
Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid, trató de esconder la compra del coche blindado que usó a partir de 2009 y en el que la entidad se gastó 510.727,21 euros. Una vez que la adquisición se hizo pública, su equipo maniobró para evitar que esta fuese auditada a nivel interno, según los correos de electrónicos de los dirigentes.
La preocupación de Blesa por el coche se inició el 13 de mayo de 2009. Ese día, preguntó a su director financiero, Ildefonso Sánchez Barcoj, la razón por la que el automóvil aparecía en el orden del día de la Comisión de Control, uno de los órganos que velaban por el buen gobierno de Caja Madrid y que se reunía durante esa misma jornada. "No sé quién lo ha enviado ni por qué", se excusó Barcoj. "Pues han metido la pata de verdad", respondió el máximo dirigente.
Cinco días más tarde, el 18 de mayo, Barcoj vuelve a ponerse en contacto con Blesa para advertirle de que el diario El Mundo va a publicar información sobre el automóvil, que, según los documentos internos de la caja, costaba 384.298 euros más debido al blindaje especial.
Aunque la Comisión Ejecutiva había dado el visto bueno el 25 de marzo, el coche había pasado desapercibido hasta entonces gracias a que la compra había sido camuflada dentro de un paquete que incluía el contrato de mantenimiento de las oficinas de Caja Madrid en la región.
"Esa pregunta nos iba a caer en el examen tarde o temprano. Lo mejor es que el leasing no está a nombre de North Rim [constructora en la que trabajaba el hijo de Pablo Abejas, consejero de la caja enfrentado a Blesa]. Se nos podía haber ocurrido", se lamenta el presidente aludiendo a la necesidad de haberlo ocultado. "¿Por qué, como en otras ocasiones, no se contrató temporalmente en renting o a través de una filial?", añadiría días después Enrique De la Torre, exsecretario general de Caja Madrid.
Críticas del PP
Cuando la compra del coche se divulgó en la prensa, las críticas no tardaron en llegar. David Pérez, portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, y Juan José Güemes, entonces, secretario de Comunicación del partido en Madrid, censuraron la operación. Esperanza Aguirre, que en ese momento pugnaba con Alberto Ruiz-Gallardón y contra Blesa por el control de la entidad, aseguró que no era "correcto" que los cargos públicos no tuvieran "aún más cuidado" con el dinero que gestionan de los contribuyentes que con el suyo propio.
Y no fue la única consecuencia. El 21 de mayo, De la Torre vuelve a comunicarse con Blesa para advertirle de que la Comunidad de Madrid, a través del consejero Ricardo Romero de Tejada, ha solicitado reunir a la Comisión de Auditoría para estudiar la compra. "Obviamente no se hará ni de coña", añade el secretario general. El tema, de hecho, nunca pasó por la Comisión. "Lo del coche ya es de coña", concluye el presidente.
El 27 de diciembre, cuando el resto de medios de comunicación ya se han hecho eco del caso del blindado, De la Torre se resigna: "Dejemos la polémica, pero, al final, una vez más, me quedo con la mierda en la mano".
De los correos internos que intercambiaron los dirigentes de la caja durante aquellos días se deduce que Blesa, Barcoj y De la Torre sospechaban del 'aguirrista' Pablo Abejas, miembro de la Comisión de Control, como autor de la filtración sobre el vehículo.
Cuando se vio obligado a dejar la Presidencia de Caja Madrid en 2012, Blesa declaró que "todos" habían cometido excesos y que el blindado no era "la cosa más cómoda del mundo".
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