Los principales problemas con los que se topan los graffiteros «son a nivel institucional. Algunas veces los ayuntamientos te dan apoyo, pero se aprovechan y nos controlan más.
Llega un punto en el que no se puede pintar en ningún sitio», señala Aparicio. En ocasiones, son los comercios quienes les encargan pintar sus fachadas y puertas metálicas.
Una de las satisfacciones de pintar las paredes de los edificios «es que permite conocer a muchos compañeros de otros países que hacen lo mismo que tú. Y en verano vamos a sus países a pintar graffiti», concluye Aparicio.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios