatídico y tomar otra vía en la bifurcación. No cometer los mismos errores, exactos gazapos. ¿Qué no repetirías? Los lectores de el mensual de 20 minutos arman su inventario. Están dispuestos a regresar al pasado para darle una reprimenda a su otro yo. Recuerden, sin embargo, que somos el animal que tropieza dos veces con la misma piedra, ¡y no la lancen fuera del camino! No sea que vaya a rebotar y... mejor, un saltito.

¿Qué no volverían a hacer bajo el juramento de arder en los purgatorios eternos? "Besar al príncipe que en realidad era un sapo", asegura @maritabros. Decían los clásicos que una vida sin fracasos es como un trayecto sin aprendizaje, como un tren sin cafetería o un picnic sin tartera. Pero quien esté libre de sapos que lance y le rebote la segunda piedra... Tenemos derecho a quitarnos de encima aquel beso con chicle o deshacernos de toda la panda de psicóticos que conocimos en Internet. Ahora lo sabemos. Tarde, quizás.

Asegurarse el resultado

Sigan el ejemplo de Aejo. Remodelen su vida. "No estudiaría en el mismo colegio, no trabajaría donde empecé, no iría a la misma universidad, hubiera  salido antes de mi país... etc. Lo hecho, hecho está, toca mirar adelante". Y si esta remodelación no les convence, pueden optar, como Felipe46, por simplemente "no nacer". Sí, es algo drástico, pero se asegura el cien por cien del resultado: es imposible volver a pifiarla. "Nacer en otro país", como dice Ignaciotfe, es una opción. Nacer en Tuvalu, en Groenlandia o Abjasia. Lugares de los que nadie cuenta nada. Tierra de los felices.

Dispuestos a acogernos con los brazos abiertos, a amantarnos por el error de nuestros padres al tener la desfachatez de parirnos en España. Por suerte, el sencillo hecho de nacer no es un daño indemnizable en nuestro código jurídico. No habría tasas judiciales que nos pararan. "Nacer en Australia", dice Antiguo Usuario. Sí, señor. Mejor que Abjasia. Canguros. Cocodrilos. Tiburones blancos. Un lugar donde un error te puede salir muy caro. "Me largaría de este país para siempre. Solo me arrepiento de haber vuelto... Para vivir en la dictadura y en la miseria y sin futuro, lo mejor es largarse y no volver", dice Tijera. ¿Cuatro o cinco escualos? ¡Rumbo a Sídney! "Si pudiese volver atrás, sería tan generoso conmigo mismo como lo he sido siempre con los demás", dice Sergetsus. Solo sus amigos sabrán si eso es mucho o poco. "Yo no volvería a contratar un fondo ni un plan de pensiones. Me robaron todos mis ahorros y me he dado cuenta de que esta gente es peor que los trileros", dice Xavibrok.

No son trileros, son especuladores financieros; no juegan al casino, ellos lo montan. ¡La banca entera debería volver atrás! ¿Por qué abandonamos el bingo? "Nunca hubiera entrado por primera vez en el 20 minutos", dice Capitán España. Pero sigue ahí, ¿verdad? Este periódico acaba de alcanzar el estatuto de droga dura. Aunque la peor de las drogas es el amor, un error nacional, humano, universal, planetario, intergaláctico. Así que yo de usted "no volvería a perder el tiempo autocompadeciéndome por el mal de amores", como dice Chantal Alej.

"Por mi parte no volvería a cumplir años, lo haría al revés, contando hacia  atrás. Lo mejor de la vida te lo dan los hechos que la protagonizan y te enseñan a no volver a hacerlo. De todas formas que me quiten lo bailao", dice Canary, narrando el misterioso caso de un anciano de cinco años muy marchoso. "¿Qué no volvería a hacer? No enfrentarme a un problema que me negué a solucionar, que me incumbía. Volvería atrás en el tiempo para solucionar mis problemas yo misma, un día que yo me sé", susurra con misterio Darwin. "No volvería a dejar escapar oportunidades para hacer o no hacer determinadas cosas", nos dice con acierto Sevillona, esperando disfrutar de la información privilegiada de algunos fondos de inversión. "Sin duda, el mayor error de mi vida, y el cual daría lo que fuese por cambiar, es no ser infiel a la persona más maravillosa que he conocido evitando el grandísimo daño que le hice", dice David. El amor. El extraordinario error. La piedra por la que merece la pena tropezar hasta que se nos abran en carne viva los juanetes.

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