Cantaba Marilyn en Los caballeros las prefieren rubias que los diamantes son los mejores y más fieles amigos que una chica puede tener, y Audrey Hepburn los miraba con envidia frente al cristal de la prestigiosa joyería neoyorquina Tiffany’s en Desayuno con diamantes.

Ahora, Edward Zwick (El último samurái, Leyendas de pasión) analiza el lado oscuro del comercio de piedras preciosas en el continente africano.

Separan a un pescador de su familia y le obligan a trabajar en los campos de diamantes, donde encuentra un valioso ejemplar, y lo esconde, consciente de que puede ser su única baza para salir de su penosa situación y encontrar a su hijo.

Su destino se cruza con el de un ex mercenario, dedicado a cambiar diamantes por armas, y con el de una periodista estadounidense que investiga la corrupción en torno al comercio de estas joyas.

Los tres se verán obligados a colaborar para sobrevivir.

Leonardo DiCaprio (Titanic) ha conseguido con Diamante de sangre su tercera nominación al Oscar, tras ¿A quién ama Gilbert Grape? y El aviador.

Su compañero de reparto, Djimon Hounsou (Amistad, Gladiator), está nominado también por segunda vez, tras En América. El ex modelo repite candidatura como mejor secundario.

* EE UU, 2006. Dir.: Edward Zwick.

Int.: Leonardo DiCaprio, Djimon Hounsou, Jennifer Connelly.

Dur.: 138 min.

Codiciados en la gran pantalla

En tono de comedia, de acción o de intriga, los diamantes han sido secundarios de lujo de algunos de los títulos más célebres del celuloide.

La pantera rosa (1963).

Antes de ser el carismático dibujo animado, en la primera película de la saga protagonizada por Peter Sellers fue un codiciado diamante cuyo robo debía resolver el inspector Clouseau.

Snatch, cerdos y diamantes (2000).

El robo de un valioso diamante supone el arranque de la vertiginosa película de Guy Ritchie, protagonizada, entre otros, por Benicio del Toro y Brad Pitt.

Diamantes para la eternidad (1971).

Sean Connery, metido en la piel de 007, encuentra un hueco entre chica Bond y chica Bond para enfrentarse a un peligroso contrabandista de diamantes.

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