El despegue económico de las favelas de Río tras décadas ocupadas por los narcotraficantes

  • Los vecinos explotan sus negocios con la garantía de que todo el dinero será para ellos.
  • Además, colaboran entre sí empleando a conocidos del barrio.
  • "Muchos de los que antes bajaban a la ciudad para trabajar ahora encuentran empleo en las calles de su comunidad", explican los habitantes de estas favelas.
  • La situación aún es muy mejorable en muchos aspectos: menos del 2% de los que viven en las comunidades llega a la enseñanza superior.
  • Otros se preguntan si la vigilancia en las favelas seguirá tras los Juegos de 2016.
Fotografía general de una parte de la favela Doña Marta esta semana en Río de Janeiro (Brasil).
Fotografía general de una parte de la favela Doña Marta esta semana en Río de Janeiro (Brasil).
EFE
Fotografía general de una parte de la favela Doña Marta esta semana en Río de Janeiro (Brasil).

La economía de las favelas de la ciudad brasileña de Río de Janeiro ocupadas por la policía tras décadas de dominio de narcotraficantes disfruta de un dinamismo sin precedentes, según propietarios de decenas de nuevos negocios que pululan en estas barriadas.

La "pacificación" de las favelas, como es conocida la política que instaló puestos policiales permanentes en las barriadas de las que fueron expulsados los narcos, unida a la bonanza de las cuentas brasileñas ha sacado a la luz a un gran número de emprendedores que, con más ilusión que dinero, han abierto todo tipo de negocios.

Trabajo para los vecinos

De su esfuerzo se benefician todos, porque el lucro del inversor supone el empleo del vecino. En el restaurante de Rosimary Napoleão, la "Biroska da Bica", en la favela de Cantagalo, trabajan sus cuatro hijos más otros cuatro empleados de la comunidad.

Fue abierto hace 4 años, según relata, ofreciendo sus platos desde la ventana de su microvivienda. Hoy, sobre el propio pequeño bar se levanta el nuevo hogar de tres plantas de los Napoleão. Comenzar siempre es difícil, pero a Rosimary la ayudó la patrona de la casa en la que servía.

Sin embargo, Márcia Nunes, una de las tres moto taxistas que trabaja en las laderas de la favela de Rocinha, tuvo que pedir un crédito para comprar su moto. No había terminado de pagarlo, cuando se la robaron y se vio obligada a pagar por partida doble: al banco por el préstamo y al amigo que le vendió su nueva moto.

Aun así, Marcia está feliz. Asegura que con lo que obtiene hace frente a los gastos de la casa y de su hija. Y lo más importante: todo lo que gana es para ella. Todo ello, gracias a que en Rocinha se acabaron los peajes a los narcos, aseguran varias personas que aún piden no ser identificadas.

Para Daniel Pla, profesor de Marketing de la Fundación Getulio Vargas, la ocupación de las favelas por las Unidades de Policía Pacificadora (UPP), como son conocidas los pequeños puestos policiales instalados en las barriadas, ha generado oportunidades de negocio para personas antes excluidas.

"Muchos de los que antes bajaban a la ciudad para trabajar ahora encuentran empleo en las calles de su comunidad", explica.

Y tras 2016... ¿qué?

Pero una duda permanece. "¿Continuará la política de pacificación después de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016?", es la pregunta que deja en el aire el profesor Pla.

Jefferson Cardoso da Silva, habitante de Cantagalo, ha hecho una importante apuesta de vida. Ha abandonado sus estudios de informática para enseñar surf en la playa de Arpoador. Está inquieto, afirma, porque comienza la temporada alta y con ella llegan más turistas, o, en su lenguaje, más clientes potenciales.

Jefferson se ha preparado. En su caso, la inversión ha sido intelectual y ha aprendido a manejarse con soltura en inglés.

Mucho por mejorar aún

A pesar del despegue económico, la situación en las favelas sigue siendo compleja.

A la carencia de infraestructuras básicas se suman recientes datos estadísticos demoledores. Por ejemplo, menos del 2% de los que viven en las comunidades llega a la enseñanza superior. Mejorar esa cifra será el gran desafío del futuro, según los especialistas.

Entretanto, en las calles, la actividad no se detiene y el dinero comienza a llegar de fuera. Ya no es difícil encontrar franquicias de importantes compañías o a inversores que ven en la favela una plataforma perfecta para ampliar sus negocios.

La cadena de gimnasios X-ports va a abrir en los próximos días su primer local en Rocinha. Tony Campos, uno de sus dueños, está convencido del éxito. La fórmula, dice, es equipamiento de última generación y precios ajustados para atraer tanto a los vecinos de Rocinha como de los prósperos barrios que la rodean, que los habitantes de las favelas llaman de "asfalto" por contar con calles pavimentadas.

Favela y asfalto. Asfalto y favela. Unos y otros se necesitan para que la locomotora brasileña, una de las grandes economías emergentes del mundo, no se detenga.

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