Arnedillo celebra este domingo la 125 edición de la Procesión del Humo, fiesta declarada de Interés Turístico Regional

Arnedillo celebra este domingo una nueva edición de la Procesión del Humo, una fiesta declarada de Interés Turístico Regional que, en esta ocasión, cumple 125 años. La procesión comenzará a las 11,30 horas.
Procesión del humo en Arnedillo
Procesión del humo en Arnedillo
AYUNTAMIENTO ARNEDILLO
Procesión del humo en Arnedillo

Arnedillo celebra este domingo una nueva edición de la Procesión del Humo, una fiesta declarada de Interés Turístico Regional que, en esta ocasión, cumple 125 años. La procesión comenzará a las 11,30 horas.

La fiesta de la Procesión del Humo se celebra en Arnedillo el último domingo del mes de noviembre, por su proximidad con la festividad de San Andrés, el 30 de noviembre. El origen de la celebración se remonta hasta el año 1.888.

Según explican desde la organización, la preparación de la Procesión está llena "de pequeñas tradiciones y costumbres" que la Cofradía de San Andrés y San Blas (datada su primera acta en el año 1.608) cuida y respeta con esmero. Los preparativos comienzan el día anterior. Así, el mayordomo y su familia son los encargados tener limpia la ermita y preparada la imagen del Santo para ese día.

El traslado de la imagen del Santo desde la Ermita de San Andrés hasta la Iglesia Parroquial, en la plaza del pueblo, se realizó a las 16,30 horas del sábado. Así, hasta este domingo, la imagen del Santo reposa junto a los patronos de Arnedillo, San Servando y San Germán, en espera de su procesión.

El domingo, temprano, comienza un bullicio contagioso que recorre las pequeñas calles y callejuelas de Arnedillo más próximas a la plaza: de cada casa salen los niños y muchas veces los más mayores, para amontonar junto a las paredes y en estratégicas esquinas, las ramas frescas de romero que se han repartido por encargo de la Cofradía.

De tal manera se preparan estas ramas, que cuando llegue el momento, será muy rápido su encendido y la propagación del humo; además, para procurar una mayor densidad en el humo se atizarán con agua y se acompañan de ramas de grojo fresco.

A las 11,30 horas comienza la Procesión que recorre lentamente las calles más populares y céntricas del pequeño pueblo de Arnedillo como la calle del Medio y la calle Yasa. La comitiva llega de vuelta a la Iglesia unos 20 minutos después, allí se celebra la Santa Misa en honor de San Andrés, tradicionalmente protector de los espíritus malignos y sanador de Arnedillo.

Esta tradición se repite desde aquel año de 1.888, en que fue procesionado por vez primera para ahuyentar la terrible epidemia de viruela negra que entonces asolaba la población.

La fiesta continúa en la calle, donde se aprovecha la brasa de las hogueras para asar panceta, choricillos, y otros productos típicos. Ya por la tarde, los cofrades se reúnen de nuevo en la Iglesia de San Servando y San Germán para trasladar de nuevo a San Andrés, esta vez hasta su ermita, donde descansará hasta el próximo año. El traslado se hace sin el agobio de público de la mañana, en una pequeña procesión con tan solo dos hogueras.

Tras dejar al Santo en su ermita, se realiza bajo los pórticos de la misma una subasta de roscos y otros dulces típicos de la localidad, que se han bendecido durante la Misa. Los encargados de realizarla son los cofrades de San Andrés

Historia y tradición de la procesión del humo

Cuenta la tradición, que durante el año 1.888, la terrible epidemia de viruela negra que asolaba toda la península, llegó hasta Arnedillo. Los libros parroquiales y el libro de defunciones del registro civil, recogen la primera muerte acaecida por esta causa el día 2 de octubre, era Cesárea Teruel Vicuña, de tan solo seis meses; tras ella, treinta y cinco muertes más en los dos meses siguientes. La población de Arnedillo rondaba en aquellos años los 1.200 habitantes. En la actualidad no llega a los 500.

Los habitantes de Arnedillo estaban aterrorizados ante los primeros fallecidos y veían como el número de enfermos aumentaba sin cesar. Ya en meses anteriores, durante diciembre de 1.887 y enero de 1.888, habían sufrido una terrible epidemia de sarampión en la que se perdieron treinta y dos vidas de niños menores de cinco años.

La población se encontraba agotada, asustada y sin recursos. La viruela, o "viruelas" como aparece inscrita en el registro, no respetó edades ni clases sociales, pero se cebó especialmente en los niños, pues veintiséis de las víctimas fueron niños menores de diez años. El médico cirujano de la época que certificó todas estas muertes fue Isidoro García Varela.

Ante esta situación, con la terrible sensación de dolor e impotencia, sin saber que hacer ni donde ir, deciden acudir a quien todo lo puede y recurren a la fe. No sabemos la fecha exacta de esta famosa reunión, que sin duda y a la luz de las fechas de los fallecimientos debió ser en los meses de octubre o noviembre de 1.888; pero la tradición que nos ha llegado dice que los vecinos consiguieron reunir en su Iglesia parroquial, la dedicada a San Servando y San Germán, las tallas de los siete santos que tenían en diferentes ermitas y lugares y que habitualmente veneraban en diferentes fechas a lo largo del año.

El objetivo: pedir ayuda a sus santos. Una vez allí se planteó un nuevo problema, no llegaban a un acuerdo sobre a cuál de aquellos santos debían sacar en procesión, y en una salomónica decisión dejaron que fuese la propia providencia quien lo eligiese. Así, pusieron una vela (la tradición dice que de color negro) a los pies de cada una de las tallas: San Servando, San Germán, San Bartolomé, San Miguel, Santiago Apóstol, San Andrés y San Tirso.

Fue la vela dedicada a San Andrés la que más tiempo duró, y así los vecinos de Arnedillo supieron que este iba a ser su protector y valedor ante la desgracia que se avecinaba. Siempre se creyó que no era una casualidad; pues San Andrés celebraba su fiesta en una fecha muy próxima, el 30 de noviembre, y ya en un acta de la Cofradía de San Andrés datada el 6 de diciembre de 1.778, se decía "el Glorioso San Andrés es protector de la salud de los individuos de la villa de Arnedillo".

Con tan acertados y providenciales presagios, los arnedillenses no tuvieron más dudas y decidieron encomendarse a San Andrés. Pero la sabiduría popular de los mayores y los consejos de boticario y médico, hablaban también de los poderes curativos y desinfectantes del romero. Recordemos que durante la epidemia de cólera que asoló la ciudad de Logroño en el año 1.854 se tiene constancia de las hogueras de romero que se encendían a la puerta de los domicilios donde había fallecidos, y también al paso de los carros que recogían los cuerpos de las víctimas. El fuego y el humo se consideraban sanadores y purificantes.

Por ello, decidieron unir los dos remedios, fe y naturaleza, en una original procesión que ha llegado hasta nuestros días.

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