Un acusado de matar a una prostituta en la 'finca maldita' dice que cayó al zaguán al empujarle pero no quería matarle

"Se golpeó con la cabeza por todas las barandillas y la vi caer. Es una cosa que tengo grabada en la cabeza", dice
El acusado momentos antes de comenzar la vista
El acusado momentos antes de comenzar la vista
EUROPA PRESS
El acusado momentos antes de comenzar la vista

Un hombre acusado de matar a una mujer a la que contrató sus servicios sexuales en la conocida como 'finca maldita' de Valencia —que ha registrado siete muertes en extrañas circunstancias en unos 40 años, desde 1968— ha reconocido que discutieron, que la empujó y ésta cayó al zaguán del edificio, pero ha negado que su intención fuera matarle. Ha dicho que solo quería que se fuera de su casa, porque no se ponían de acuerdo con la cantidad que tenía que pagarle.

"Se golpeó con la cabeza por todas las barandillas y la vi caer. Es una cosa que no se me va, que tengo grabada en la cabeza", ha indicado el acusado, quien se enfrenta a 15 años de prisión por un delito de homicidio y una falta contra el orden público por desconsideración con agente de la autoridad, según reclama el ministerio fiscal. Asimismo, le reclama una indemnización de 90.000 euros para la madre de la víctima, de origen brasileño.

El incidente se remonta al 1 de marzo de 2012, en la conocida como 'finca maldita', ubicada en el número 1 de la Avenida Tres Forques de Valencia. En ella han habido siete muertes extrañas y violentas desde 1968. La última de ellas fue la de esta prostituta, por unos hechos que han empezado a juzgarse este lunes ante un jurado popular.

En esta ocasión, el suceso tuvo lugar en el quinto piso del edificio, donde residía el acusado junto al propietario de la vivienda y otro compañero. Ese día, el 1 de marzo, de madrugada, el procesado estuvo consumiendo alcohol y otras drogas, hasta que sobre las 4 horas decidió llamar para contratar los servicios de una prostituta.

El acusado —quien no ha querido responder a las preguntas del ministerio fiscal— ha afirmado que tenían "unas cartulinas de servicios de chicas para hacer boquillas de cocaína" y llamó a una de ellas cuando su compañero se fue a la cama. Había consumido entonces alcohol, pastillas y cocaína, que él recuerde. "No paraba de consumir", ha aseverado.

Ha explicado que requirió los servicios de una prostituta porque "necesitaba compañía", y ha dicho que pactó un precio de 100 euros. "Iba muy colocado", ha insistido el acusado a lo largo del interrogatorio, quien ha afirmado que está arrepentido por lo que ocurrió: "todos los días", ha apuntado.

Cuando llegó la chica, una joven de 32 años de nacionalidad brasileña, ha indicado que empezaron a discutir por su "estado", porque "tenía mala pinta, cara de colocado". Así, ella le comenzó a chillar —según su versión—, se empujaron, él le dijo que no pensaba pagarle nada, y "apareció un cuchillo por medio".

Así, el hombre ha reiterado que ella se puso "violenta" porque no iba a cobrar, y luego le vio abalanzarse hacia él con un cuchillo en la mano. Ante ello, ha comentado que la empujó hacia fuera para que se fuera de su casa, hasta que lo consiguió. "Ella seguía chillando", ha señalado.

Una vez en el exterior de la vivienda, "en uno de los apartones que le di, sé que cayó por el hueco de las escaleras, por un empujón", ha reconocido, pero ha repetido que su intención no era matarle. "Cuando la empujé era para apartarle de mí. No le quería empujar para que se cayera", ha aseverado el hombre, a quien le constan nueve antecedentes penales anteriores por robo.

Luego, ha explicado que vio cómo la mujer, al caer, se iba golpeando con todas las barandillas, "y la vi caer". "Es una cosa que no se me va, que la tengo grabada en la cabeza", ha dicho. "No quería matarle, yo estoy condenado por robos pero no por hacerle daño a nadie. No he tenido antecedentes por eso", ha apostillado.

"ya sabía que volvería a picassent"

Cuando cayó, —desde el quinto pinto según su versión— ha indicado que ya no se movía, con lo que sabía que había muerto. Ante el miedo, empezó a subir y bajar las escaleras, volvió a drogarse —ha dicho— y como "no sabía que hacer", cogió el cuerpo y lo metió en un trastero, en un cuarto de la limpieza. "No sé por qué. Por miedo a que hubiera alguien fuera. Yo ya sabía que volvería a Picassent", ha agregado.

Seguidamente, ha expuesto que se encontró con unos vecinos y les pidió que llamaran a la Policía. Y luego se fue a comprar más droga. "Fui al sitio más cercano, al barrio chino. Llegué, compré, consumí y ya me paró la Policía. Me detuvieron, me resistí y ya está", ha reproducido. También ha reconocido que llegó a escupir a uno de los agentes en los pantalones porque "ya no podía más", estaba en el hospital, cara a la pared y de rodillas, "y le escupí", ha dicho.

Por último, el acusado, de 40 años en el momento de los hechos, ha insistido en que "claro" que se arrepiente, "todos los días". "Por mi culpa.. porque yo saldré en libertad tarde o temprano, pero una persona ha fallecido y eso ya nadie lo va a cambiar. Eso no lo cambia nadie", ha aseverado.

Frente a su versión, el ministerio fiscal mantiene que fue el acusado el que cogió un cuchillo y provocó tres heridas en la víctima, e igualmente le comprimió el cuello hasta romperle las dos ramas del hueso tiroides, causándole una infiltración hemorrágica y, en definitiva, la asfixia. También sufrió múltiples contusiones y heridas por todo el cuerpo. El fiscal también considera que el hombre la lanzó por el hueco de la escalera y que luego abandonó su cuerpo desentendiéndose de si aún vivía o no.

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