Canal 9, Fórmula 1, aeropuerto de Castellón... grandes despilfarros del Gobierno valenciano

  • Los sobrecostes, las contrataciones opacas y el despilfarro han malogrado numerosos proyectos emblemáticos en las últimas décadas.
  • El aeropuerto sin aviones de Castellón es el exponente de una infraestructura sin uso por la falta de planificación y por los efectos de la crisis.
  • El sistema financiero valenciano se esfumó víctima del cultivo intensivo del ladrillo, de la excesiva politización y del vendaval económico de los últimos años.
Imagen de archivo del aeropuerto de Castellón, con la escultura de Ripollés en primer término
Imagen de archivo del aeropuerto de Castellón, con la escultura de Ripollés en primer término
EFE
Imagen de archivo del aeropuerto de Castellón, con la escultura de Ripollés en primer término

La Comunitat Valenciana se ha convertido, con el cierre de Canal Nou, en la primera autonomía que cierra su televisión autonómica por la crisis. Todo un emblema que si para unos es síntoma de “valentía”, para otros supone la demostración de una gestión “nefasta”. La exposición al sector inmobiliario, el boom de los grandes proyectos de ocio y la creencia de que la bonanza económica sería infinita llevaron a los diferentes gobiernos del PP, instalado en el Palau de la Generalitat desde 1995, a apostar por un modelo que ha acabado en el colapso. “No cerraré ningún colegio ni hospital por mantener RTVV”, dijo el presidente Alberto Fabra, que debe afrontar una voladura más o menos controlada de la herencia que recibió de Francisco Camps, José Luis Olivas y Eduarzo Zaplana, todos ellos de su mismo partido. Estos son sus proyectos y eventos más controvertidos.

  • Radiotelevisión Valenciana (Canal Nou y Ràdio Nou). La última pieza en caer del dominó en el que se ha convertido la Generalitat Valenciana ha sido Radiotelevisión Valenciana (RTVV). Con una deuda acumulada de 1.300 millones de euros en las últimas dos décadas, casi toda generada por gobiernos del PP, se había convertido en un pozo sin fondo. Acometió un durísimo despido laboral que afectó a 1.000 de sus 1.600 empleados. Pero la Justicia lo tumbó por múltiples defectos de fondo y de forma, lo que, según el Gobierno de Fabra, no ha dejado otra salida que bajar la persiana. Acusada de manipulación informativa, de enchufismo e incluso de adjudicar contratos a la red Gürtel (el caso está en los tribunales), pagó sumas millonarias en la época de Francisco Camps por los derechos televisivos de los equipos valencianos de fútbol, en ocasiones por encima de los precios de mercado, según han denunciado desde la oposición. Una parte de la sociedad pide su mantenimiento como servicio público, como pilar del autogobierno y como único canal que emite en la lengua propia, el valenciano.
  • El Gran Premio de Europa de Fórmula 1 de Valencia. Las carreras de automovilismo por las calles de la ciudad de Valencia fueron una apuesta casi personal del expresidente Francisco Camps. De hecho, el magnate de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, compareció con Camps en plena precampaña de las elecciones autonómicas de 2007 para anunciar que solo habría Gran Premio de Europa en Valencia si los comicios aupaban de nuevo a Camps a la Presidencia. El evento se organizó con una firma, Valmor, participada al 33% por Bancaja, Fernando Roig y Jorge Martínez Aspar. El entonces jefe del Consell dijo que no costaría ni un euro de dinero público, pero, años después, la Generalitat acabó comprando Valmor por 1 euro y asumiendo su deuda (41 millones de euros). Además, pagó las obras de acondicionamiento de un circuito que actualmente está abandonado. Más tarde, ante los problemas de liquidez del Consell,, que no podía afrontar los 20,5 millones anuales que había que pagar a Ecclestone por organizar el Gran Premio, se ideó una fórmula de alternancia con Cataluña que no llegó a fraguar. Finalmente, la Generalitat Valenciana anunció que renunciaba al evento “sin penalización”, aunque todavía no se ha formalizado por escrito.
  • El V Encuentro Mundial de las Familias (la visita del Papa a Valencia). Este evento representó en esencia el modelo que acabó marcando el estilo de los Gobiernos de Camps: grandes fastos, contrataciones opacas con la red Gürtel y potenciación de actos religiosos. El infortunio quiso que, pocos días antes, el 3 de julio de 2006, descarrilara un convoy de la línea 1 de Metrovalencia, el accidente ferroviario más grave de la historia de España, que se saldó con 43 muertos y 47 heridos. El Ejecutivo valenciano se afanó en dar carpetazo rápido al asunto y que no oscureciera la inminente visita del Papa Benedicto XVI a Valencia. En este caso, Canal Nou fue pieza clave ya que, además de recibir acusaciones de manipulación informativa, el ente público fue la empresa que gastó más dinero público en el evento. De los 11 millones de euros que costaron los trabajos de instalación de pantallas y sonorización, RTVV adjudicó a la trama Güirtel un contrato por 7 millones de euros, la oferta más cara, dos millones por encima de la siguiente. Para organizar los actos se creó la Fundación V Encuentro Mundial de las Familias, controlada por Juan Cotino, actual presidente de Les Corts y muy ligado a sectores religosos. El caso ha acabado en una pieza separada del caso Gürtel en Valencia, en manos del juez José Ceres, por las adjudicaciones de RTVV. Sin ir más lejos, esta misma semana, Ceres ha ordenado por dos veces (el lunes y el miércoles) el registro del edificio de Canal Nou en Burjassot en busca de nuevas pruebas. El exdirector general Pedro García está acusado, junto con otras personas, de recibir presuntos sobornos a cambio de estos contratos.
  • El aeropuerto sin aviones de Castellón. “¿Os gusta el aeropuerto del abuelito?”. La frase, pronunciada por Carlos Fabra en 2011, durante la inauguración oficial, resume en esencia lo que significó esta obra. Un aeropuerto ideado por el que fuera factótum provincial del PP pero cuyo coste, de 150 millones de euros, asumió la Generalitat. La cinta se cortó poco antes de las elecciones locales y autonómicas de 2011, pero ningún avión ha despegado ni aterrizado hasta ahora de sus pistas. Solo una avioneta en pruebas. El resto de ocupantes han sido conejos y ciudadanos de Castellón a quienes Fabra invitó a pasear por las instalaciones. El concepto buscaba atraer proyectos urbanísticos ligados al turismo de sol y playa para la provincia en el que el turista internacional tuviera todo incluido. A los 150 millones de la inversión inicial hay que añadir el mantenimiento y los 25 millones de euros que el Consell ha destinado para el concurso de explotación durante 20 años. Para 2014, la empresa pública Aerocas cuenta con 10,84 millones de euros de dinero público en su presupuesto y como objetivo se marca la “puesta en marcha de forma viable en la actual situación económica y de las finanzas públicas” con un modelo de gestión privada. Ahora falta que llegue el deseado inversor y, con él, los aviones.
  • La Ciudad de las Artes y las Ciencias. En plena fiebre del ladrillo a finales de los años 90, la Generalitat impulsó un megaproyecto cultural y lúdico en el que puso al frente al polémico arquitecto Santiago Calatrava. Aunque el complejo tenía un presupuesto inicial de 308 millones de euros, el Gobierno de Francisco Camps terminó desembolsando 1281 millones, lo que supone un gasto extra de casi 1.000 millones. Especialmente llamativo es el caso del edificio de la ópera, el Palau de Les Arts, que ha tenido un coste de 382,5 millones de euros, una cifra que ya supera todo el presupuesto previsto para el megaproyecto. El Ágora, por su parte, permanece inacabada, sin apenas uso (solo el Open 500 de Tenis y un evento de moda) con piezas de la cubierta abandonadas y oxidadas en un solar anexo. Solo en los honorarios de Calatrava, a quien el Consell dio la posibilidad de modificar sin control los proyectos (lo que aumentaba sus emolumentos) la Generalitat se gastó 94 millones de euros.
  • La Ciudad de la Luz. El complejo industrial de cine alicantino pretendía convertirse en una especie de Hollywood español. Eduardo Zaplana fue el principal valedor de un proyecto que hoy en día está en venta para devolver los 265 millones en concepto de ayudas que reclama la Unión Europea. Se iban a invertir 100 millones de euros, pero su coste final alcanzó los 350 millones, según ha reconocido el propio Gobierno valenciano. Desde 2005, apenas se han producido unas 60 películas en sus instalaciones. El PSOE denunció en 2012 que en las cuentas de la Ciudad de la Luz hay varios pagos en los años 2006 y 2007 por valor de 1,2 millones a una empresa para la realización de unas películas que en 2011 no se habían estrenado. El caso más llamativo es la inversión de 4,7 millones en la película Astérix en los Juegos Olímpicos. Lleva un año sin apenas actividad.
  • La desaparición del sistema financiero valenciano. CAM, Bancaja y Banco de Valencia han acabado absorbidos por otras entidades tras ser intervenidas por el Estado con fuertes cantidades de dinero público ante su situación de insolvencia. Tanto las cajas de ahorros como el Banco de Valencia (que estaba en manos de Bancaja) sirvieron a las diferentes administraciones públicas, sobre todo a la Generalitat, para financiar sus grandes proyectos, al tiempo que alimentaban la burbuja del ladrillo en la C. Valenciana. Un cóctel explosivo que empezó a detonar de julio de 2011, cuando el Gobierno nacionalizó la CAM al aportar 2.800 millones de euros en capital y 3.000 en liquidez. Sus gestores fueron expulsados y gran parte de ellos están inmersos en procesos judiciales. Posteriormente fue adjudicada al Banco Sabadell. Cuatro meses después caía el Banco de Valencia, la joya de la burguesía urbana local, a quien el FROB inyectó 3.000 millones para evitar su quiebra. Ha acabado diluido en La Caixa y solo conserva la marca en su provincia de origen. En cuanto a Bancaja, su integración en BFA-Bankia la había hecho esfumarse en cuanto a peso específico. La posterior intervención de la entidad fusionada puso de manifiesto los desmanes en la gestión que encabezó José Luis Olivas en la antigua caja valenciana y de Miguel Blesa y Rodrigo Rato en Caja Madrid.
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