Sophie Auster: "Libero toda mi mierda interior en el proceso de interpretar canciones"

Un retrato de Sophie Auster.
Un retrato de Sophie Auster.
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Un retrato de Sophie Auster.

Cuando nos encontramos a Sophie Auster (Nueva York, 1987) pasea en solitario por un parque de Lisboa con la mirada fija en el horizonte. De repente para en seco, se gira y retoma el camino andado para empezarlo de nuevo. Esta siguiendo órdenes de un cámara para agregar unos planos extra a la entrevista televisiva que acaba de ofrecer a un informativo portugués. "Parece que estás protagonizando una película europea", se le dice a la actriz, cantante, compositora y (a ratos) modelo neoyorquina, hija del célebre Paul Auster y de Siri Hustvedt, una de las voces que más suenan en la literatura estadounidense actual. "¡Ya lo he hecho antes!", contesta espontánea. "Mientras rodaba Circuit en Barcelona cumplí los 21 (la edad legal para poder consumir alcohol en Estados Unidos, pero no en España). Recuerdo haber estado en muchos bares" (ríe). Y es que, a pesar de los mimbres familiares y de su prematura carrera artística, la jovencita Auster nos va a demostrar que no entierra la naturalidad e intereses propios de una chica de 26 años.

Más madura de lo normal es su ética de trabajo, que la lleva a atender a la prensa sin límite de tiempo establecido, horas antes de actuar con su banda dentro del Festival de Cine de Lisboa y Estoril. En la programación del certamen también participan sus padres con sendas lecturas literarias. Coincidir en eventos culturales por todo el mundo es su particular forma de mantener una vida familiar para esta trotamundos que solapa giras de conciertos con rodajes cinematográficos y sesiones de fotos para publicaciones internacionales. A la capital portuguesa ha llegado para probar en directo las canciones de su tercer trabajo discográfico, aún inédito.

Aunque de todas sus facetas pueda parecer que la de cantante es la que le confiere una mayor autonomía con respecto a la herencia en vida de sus padres, confiesa que su aproximación a la música está íntimamente relacionada con la poesía, a la que intenta darle una identidad sonora. En busca de identidad propia, intentamos desentrañar con ella su complejo mapa de referentes artísticos.

Hasta ahora has sido bastante ecléctica, pero en estos momentos estás más centrada en la música. ¿En qué andas metida?

Mis conciertos actuales son un adelanto del nuevo álbum que voy a lanzar y presentar en directo en primavera, casi seguro también en España. He estado buscando desde hace tiempo darle un giro algo más sofisticado y un sonido más elaborado a lo que estaba haciendo hasta ahora. Estoy expectante, porque creo que va a salir un disco que va a definir de un modo claro el tipo de persona que quiero ser en el mundo de la música. Vuelvo a colaborar con Barry Reynolds porque ha trabajado con Grace Jones o Charlotte Gainsbourg y son para mí dos buenos ejemplos de la dirección que quiero tomar.

También quieres seguir los pasos de Antony Hegarty (Antony and the Johnsons).

Colaborar con él es mi sueño. De él me fascina el modo tan artístico que tiene de enfrentar la música pop. Es algo que lo coloca en un lugar inclasificable, difícil de categorizar como artista y creo que mi música también se dirige hacia ese nivel indefinido.

En tu caso intentas que tus poemas se conviertan en canciones, no recurres a letras sencillas como las de The Beatles, por ejemplo.

He escrito poemas desde que era niña. Siempre he intentado desafiar la idea convencional de escribir canciones y la poesía sigue siendo un vehículo perfecto para ello. También intento que no todas mis letras sean sobre los chicos que me rompen el corazón, salir del cliché, por qué no investigar sobre el uso de armas en mi país y darle a las conclusiones forma de canción.

¿Te hubiese gustado trabajar con Lou Reed?

Por supuesto. Le conocía desde que era niña, a través de mi padre, cuando hicieron juntos Blue in the face (1995). Si conoces a alguien de un modo tan familiar pierdes algo de perspectiva y no llegas a darte cuenta del icono que es para los demás. Su muerte me apenó y decidí saber aún más de él viendo algún documental sobre su vida. No tenía una relación tan cercana con él como la tenía mi padre, pero muchas de las cosas que ha hecho ya las conocía, aunque no me daba cuenta de lo grande que era Lou Reed para tanta gente.

¿Cómo es Sophie Auster en un escenario?

Cuando actúo me siento como que viajo a otra dimensión. De hecho necesito verme en vídeos para saber exactamente quién soy sobre un escenario. La vida nos enseña a camuflar nuestros sentimientos para vivir en sociedad y yo libero toda mi mierda interior en ese proceso de interpretar canciones.

Defiendes la disciplina como método creativo. En ese aspecto eres como Picasso cuando decía que la inspiración te tiene que encontrar trabajando.

Cada uno tiene su forma de crear, pero la mía sí que se aproxima a eso. No es una obligación, pero paso algo de tiempo cada día centrada en la composición. Necesito ejercitar el músculo creativo. Por supuesto que hay momentos en que quieres romper la guitarra en mil pedazos sobre la mesa y que hay otros en los que necesitas abalanzarte sobre ella para atrapar una idea que te ha venido a la cabeza, aunque estés haciendo otras cosas, pero solo entiendo este trabajo desde cierto orden. No creo que existan muchos casos de genialidad sin esfuerzo.

Sophie Auster aplica esa ordenada hambre artística en la practica y también en la teoría como alumna múltiple del Sarah Lawrence College, la prestigiosa Facultad de Bellas Artes y Humanidades en la que dan sus primeros pasos los hijos de la izquierda artística estadounidense. "Creo que lo he estudiado todo allí. Escritura, Cinematografía, Interpretación, Ciencias Políticas... Hasta me matriculé brevemente en Literatura Francesa. Me encantaba, pero creo que apunté demasiado alto. Controlo el idioma bastante bien, tengo buen acento, pero no lo suficiente por el momento, así que tuve que dejarlo", confiesa con naturalidad. Esa aproximación académica a su trabajo la llevó a debutar en la música adaptando poemas de Guillaume Apollinaire, Tristan Tzara o Paul Eluard. Contado así puede resultar más plomizo de lo que en realidad resultó ser su disco homónimo, publicado en 2005 con apenas 18 años. El año pasado se autoeditó su segundo trabajo, Red Weather, algo más próximo al pop convencional y ya con letras propias.

Entre un trabajo y otro ha pasado más de un lustro, pero la música toma ahora un nuevo impulso en su vida. Sus pasos como actriz han seguido igualmente la senda de la industria independiente y, por el momento, ha dejado de ocupar el primer plano de sus intereses profesionales. "De la interpretación me gusta formar parte de ese espíritu colaborativo al que obliga la profesión, tener que adaptarte a una familia nueva cada vez. Pero con la música siento que soy yo quien llevo el mando creativo y por eso tiendo a invertir más de mí en ese campo", dice la neoyorquina.

Su cercanía en el trato y la naturalidad de su vestimenta aniquila la condición de it girl que el mundo de la moda y las revistas parecen empeñados en adjudicarle. Aunque ella sabe sacarle el lado positivo y no le hace ascos a la etiqueta, como nos va a explicar en un rato. Una de las sesiones de fotos más divertidas ocurrió durante su etapa española. Fue junto a sus compañeras de reparto en Circuit (Xavier Ribera, 2010), nuestras Michelle Jenner, Leticia Dolera y Misia Mur. Con ellas formó una de esas familias temporales de las que hablaba antes. Y así es como se enganchó al "alocado carácter español", algo que también encuentra en la luminosa Lisboa. Por eso le gusta siempre volver. En su condición de lectora empedernida, esta rendida admiradora de su compatriota Emily Dickinson asegura esperar el momento adecuado para ir descubriendo la obra escrita de sus progenitores, que aún no ha leído por completo. No es que se sienta intimidada, sino todo lo contrario. En realidad lo que ocurre es que mantiene una relación muy familiar con los libros de Auster y Hustvedt.

Comenzaste a actuar a una edad muy temprana. ¿Cómo recuerdas tus primeras experiencias en un set de rodaje?

Mi primera vez como actriz fue en Lulu on the Bridge (1998), que dirigía mi padre. Era una niña y la verdad es que no prestaba mucha atención a la cámara, no era muy consciente de ella. Yo le ponía mucho empeño a mi interpretación, aun cuando solo estaba de fondo en el plano o ni siquiera me estaban enfocando. Mis compañeros adultos me decían que no tenía que ser tan intensa cuando no se estaba rodando mi escena y yo pensaba '¿Qué es eso de mi escena? Voy a seguir haciéndolo así'. Una vez Vanessa Redgrave se acercó a mi padre y le dijo: "Esta niñita es maravillosa para dar la replica a una actriz. ¡Te ofrece tanto!". Luego ya entendí lo que querían decirme.

Dices que es a él a quien le debes tu amor por el cine.

Sí, por su culpa comencé a formarme como actriz. Él es un cinéfilo obsesivo y somos mi madre y yo quienes lo sufrimos en el mejor sentido. Recuerdo correr por todo el set de rodaje como cualquier niña de mi edad hasta que llegaba la hora de grabar. Siendo tan pequeña trabajar para él era algo que me tomaba muy en serio. Supongo que por eso era tan intensa, aunque también disfrutaba mucho. Me hacía sentirme especial como hija.

Tu padre cuenta en sus memorias 'A salto de mata' lo mucho que le costó hacerse un hueco en el mundo artístico. Tu caso es muy diferente, puesto que has recibido desde la infancia un buen cúmulo de influencias directas.

Es una gran fortuna haber estado expuesta a toda esas creatividades distintas y poder escoger las que más me estimulaban. Lo que entendemos por crecer adquiere una dimensión completamente distinta. Por ejemplo, los primeros músicos con los que colaboré en un disco, One Ring Zero, los conocí en la cocina de mi casa, cuando estaban trabajando en una canción y le pidieron ayuda a mi padre. Eso no quiere decir que me lo hayan dado todo hecho, pero sí he tenido la suerte de que mi vida cotidiana fuera una constante fuente de aprendizaje. No importa de dónde vengas, no es nada sencillo intentar abrirse al mundo artístico del modo que yo lo hago. Lo que cuenta mi padre en el libro son historias que conozco de primera mano, pero siempre hay algo que descubres que no conocías de él.

Con tu madre la relación estaba más relacionada con la literatura.

Ambos me han inculcado el amor por los libros (era prácticamente imposible que no lo hicieran), pero era mi madre quien invertía horas al día a leerme cuentos y poemas en voz alta. Esa forma de relacionarme con los libros me ha quedado bajo la piel.

¿Es posible ser modelo y escribir poemas a la vez?

Todo lo que he hecho como modelo ha sido para financiar mis proyectos musicales. Cada vez que he posado para una marca he podido pagar un estudio de grabación o editar un álbum. Es lo que me ha dado la libertad para hacer la música que he querido en cada momento. No podría haberlo hecho si mi carrera dependiera de vender discos, como tantos otros artistas. Y hacer lo que una gran discográfica me pidiera para ser más comercial no entra de momento en mis planes. Aun así, ahora mismo el negocio de la música pasa por el 'hazlo tú mismo' en casi todos los casos, de ser tu propio manager y demás. Dicho esto tengo que reconocer que siempre he tenido una gran relación con las publicaciones y marcas de moda, así que tampoco ha sido un suceso dramático colaborar en ese área.

Hablando del 'hazlo tú mismo'. ¿Cuál es tu relación con Internet y las redes sociales?

Se supone que estoy en edad de adorarlas, pero la verdad es que tengo una relación de amor-odio con ellas. Me encanta las posibilidades que me da como artista y poder colgar mis vídeos o grabaciones, pero como usuaria me resulta agotador. Es que soy de esas personas que no puedo evitar mirar lo que está haciendo el exnovio cuando acabas de cortar con él y es totalmente nocivo. Lo puedo asegurar. Te arruina días enteros. Intento tratarme bien y alejarme de esas cosas, de hecho hasta me siento muy culpable cuando no lo hago. En el fondo funcionan en cierta manera como una droga o un mal hábito.

Además de exnovios insensibles ¿Has sufrido la ira del usuario anónimo?

Afortunadamente no de un modo directo, pero sí de un modo indirecto, también por culpa de mi curiosidad insana. Encuentras de todo. Gente que dice: "Sophie Auster debería dejarlo", "No sabe cantar", "Es fea". Me he encontrado de todo, pero ¿sabes qué?, como no pienso que tengan razón esos comentarios no llegan a afectarme del todo. Solo me centro en seguir trabajando. El Show de Jimmy Kimmel [un programa de late night en la televisión estadounidense] tiene una sección en la que invitan a famosos a leer en voz alta los mensajes más bestias que les dedican en Twitter. Me hace reír y me pone en perspectiva, así que lo relativizo un poco.

Una vez dijiste que era peligroso salir con actores.

Y lo mantengo. ¡Es muy peligroso! Pero no sé cómo me las arreglo para terminar siempre cerca de uno. Supongo que es la naturaleza de la profesión la que los hace ser tan complicados en sus relaciones. Hay alguna excepción, pero pocas.

Pero tu también eres actriz...

Ya, pero soy una chica. Por lo general las mujeres no podemos actuar cuando estamos de verdad enamoradas. Como me gusta el ambiente académico quizá un profesor amable y simpático no estaría mal para la próxima vez...

Tú has mostrado tus inclinaciones políticas y te has involucrado abiertamente en las campañas de Barack Obama. ¿Crees que es obligación de un artista hacerlo?

No, no se es mejor o peor artista por ello. En mi entorno familiar lo hemos hecho muy público, pero también de un modo más natural que comprometido. No tengo problemas en decir que me considero una joven estadounidense más inclinada hacia la izquierda.

Otra cosa de la que habéis hecho campaña activa en tu familia es de Brooklyn.

Ahora no vivo allí, pero volveré pronto. Es donde he nacido y me he criado. Llevaba toda mi vida pasando 45 minutos en un tren para ir a clase y cuando acabé la universidad decidí descubrir qué había en el otro lado de Nueva York. Me fui a Manhattan, a TriBeca, justo cuando Brooklyn se puso de moda y todo el mundo se mudaba allí (ríe). Pero mis padres se han quedado allí, he seguido vinculada al lugar y sigo amando el vecindario.

Los padres, referentes de la polifacética Sophie

Artista de naturaleza versátil, sus célebres progenitores han sido los principales referentes de Sophie. Su padre le inculcó el amor al cine; su madre, a la literatura. Con nueve años trabajó en Lulu on the Bridge (1998), dirigida por Paul Auster. Su segundo incursión cinematográfica fue La vida interior de Martin Frost (2007), también dirigida por su padre. Después vendrían The Imperialists Are Still Alive (2010), Circuit (2010) y Nous York (2012), entre otras. Indiana se estrenará en 2014. Su primer disco llevaba su nombre por título; el segundo fue Red Weather y el año que viene lanzará su tercer trabajo discográfico.

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