Fallece a los 87 años Ricard Maria Carles, cardenal y arzobispo emérito de Barcelona

  • Estaba ingresado desde el 25 de noviembre por una sintomatología neurológica.
  • Nacido en Valencia, fue ordenado sacerdote a los 25 años y también fue arcipreste de Tabernes de Valldigna y obispo de Tortosa.
  • Creó el Instituto de Teología Espiritual y planteó la división en tres de la diócesis de la provincia de Barcelona.
  • Además de la fe, amaba el alpinismo, la espeleología y las fallas, jugó a futbol, hizo teatro y cantó en un coro.
El cardenal y arzobispo emérito de Barcelona Ricard Maria Carles, quien ha fallecido a los 87 años en Tortosa (Tarragona).
El cardenal y arzobispo emérito de Barcelona Ricard Maria Carles, quien ha fallecido a los 87 años en Tortosa (Tarragona).
ARZOBISPADO DE BARCELONA
El cardenal y arzobispo emérito de Barcelona Ricard Maria Carles, quien ha fallecido a los 87 años en Tortosa (Tarragona).

El cardenal y arzobispo emérito Ricard Maria Carles, de 87 años, ha fallecido este martes por la mañana en el Hospital de la Mare de Déu de la Cinta de Tortosa (Tarragona), donde estaba ingresado desde el 25 de noviembre por las crisis epilépticas que padecía tras sufrir un ictus, según ha informado el Arzobispado de Barcelona. No ha podido superar la enfermedad debido a su avanzada edad y a una lesión intracraneal que le causaron los síntomas neurológicos.

Nacido el 24 de septiembre de 1926 en Valencia, era licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca y fue ordenado sacerdote en 1951 cuando tenía 25 años, antes de ser arcipreste de Tabernes de Valldigna (Valencia) en 1964, obispo de Tortosa en 1969 y Arzobispo de Barcelona a partir de 1990 y donde creó el Instituto de Teología Espiritual.

Ricard Maria Carles fue quien planteó en 1993 la división de la demarcación religiosa en tres diócesis: Barcelona, Terrassa, Sant Feliu de Llobregat, lo que se hizo efectivo tras dejar su cargo en junio de 2004, a los 78 años y tras 14 en el cargo. Pese al rechazo que eso suscitaba en sectores de la Iglesia en Cataluña, Juan Pablo II publicó el decreto, que también implicó dividir los bienes inmuebles entre las tres demarcaciones.

Al principio de su mandato, formó un equipo plural que agrupaba las distintas sensibilidades de la Iglesia catalana, pero más adelante hubo polémica con grupos tanto de sacerdotes como de laicos pertenecientes a colectivos de base que le acusaron de actuar según posiciones conservadoras y no nacionalistas. Algunos grupos fueron especialmente críticos con él por proponer nombramientos de nuevos obispos en Catalunya, aunque el cardenal se despidió de la diócesis con una misa multitudinaria en la basílica de Santa Maria del Mar.

Juan Pablo II le designó en 1995 miembro del consejo de cardenales para el estudio de los problemas económicos y organizativos de la Santa Sede, hasta que en 2001, de acuerdo con el Derecho Canónico, presentó la dimisión de su cargo arzobispal aunque no fue aceptada hasta 2004 —cuando le sucedió Lluís Martínez Sistach, también convertido después en cardenal—, y en 2006, al cumplir 80 años, perdió la condición de cardenal elector.

De hecho, sólo participó en el cónclave que eligió papa a Joseph Ratzinger, lo que recordaba como una "experiencia extraordinaria" que le permitió analizar durante dos semanas junto al resto de cardenales la situación mundial de la Iglesia.

Hasta los 82 años todavía era capaz de subir una montaña de mil metros para rezar en la cima, rememoraba en el libro Entrevistas con doce obispos españoles el entonces director de la oficina de prensa de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Isidro Catela. De hecho, Carles fue vicepresidente de este organismo.

Catela resumió el pensamiento de Carles en el lema episcopal Ut omnes unum sint (Que todos sean una sola cosa), expresión extraída del Evangelio y que pertenece a la oración ferviente de Jesús en la vigilia de su muerte. "Solo si nos ven unidos, el mundo creerá. No hay cuerpo posible si los miembros se odian unos a otros", defendía.

Además de consagrarse a la fe, el cardenal era un aficionado al alpinismo, la espeleología y las fallas valencianas, había jugado a fútbol, tenía experiencia como actor de teatro y solista de un coro, declaraba su amor por el Mediterráneo como valenciano, y coleccionaba fósiles.

Este martes se ha abierto la capilla ardiente en el Palacio Episcopal de Tortosa y el miércoles se trasladará al Coro de la catedral de Barcelona, donde el jueves se celebrará la misa exequial. Según ha informado el Arzobispado de Barcelona, el difunto será enterrado en la basílica de la Virgen de los Desamparados de Valencia, de la que era muy devoto, para cumplir con su última voluntad.

La importancia del cardenal

Las reacciones tras el fallecimiento de Ricard Maria Carles no se han hecho esperar. El alcalde de Tortosa, Ferran Bel, expresó su pésame y destacó el cariño que muchos vecinos tenían a quien fuera obispo de la diócesis de Tortosa durante 21 años. Y es que Don Ricardo, como se le conocía en dicha localidad, mantuvo una estrecha relación con la población."Mientras era arzobispo de Barcelona era habitual verlo pasear por la calle o Els Ports, y tras retirarse, pasó largas temporadas en Tortosa", ha explicado.

El papa Francisco ha expresado, en un telegrama enviado a Martínez Sistach —quien lo ha definido como un "hombre de Dios" que quería a la Iglesia y a las personas—, su pésame por la muerte del "amadísimo" cardenal arzobispo emérito de Barcelona a quien agradece "los grandes servicios prestados" a la Iglesia Católica. El pontífice argentino ha destacado que Carles se entregó "constantemente al quehacer evangelizador con sabiduría y generosidad e impulsando infatigablemente numerosas iniciativas pastorales, con gran cercanía a los sacerdotes, a la vida consagrada y a los seminaristas, a quienes dedicó una especial atención".

El rector de la Universitat Abat Oliba (UAO) CEU, Carlos Pérez del Valle, ha lamentado también la muerte del cardenal pues su figura fue "esencial" en el nacimiento de la UAO CEU como institución privada hace diez años, como también lo ha sido su apoyo permanente al centro. La universidad ha recogido su lema episcopal Ut omnes unum sint, y es "muestra del camino a seguir" en esta institución.

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